Por Aída Flores

@missrespetos

ADIÓS Y GRACIAS, QUERIDOS SANTA SABINA

(*) Fotografía: Portada Ed Moon; contenido Joel Hernández y archivo. 

Mientras la mayoría del país se duele por la muerte de José José, para mí y las 3 mil almas que vibramos el viernes en el Teatro Metropolitan, el duelo musical está en otro lado. Santa Sabina, la banda para que los adjetivos y descripciones se quedan cortas, la que escribió el capítulo más personal, propositivo y experimental en el rock nacional, dijo adiós con un inolvidable y emotivo concierto, rodeados de amigos, colegas y fans.

Si bien fue un adiós vestido de celebración por sus 30 años, el 27 de septiembre de 2019 marca, según palabras de la misma banda, el adiós definitivo: “Sin Rita no puede existir Santa Sabina” declaró hace unos meses Alejandro Otaola, su guitarrista, a la revista Proceso. “Es una sensación de que el pasado no te deja caminar, para que ya descanse Rita, para pensar en cosas nuevas, no subirnos al escenario más como Santa Sabina, hacer música nueva con otros proyectos, sería lo más sano”.

Llegué sin boleto, confiando en que la infinita magia del país más surrealista que Dalí iba a estar de mi lado y no me falló: en menos de 5 minutos teníamos lugares en la primera fila. Entramos justo a las 8:45 y mientras caminábamos hacia allá, Poncho Figueroa, y el Coro Virreinal Rita Guerrero del Claustro de Sor Juana, dieron inicio. Él, cubierto con un hábito de monje maestro, presidiendo el ritual que en realidad era ese concierto, ellas con vestidos rojos en un claro homenaje a su maestra y mentora.

Ocupamos nuestros lugares y la primer grata sorpresa fue ver que para darle lugar al coro, habían colocado a la banda en primer plano, lo cual nos daba el lujo de tener la batería de Patricio muy cerca del público, algo nada común. Todo un privilegio tener la oportunidad de apreciar su maestría y entrega como nunca antes.

La segunda sorpresa: estaban todos los sabinos de todas las épocas en una alineación de lujo. Además de Patricio tocando tanto sus composiciones como los acordes compuestos por Julio Díaz (QEPD) en un periodo en el que él ya no estaba, se encontraban Pablo Valero y Alejandro Otaola, guitarristas ambos en distintas etapas de la banda. Juan Sebastián Lach y Jacobo Lieberman alternaron en los teclados y el único pilar inamovible de la Santa aparte de Rita (a la que solo la muerte la pudo alejar de la agrupación), Poncho Figueroa como siempre, en el bajo. Aldo Max en el sax, Leonel Pérez Expósito, cello, y Rita Belén Ruiz Guerrero, segundo cello, (esta última, sobrina de la misma Rita).

Después de una fugaz intro, entonando los primeros acordes de A LA ORILLA DEL SOL, decidieron revisar su historia en reversa: HUMO CANCIÓN (dedicada a la chamana María Sabina), INCIERTO DESTINO, LABERINTOS e INVITACIÓN, de su último disco de estudio, ESPIRAL, abrieron la noche. Esta selección de temas más introspectivos, de los que sólo los más aferrados fans se sabían las letras, dejaron disfrutar el pulido trabajo del Coro, las enigmáticas coreografías de un par de bailarinas contemporáneas y entender la magnitud del impresionante sonido cuadrafónico.

Tras este set de introducción, Poncho Figueroa anunció a la primera de muchas figuras invitadas, que generosas acudieron a decir adiós, rendir tributo y unirse a la celebración de la banda. La enorme cantante jazzera Iraida Noriega hizo su rendición de OJALÁ FUERA TU VOZ, del MAR DENTRO DE LA SANGRE en una interpretación energética que empezó a subir el tono de la noche y anunciar lo que vendría.

Una versión instrumental de DUERME AMOR, también del MAR DENTRO DE LA SANGRE fue el preámbulo para la primera aparición de la voz de la noche que a mí en lo personal más me recuerda a Rita, Carmina Escobar interpretó un par más del mismo disco: CANCIÓN, seguida inmediatamente por DIX, que ella y las bailarinas contemporáneas vestidas de encaje blanco aprovecharon para ejecutar un performance alucinante donde fueron manchando sus ropas y cuerpos de sangre simulada en un momento muy Santa Sabina.

