Por: José Hermilo Amezcua

Merecido, justo y necesario es el ingreso de Juan Manuel Márquez al Salón de la Fama del Boxeo Internacional el próximo año. Su brillante carrera como pugilista ha logrado la puntuación necesaria de los expertos para incorporarlo al selecto grupo de inmortales de este deporte.

El próximo 14 de junio de 2020, su nombre será inmortalizado y aparecerá con el brillo y lucidez, que el nacido en la alcaldía de Iztacalco, le dio a su excelente trayectoria deportiva.

Es merecido, porque en su largo peregrinar por los cuadriláteros, su calidad, talento e inquebrantable fortaleza, le llevaron a conquistar cuatro campeonatos mundiales en diferentes categorías, donde enfrentó y venció a los rivales más poderosos del momento.

Es justo, porque sus hazañas son comparables a las mismas que en su tiempo lograron Rubén Olivares, Miguel Canto, Salvador Sánchez, Ricardo López o Julio César Chávez. Hombres que lucieron en el ring y que de paso hicieron vibrar a los aficionados más exigentes. Márquez también lo hizo.

Y necesario, porque la historia de éxito del “Dinamita”, es un ejemplo vivo de perseverancia, de disciplina, de inteligencia y de muchas agallas. Nunca se dio por vencido y así fue como logró sus mejores conquistas a lo largo de sus veintiún años de boxeador profesional.

Nacido el 23 de agosto de 1973, Juan Manuel Márquez debutó el 29 de mayo de 1993, donde perdió por descalificación ante Javier Luján.

Esta derrota sirvió de incentivo para que el joven se afianzara en el firmamento boxístico, absorbiendo con más ahínco los conocimientos de su padre el ex boxeador profesional, Rafael Márquez Enriquez y de sus diversos entrenadores.

En 1997, antes de disputar su primer título mundial, Márquez era considerado el mejor boxeador del planeta sin tener un título mundial que lo respaldara. Poseía el campeonato de peso pluma de la Organización de Box de Norteamérica.

Defendió su corona en siete ocasiones donde venció a grandes peleadores y su presencia en el firmamento boxístico creció considerablemente. Su destino con la gloria no tardó mucho en llegar.

El primer intento por ser campeón del mundo no fue positiva. Tras propinarle una golpiza al monarca vigente, Freddie Norwood, los jueces vieron otra pelea y le negaron el triunfo al mexicano. Era el 11 de septiembre de 1999.

Diez años después de su debut profesional, el 2 de enero de 2003, El “Dinamita” ganó su primer campeonato del planeta al derrotar por nocaut técnico a Manuel Medina.

Después de ese evento, Márquez subió de divisiones y sus conquistas continuaron exitosamente. Peleó contra los mejores y su brillo conquistó a los más exigentes aficionados del boxeo.

Fue contra el Filipino Manny Pacquiao, donde Márquez adquirió su doctorado. Tras cuatro grandes peleas, la última significó el ingreso a la inmortalidad. El fuerte peleador de Kibawe se había significado porque su poderío y dominio del escenario boxístico era tanto que parecía invencible. Le llamaban el “Devorador de mexicanos”.

El 8 de diciembre de 2012, Juan Manuel Márquez ofreció una verdadera catedra de boxeo. El Gran Jardín Arena de las Vegas fue mudo testigo del triunfo histórico del “Dinamita”, quien vapuleó al Pacman en seis rounds.

Aquella noche el México deportivo nunca durmió. Márquez se colocaba en la lista de los elegidos. Su nombre fue coreado, adorado y admirado. Fue otra noche mágica donde un boxeador mexicano, aceleraba los corazones de los millones de compatriotas que observaron la pelea por la televisión, y los cientos de privilegiados que lo vieron en vivo y en directo.

Los números de Juan Manuel Márquez Méndez son simplemente impresionantes:  56 victorias por nocaut, siete derrotas y un empate a lo largo de sus 21 años como boxeador profesional.

Y así como el suelo mexicano es cuna de grandes pugilistas que son recordados por su calidad, fortaleza, talento, carisma y magia. Márquez se suma a la lista de esos inmortales.

El 14 de junio de 2020, ingresará al salón de la fama del boxeo mundial, porque lo merece, porque es justo y porque es necesario.

Juan Manuel Márquez Méndez, el “Dinamita”, entra a la élite de los inolvidables a partir del año siguiente, por lo tanto, salón a quien salón merece.

 

 

 

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