Algunos precandidatos en desventaja, por obvias razones, realizan “juicios sumarios” con respecto a las encuestas: “son compradas”, “se equivocaron en el EDOMEX”, o simplemente, “no coinciden con mis datos”.

Sin embargo, si éstas les favorecen, las esgrimen como trofeos definitivos.

La semana pasada, en “Sin Censura”, yo argumentaba, en defensa de muchas casas encuestadoras serias cuya credibilidad y prestigio se lo habían ganado en las últimas elecciones, que el “fracaso aparente” que tuvieron en  el Estado de México, al pronosticar un triunfo de la maestra Delfina Gómez por más de veinte puntos, habiéndose logrado la victoria por sólo ocho, no representaban necesariamente errores imputables a sus técnicas o muestras elegidas. Quizá, se habría presentado una variable que escapaba a sus alcances alterando sensiblemente las mediciones. Me refiero a la compra del voto por parte del PRI mexiquense que se presentaba en todas las votaciones. El porcentaje era imposible de medir en números absolutos y por consecuencia en términos porcentuales anticipados. 

Aseguré también, las encuestas promedio en una sumatoria,  se significaban como  la herramienta más sólida para tomar decisiones en una campaña electoral.

El proceso de los seis aspirantes de Morena, y sus aliados, no han sido la excepción, presentándose conductas inesperadas en uno de los participantes que entiende pierde terreno en los sondeos de manera alarmante, repartiendo culpas sin aceptar sus deplorables errores.   

Marcelo Ebrard contó siempre, con la fortuna de haber estado cerca del actual presidente y verse beneficiado, inclusive, sin merecerlo. Su talante especulativo lo llevó  a desligarse de Andrés Manuel cuando lo consideró prudente pues pensó ya no le sería útil. 

En el año de 2011, López Obrador constituiría Morena (asociación civil). El 1º. De Agosto, en  2014, el Movimiento de Regeneración Nacional, después de un larguísimo proceso, se convertiría en un partido político y movimiento social de izquierda nacionalista.

Su primer ciclo electoral fue en el año de 2015.

Sin embargo, Marcelo, el ex canciller, decidió no seguir a su protector en el fatigoso peregrinaje. Permaneció en el PRD hasta el año 2015 en que decidió hacerse militante de Movimiento Ciudadano. Buscaba una candidatura para diputado federal que le diera cierta estabilidad política, y fuero. El gobierno de Peña Nieto lo había denunciado por irregularidades en la creación de un cartel inmobiliario en Santa Fe y estaba desesperado. Finalmente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)  revocaría su candidatura. Marcelo Ebrard haría un exilio voluntario en Francia, permaneciendo en aquel país hasta 2017. Por algún motivo, que estimamos político, la anterior Procuraduría de la República se desistiría de la acción en su contra.

Como un acto de agobio ante su derrota inminente, Marcelo convocó el pasado miércoles 16, a un espectáculo deplorable qué, por sus ataques infundados, han reducido, más aún, sus mejores expectativas.

Ebrard, hay que decirlo con respeto, pero también, con crudeza, es un “político profesional” que elige su participación política bajo el amparo del éxito personal probable, no importa el partido, tampoco una ideología específica, 

Así vemos su extenso recorrido por franquicias y colores contrapuestos: En 1978 inicia con el PRI. 1997 es el año que ingresa al Partido Verde Ecologista logrando una diputación federal, pero en 1998 renuncia y se hace legislador independiente.

En 1998, y hasta el 2000, cofunda el  Partido del Centro Democrático (no de izquierda, no de derecha, sino todo lo contrario) que pierde su registro en el  2000.

Para no malgastar el tiempo, Marcelo encontraba en el PRD una opción pragmática y se incorpora ese mismo año al partido del sol azteca,  teniendo como premio, cargos con el gobierno de López Obrador y la jefatura de gobierno en el 2006. Su desempeño burocrático fue siempre aceptable.

En el año 2015, lo dijimos antes, ingresa como militante de Movimiento Ciudadano. 

Apenas en julio de 2022, el inquieto Marcelo, rompería récords de movilidad política, alcanzando su sexta afiliación, ahora con Morena, el partido dominante que le haría soñar una vez más.

Podemos afirmar, el sentido de pertenencia en el ámbito sociopolítico, pasa por compartir luchas y objetivos comunes, agregarse de última hora, tiene una percepción advenediza que los fundadores de Morena y sus simpatizantes, desprecian. La mayoría de los Ebrardistas deambulan en la indefinición, o también, en el antagonismo a la cuarta transformación, Por ello, derivado del “miércoles negro” y sus diatribas, acompañados por los partidos políticos de oposición, han generado denuncias en contra de Morena, los gobernadores y el propio gobierno federal.

Hay especulaciones por el futuro de Marcelo Ebrard, que van desde una permanencia respetuosa hacia la ganadora, su reincorporación a Movimiento Ciudadano, como pronostica Fernández Noroña, o hasta la candidatura del “Frente por México”. Ninguna es viable, en mi opinión, por el ego sin fundamento. la preferencia de Dante Delgado con el apellido ilustre y la tácita elección de Xóchitl Gálvez.

A pesar del falso descreimiento en las encuestas específicas por parte del multicitado aspirante, el “tiro” ya no es con Claudia Sheinbaum, quien es considerada por las mayorías como la más fiel continuadora del proyecto de transformación y líder indiscutible desde hace más de un año en todas las encuestas (a excepción de un ente amorfo denominado “RUBRUM”). La competencia por el segundo lugar es ahora con Adán Augusto López que su congruencia ideológica lo ha llevado a crecer desmesuradamente. 

“La política debería ser el arte de la sensatez, no de la competencia desleal” (anónimo)

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