Hay canciones en la historia de Santa Sabina que no podría cantar nadie más que Rita, LA DAGA también de su tercer disco, fue una de ellas. Como no podía ser de otra forma, la grabación de la sobrenatural voz de la mítica cantante acompañó a los músicos que ejecutaban en vivo. SIGNO DEL DESEO, rareza incluida sólo en el unplugged de 2012, y que de origen tiene fuertes tintes jazzeros fue perfecta para la segunda interpretación de la poderosa voz de Iraida.

BABEL marcó el punto de inflexión definitivo en la noche. A partir de ahí todo empezó a tornarse en un impresionante in crescendo. Carmina nos llevó por los laberintos arabescos de esta canción de una manera impecable, aunque siempre, siempre, haga falta la magia de Rita. OLVIDO fue otra de esas canciones intocables, reservadas sólo a Rita y el Coro.

Mientras observaba los visuales rememorando al EZLN, por primera vez las lágrimas que no intenté ni un segundo reprimir me atacaron, recordando ese diciembre de 94, de mi adorada y genial abuela (QEPD) viendo estupefacta la noticia del levantamiento, del error de diciembre, que cómo nos jodió a todos, de los entonces recientes asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, de mi primer gran amor, de los conciertos en CU a los que para entrar tu boleto era un kilo de arroz que Rita, los Sabinos, los Tacubos, los Malditos se encargaron de llevar en persona a las comunidades afectadas por el conflicto.

Esa época de mi DF, donde una patrulla podía levantarte, putearte, robarte y raparte sólo por vestir rocker, en donde los masivos y el rock estaban prohibidos desde Avándaro en el 71 por el régimen represivo de entonces, pero la UNAM ejercía su autonomía y era de los pocos lugares donde podías ir a un masivo si temor a que te apañara la poli al salir. Los tiempos de LUCC y Rocko, qué tiempos aquellos. ¡CARAJO! es que así como para mi mamá son los Beatles, para mí Santa Sabina es el soundtrack de mi vida.

LAMENTO, con la cantante gótica Ximena Mor y el Coro se encargaron de avanzar la noche. Ximena enigmática, oscura, entregada y expresiva como la misma Rita.

Después una versión instrumental de EL CIELO y acto seguido otra gran sorpresa, LA GARRA para el que Ponchito invocó al escenario a Chava Moreno de La Castañeda y a Dafne y Sandra de Descartes a Kant, agrupación naturalmente afín a Santa por su carácter gótico. Chava desplegó su voz y su típico carisma con una máscara de demonio muy en su estilo, mientras que ellas nos deleitaron con sus operísticas voces en un momento cumbre de la noche. Para ALAS NEGRAS Dafne y Sandra ejecutaron una hermosa coreografía cubiertas en una vaporosa tela blanca. Una estampa que definitivamente representaba la esencia escénica y la estética de Rita.

La única cantante que me ha impactado después de Rita, la impresionante Renne Mooi saturó de energía el escenario con su presencia fresca, decidida, auténtica, mientras interpretaba MIEDO presumiendo el rango vocal que la coloca como la mejor cantante de rock actual en este país, estoy segura de que si Rita viviera ya estaría haciendo colaboraciones con Renné pues no sólo sus voces, sino sus propuestas musicales son naturalmente afines.

La voz de Rita en sonido cuadrafónico con los primeros acordes de NOS QUEREMOS MORIR es algo que nunca olvidaré Para entonces la gente ya estaba cantando frenéticamente y gritando “Rita Vive”.

Renne regresó para deleitarnos con su divertida rendición de “Estando aquí no estoy”, y después otra canción reservada sólo a Rita, VAMPIRO, sin la acostumbrada intro, directa, al grano, cruda y poderosa y después una pausa.

Que Poncho aprovechó para contar algunos chistes, porque aparentemente tiene más talentos de los que le sabíamos y después la intro de un momento importante. Poncho nos contó que en la historia de la banda hay más canciones de las que quedaron plasmadas en los discos, producto de sus incursiones en teatro y RINOCERONTE es una de ellas.

