Por: Jhad

A pesar de conocer a fondo toda la problemática que vive el país desde hace mucho tiempo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, jamás imaginó que, al llegar al poder, los problemas se multiplicarían.

La realidad mexicana muy pronto despertó del sueño a una sociedad que pensó que simplemente con la llegada del tabasqueño a la presidencia, los cambios positivos llegarían por automático.

A punto de cumplir un año como primer mandatario, López Obrador no solo ha batallado con los vicios enraizados desde mucho tiempo en nuestro país, sino también ha tenido que padecer el pataleo incesante de los poderes fácticos que perdieron sus privilegios con los regímenes anteriores.

El desgaste ha sido bastante. Sin embargo, el entusiasmo presidencial ha logrado brincar muchos obstáculos, pero, la presión que ejercen los inconformes es tanta, que ha llegado a enturbiar el ambiente social que puede llevarnos a un terrible caos.

Es claro que las fuerzas ocultas no quieren que a México le vaya bien. Sus lazos poderosos no dejan actuar libremente a un gobierno que fue elegido democráticamente hace un año.

Sumado a la crisis de valores que vive la sociedad, el escenario se ha convertido en un verdadero caldo de cultivo para desestabilizar al más sensato.

Los recientes acontecimientos en Culiacán y Sonora, han servido de punto de partida a los opositores para vapulear cualquier acción de gobierno, e incluso responsabilizarlo totalmente de lo ocurrido.

En ese contexto, las mañaneras del presidente López Obrador se han convertido en un cuadrilátero ideológico, donde se debate, se responsabiliza, se acusa con razón o sin ella al mandatario de todo lo que sucede en el país.

A diferencia de los otros sexenios, el presidente ha permitido que le increpen directamente cada mañana reporteros, chairos, fifís, liberales, conservadores, youtuberos afines y contrarios a su proyecto y alguno que otro colado que utiliza ese espacio para promoverse y aunque en ocasiones no contesta lo que le preguntan, la libertad de expresión se ejerce de manera efectiva.

A nadie se le prohíbe preguntar. Es una de las mejores decisiones que ha tomado el presidente sin duda alguna.

Y es justo en esas tertulias mañanera con los medios, donde se ha visto molesto al presidente. Sus contestaciones llevan un acento donde se puede distinguir que está enojado. El presidente se ve incómodo. No es normal para un político de su clase y experiencia. La presión de los opositores, ya lo hartó y eso a nadie le conviene.

El país necesita a un presidente fuerte y sereno. Un presidente que entienda que los malandros son muchos y no les importa quien este gobernando. La inseguridad y el narcotráfico son cosas demasiado serias.

Que comprenda que el poder criminal está más organizado que el mismo gobierno y que se necesita tener la cabeza fría y serena para poder combatirlo con eficacia.

Una mente serena sirve para gobernar con acierto. El enojo, enferma, colapsa, destruye. Este país no se equivocó al elegir a su líder en 2018. Tiene el apoyo del pueblo, por eso enojarse es perder.

Vendrán más ofensivas. Ese es el camino de los que no quieren a México. Por ello es importante que el presidente no pierda la cabeza. La corrupción tiene miles de tentáculos que pretenden apoderarse del pensamiento de los mexicanos buenos.

Las provocaciones también serán cada vez más fuertes y frecuentes. La oposición está midiendo el pulso de la personalidad del presidente. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador no dejó contentos a muchos. No permitirán que ejerza libremente su mandato. La guerra apenas comienza.

Ante esta ola de presión, es necesario que el jefe de Estado se tranquilice. Los opositores quieren derrotarlo. El enojo no lleva a ningún lado fructífero. Es necesario que aguante las críticas. Que responda con la chispa que le caracteriza. Que discuta. Que se defienda. Que no se enganche con nadie.

Todo está permitido. Sin ofensas, sin banalidades, pero con respeto. Trabajar y trabajar es la clave para cambiar a México. Claro, todo se puede, bueno casi todo, pero por favor, ya no se enoje…

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