Sin haber domado la pandemia causada por el COVID19, y con la cifra de contagios y muertes sin un control definitivo, resulta absurdo, insensible y doloroso que algunas de las principales figuras políticas de nuestro país, no hayan entendido que, ante esta tragedia sanitaria, predicar con el ejemplo sería fundamental en estos momentos.
Puede parecer un tema trillado, repetitivo y molesto para muchos, pero la realidad es que esta tercera ola, continúa cobrando vidas y, pese a las declaraciones optimistas y alegres de los funcionarios encargados de la salud y sus jefes, la pandemia sigue muy activa.
En esa dinámica de falsa alegría, la gente también se ha relajado y la actividad social se ha desbordado. A la gran mayoría no le importa qué camino toma el virus. Las vacunas reforzaron la creencia de que la crisis sanitaria había sido superada, pero no es así.
Sabemos que el encierro fue terrible y las medidas que se tomaron, no en todas las ocasiones tuvieron buenos resultados y no fueron las correctas.
Hay miles historias de dolor provocadas por el virus. Miles de familias se fracturaron y la vida les cambió para siempre. Es un evento que nadie esperaba y lamentablemente, en todo momento fue minimizado por las autoridades.
El pésimo manejo de la crisis, provocó enormes contradicciones. El líder falló, sus subalternos también. La sociedad, cayó en el juego de la demagogia e indiferencia y se sumó al desastre.
En este escenario, la actuación de los funcionarios públicos debió ser un ejemplo de comportamiento ante esta circunstancia. Hablar no fue y no es suficiente. Se necesitaba y aún se necesita que alguien utilice la sensibilidad para salir de este agujero sanitario, sin embargo, es difícil. Su altiva soberbia no les permite reconocer errores.
Es triste observar que las medidas sanitarias son ignoradas por la mayoría. En particular el uso del cubrebocas. Al inicio de la pandemia el médico responsable del manejo, lo minimizó y lo menospreció.
Ignoró los estudios científicos que daban sustento a la utilidad de la pequeña pieza de tela y lamentablemente muchos le hicieron caso y hasta la fecha le siguen creyendo. Imaginemos el número de vidas que estarían a salvo con solo haberlo utilizado.
Molesta además que la ignorancia se imponga a lo comprobado científicamente. Es un conocimiento básico de primaria que la saliva es el principal transmisor de enfermedades. Al hablar o al toser, miles de macropartículas salen disparadas de la boca.
Si el emisor está enfermo, las gotas en aerosol invaden la nariz de la persona sana y la infecta. Así fue como se propagó el virus del covid-19. El cubrebocas es una herramienta protectora de las vías respiratorias. Bienaventurados los que lo saben, lo usan y lo siguen utilizando.
Obnubilados por el poder, enceguecidos en su soberbia y carentes de empatía y solidaridad, los sujetos que son líderes y tienen un importante cargo en la política, además de tener miles de seguidores que les adoran e idolatran, exhiben su talante insensible cada vez que participan en eventos públicos sin llevar puesto el pequeño pedazo de tela.
Algunos en sus redes sociales, se burlan de la gente que lo usa y promueven campañas para evitar que siga utilizándose. Otros se mimetizan con el Tlatoani para evitar ser criticados y mantenerse en el gusto y preferencia de él y siguen su ejemplo.
En los eventos aparecen sonrientes sin colocarse el cubrebocas, reforzando la creencia a sus seguidores de que ese pequeño artefacto no sirve para nada. Sin importar que desde ahí se puede iniciar una larga cadena de infecciones. Y eso es lo lamentable, porque la pandemia no está controlada y sigue causando muertes.
Después de la lamentable declaración del Subsecretario de Prevención y Control de la Salud de que el presidente no era fuerza de contagio, las cosas se salieron de control.
El mandatario lo creyó y sus seguidores también, sin que hasta el momento nadie haya logrado convencerlo de que el cubrebocas ayuda en mucho a evitar la propagación del virus.
Y así como él, muchos de sus funcionarios predican con ese ejemplo negativo, sin mostrar solidaridad y empatía con las familias de los miles de muertos que ha causado el covid-19,
Por el contrario, ahora se acercan más a él y buscan que les hable de frente para que las pequeñas partículas de saliva que escapan cada que habla, les limpié el aura, les bendiga, y de paso les brinde un futuro político venturoso.
Sí, como un auténtico ser elevado. No importa que cada que hable expulse saliva. Después de todo, esas gotitas de fluido oral son para todos sus seguidores un bálsamo de saliva bendita…