Una de las de culto, de las que sólo si te metías al Chopo y comprabas los demos podías conocer. Para cantarla, Poncho invocó al escenario a Ximena y al mentor de la banda, el culpable de su primera tocada en el Salón Aztecas hace exactamente 30 años, el mismísimo Alfonso André, cantando y tocando los rototombs.

Además del despliegue vocal de ambos, del shock de escuchar en vivo una rola que sólo había oído en aquella legendaria pero mala grabación de cassette del Chopo, era impresionante atestiguar la mezcla de diversión y admiración evidente con que Patricio seguía la interpretación de Alfonso, ¡Qué privilegio ver a estos dos grandes bataqueros compartir escenario, qué momento!

Alfonso André, en el momento cumbre de fama de Caifanes, conoció y acogió bajo su ala a unos veinteañeros y desconocidos Sabinos, porque le encantaba su música, lo que quedó de manifiesto con la entregada interpretación que hizo de VACÍO, sellando así una amistad y una relación de respeto artístico de 30 años.

A partir de LABIOS MOJADOS, interpretada magistralmente por Carmina y MÍRROTA por la misma Rita ya fue la locura. La gente se paró de sus asientos para nunca más sentarse. En cada fila veías fans envueltos en lágrimas, bailes, risa y el canto de miles de voces se hacía una.

CHICLES, interpretada por Jessy Bulbo y Carmina continuó el frenesí, para anunciar el principio del fin que incluyó canciones icónicas de la banda como GASTO DE SALIVA, Chava y Descartes a Kant, SIENTE LA CLARIDAD, por Iraida y el coro, AZUL CASI MORADO –Jessy Bulbo, Descartes a Kant, Poncho y el coro. Para cerrar magistralmente con A LA ORILLA DEL SOL, interpretada de nuevo por Alfonso André y Ximena Mor.

Estar en primera fila tiene sus desventajas, la verdad. Uno no alcanza a ver por completo toda la escena y apreciar el conjunto en su totalidad, pero tiene la ventaja de poder ver detalles que no se ven de lejos. Al abrazarse para dar las gracias, los sabinos tenían una expresión en la cara que nunca olvidaré.

Estaban conmovidos hasta el tuétano (ya me imagino el bajón que deben de traer ahorita) Iraida lloraba abiertamente, así como Chava, mientras Alfonso, Poncho y Pablo se notaba que hacían esfuerzos para contener las lágrimas mientras veían a un teatro Metropolitan lleno, rendido de amor a sus pies. Seguro no fue fácil el decidir ser artista en un país como México, pero momentos así deben hacerles sentir que todos los ups and downs, valieron la pena.

Para el obligado ENCORE, Poncho anunció una sorpresa, EL ANGEL, cantada sólo por los sabinos originales: Pablo Valero, Poncho Figueroa, Jacobo Lieberman, Patricio Iglesias y la voz de Rita Guerrero.

Al terminar El Ángel, otra ovación más de pie, y aunque después de que los Sabinos abandonaron el escenario no faltó el aferrado que quería otra, se prendieron las luces y todos sabemos que esa es la señal de que a chingar a su madre, ya nos queremos ir, ya no habrá más, pero mientras nos dirigíamos a la salida, nos acompañaba la voz de Rita, entonando DESPUÉS DE MUERTO.

Mientras caminaba hacia el estacionamiento, sólo dos cuadras más allá, topé con un antro de esos de gomichelas. Sonaba un reguetón de fondo mientras los chavos chupaban: “Ella es callaita, pero pal’ sexo es atrevida, yo sé, marihuana y bebidaaa”. No tengo nada contra la mariguana y la bebida ni mucho menos contra el sexo, pero carajo, ¡qué mala música! Agradecí con cada célula el pertenecer a mi generación y tener a grupos como Santa Sabina que nos hizo un soundtrack para la vida ¡SIMPLEMENTE CHINGON!, como lo acababa de atestiguar y vivir por última vez.

Cuando pasé de nuevo junto al Metropolitan para tomar rumbo hacia Reforma, una escalera enfrente de la marquesina y los empleados del teatro bajando la “N”, se quedaron grabados en mí, marcando el fin de una era y de un capítulo dorado del rock que va a ser difícil, rozando lo imposible, de igualar.

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