Por: Jhad

Tan largos son los apellidos de este personaje como lo es su carrera política. Nacido el 23 de julio de 1933 en la Ciudad de México, ha recorrido los rincones más claros y más oscuros del sistema político mexicano, para convertirse así, en una figura relevante e indispensable en la historia moderna de nuestro país.

Dueño de una inteligencia superior, y un colmillo largo y retorcido, le han permitido colocarse en el umbral del poder con mucha facilidad.

Muñoz Ledo es un hombre que, en el último tramo de su carrera, ha contribuido a la construcción de una verdadera democracia en México. Sus aportaciones son valoradas por propios y extraños, de ahí su relevancia.

Boxeador en sus años mozos, ha sabido moverse con acierto en el tablero político. Esquiva con grandes movimientos de cadera las embestidas de sus rivales y lanza terribles ganchos de izquierda o de derecha para noquear a sus oponentes. Es un noqueador nato.

Es entrón y casi nunca les hace caso a sus entrenadores. Le gusta irse por la libre. Así es y así ha sido siempre Don Porfirio.

Miembro activo de aquel PRI, de figuras de la talla de Gustavo Díaz Ordaz, de López Portillo, Echeverría y Miguel de la Madrid, cuya similitud está en que todos buscaron y encontraron la presidencia de la república, excepto Muñoz Ledo.

PORFIRIO Múñoz y Cuauhtémoc Cárdenas

No lo logró, pero esa cercanía al poder, le permitieron premios de consolación que le llevaron a recorrer, secretarias de estado, embajadas y la dirigencia del vetusto partido.

Rebelde y contestatario fundó el PRD en 1989 junto a Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, luego de salir inconforme de las filas del partido tricolor.

En el año 2000, con más pena que gloria, fue candidato presidencial por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, pero argumentando que era necesario un cambio de régimen, declinó a favor de Vicente Fox. Ese acto, le valió un nuevo puesto en su basta carrera política.

Para 2006, Porfirio Muñoz Ledo, decidió apoyar a Andrés Manuel López Obrador, quien buscaba la presidencia de la república, argumentando que el triunfo de la izquierda estaba cada vez más cerca.

Después de esas polémicas elecciones, Porfirio apoyó la idea del fraude electoral y se convirtió en un verdadero dolor de cabeza al régimen calderonista.

Para 2018, la sentencia emitida por Muñoz Ledo de que la izquierda llegaría al poder, se cumplía cabalmente. Andrés Manuel López Obrador resultaba electo presidente de México, y Porfirio fue el hombre que presidió la ceremonia en el Congreso de la Unión.

Esta semana, Porfirio volvió a su condición habitual de crear controversia.

El presidente de la mesa directiva de la cámara de diputados anunció su retiro del cargo luego de que la oposición insinuara que quería reelegirse.

Algunos aplaudieron la valiente decisión, pero otros no dejaron de lazar dardos envenenados en contra de Muñoz Ledo.

Impulsivo y respondón, Porfirio no tardó mucho en volverse a notar. Esta vez durante el proceso de renovación de la mesa directiva que él preside, no se percató de que los micrófonos estaban encendidos y lanzó un: “Chinguen a su madre, qué manera de legislar”, provocando hilaridad, enojos y bastantes sonrisas de quienes lo escucharon y lo leyeron después.

Este jueves, Porfirio Muñoz Ledo ha dicho a todas las bancadas que deben ponerse de acuerdo para presentar una planilla de candidatos a la mesa directiva porque: “A las doce de la noche de hoy, se acaba por mandato de ley, nuestro encargo. Y de carrozas nos convertiremos en calabazas. Pero dejamos ahí un zapato. Por favor coordinadores, hagan su tarea”.

Así es Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, un ave de tempestades, a veces blanco, a veces negro, un sabio, un soñador, un terco, un estratega brillante, un hombre de 86 años que donde quiera que va, causa polémica y deja huella.

Sí, es Porfirio, genio y figura, hasta la sepultura…

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