Mucha lealtad, poco eficientes, pero muy útiles… / Por JHAD

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No cabe duda que el presidente de la República es generoso con sus incondicionales. Bajo su manto, los protege y los coloca en un lugar político donde puedan servirle mejor, y de paso controlarles todos sus movimientos.

Su gabinete está lleno de estos personajes. No importa si se es inepto, corrupto o violador, para el tabasqueño lo primero es la lealtad ciega que tienen con él, no hay más.

Aunque en su discurso diario, afirma que el movimiento que él encabeza y que lo llevó a la presidencia del país, es diferente a los gobiernos del pasado, en los hechos es más de lo mismo.

Se entiende que cada presidente se haga rodear de gente cercana, incluso de amigos, para así poder gobernar con cierta confianza y recargarse en ellos en los momentos difíciles para salir adelante.

Lo que no se vale es que esos personajes abusen de esa confianza y destruyan todo lo que esté a su alcance sin importar que dañen a una institución oficial en deterioro de un país entero.

Sucedió con todos los presidentes anteriores, y hoy lamentablemente esta historia se repite con el presidente Andrés Manuel López Obrador, a pesar de que él fue el principal impulsor de que una vez que llegara al poder, todo sería diferente y habría un México libre de corrupción y tranzas.

Ese fue su discurso de batalla, discurso que finalmente le dio el triunfo en 2018, llenando de ilusiones a los 30 millones de mexicanos que se entregaron a él pensando en que así sucedería.

Pero no ha sido así. Lamentablemente el discurso quedó en solo palabras porque, desde el primer momento en que formó su gabinete, no lo hizo pensando en el bien del país, lo hizo pensando en mantener el control de todos sus subordinados, quienes dóciles y oportunistas aceptaron el cargo simplemente para cobrar quincenalmente su elevado sueldo.

Era de esperarse que para cumplir sus promesas de campaña se rodearía de los mejores en su ramo, sin embargo, no fue así y se dedicó a devolverle los favores a sus más leales y fieles discípulos.

Y es justo con estos personajes con quien mejor se siente el presidente porque le inflan el ego y le aplauden todas sus ocurrencias. Para López Obrador ellos son honestos y muy obedientes y eso es lo que vale.

En esta dinámica gustosos recibieron sus cargos y con ese mismo gusto, aceptaron y siguen aceptando la línea que les marca e impone el presidente desde Palacio Nacional porque su misión consiste en simular y ya.

En ellos no hay resistencia. Solo obediencia ciega. Eso no le conviene al país ni a nadie, solo le conviene al actual mandatario porque solo él tiene la razón absoluta y el control de sus subordinados.

Quienes osaron debatir y no estuvieron de acuerdo con el todo poderoso, terminaron fuera del gabinete y dentro del odio interno del jefe supremo, quien los incorporó a su larga lista de enemigos de él y de la cuarta transformación.

El último gran movimiento de escándalo del presidente, es el nombramiento de Leticia Ramírez como secretaria de Educación Pública. Su gran mérito es conocer a Andrés Manuel López Obrador desde hace 28 años y recibir la correspondencia de los ciudadanos en la oficina de la presidencia, nada más.

Queda muy claro, pese a su aburrida retórica que lo último que le interesa a este par de personajes es la educación del país. Con un rezago educativo que pone en riesgo a toda una generación de estudiantes, era de suponerse que un experto llegaría a esa dependencia con la intención de frenar esa estrepitosa realidad, pero no sucedió así.

La terrible gestión de Delfina en el poco tiempo que estuvo al frente de esa secretaría, difícilmente será controlada por otra de las incondicionales del presidente. Nada cambiará, todo seguirá igual.

El hambre de poder que tiene el presidente no permite que atienda los graves problemas que atraviesa el país. Por el contrario, le distrae y poco hace para corregirlos.

Para él lo elemental es tener miles de seguidores que le ayuden a ganar elecciones. El año siguiente quiere arrasar en el Estado de México y Coahuila y se ha preparado a conciencia para hacerlo.

Sabedor que Ramírez es su incondicional, ésta tendrá en sus manos el manejo de los maestros y los beneficios que representa tenerlos de su lado.

Ella será la voz de López Obrador porque es dócil y adaptable a las formas y deseos del mandatario, quien seguramente dictará los caminos a seguir políticamente con los mentores, olvidando lo más trascendente que es el terreno educativo.

Y así, de nueva cuenta la historia se repetirá, como en todos los gobiernos anteriores. Los leales son premiados con cargos muchas veces inmerecidos y utilizados para los fines particulares del titular en turno.

No importa que no sean expertos o que sean analfabetas, es igual. Lo sustancial es que le profesen lealtad al individuo que ostenta el poder. Esa es la fórmula aplicada en todos los gobiernos. Nadie se salva.

La eficiencia es lo de menos.  Al final saben que ese hombre, les sacará mucho provecho porque son muy útiles para él y para cumplir con sus perversos fines, y lamentablemente así será por siempre y para siempre.