El hallazgo se encontró en todas las muestras examinadas, las cuales fueron tomadas de productos comercializados en Ciudad de México, en cuatro supermercados, tres vendedores ambulantes y 18 mercados tradicionales de productos agrícolas
Los plásticos que llegan al ambiente se degradan con el tiempo en partículas microscópicas, las cuales han sido encontradas en diversos alimentos, entre ellos: cerveza, miel, azúcar, leche, agua potable y en una gran variedad de organismos marinos de consumo humano. Esto hace necesario llevar a cabo estudios para caracterizar a estos contaminantes y sus posibles efectos en la salud humana.
Un reciente estudio, publicado en Environmental Pollution, analizó la presencia de microplásticos en 25 productos de pescado seco de dos especies de agua dulce (Chirostoma jordani y Chirostoma Pátzcuaro), conocidas como charales, que son consumidos principalmente como botana y se comercializan en supermercados, puestos ambulantes y mercados locales de México.
“Encontramos microplásticos en todas las muestras examinadas, las cuales fueron tomadas de productos comercializados en Ciudad de México, en cuatro supermercados, tres vendedores ambulantes y 18 mercados tradicionales de productos agrícolas”, explicó Shruti Venkata Chari, investigadora del Departamento de Biotecnología y Bioingeniería y coautora del artículo.
Microplásticos en diversos alimentos
Desde 2019 un grupo de investigación conformado por Fermín Pérez Guevara, Shruti Venkata Chari y Gurusamy Kutralam Muniasamy, del Departamento de Biotecnología y Bioingeniería del Cinvestav, se ha dedicado a identificar la presencia de estos contaminantes, conocidos como microplásticos, en diversos alimentos; además de dilucidar su cantidad y características (tamaño, forma y color).
El estudio detalló que la mayoría de los plásticos encontrados en las muestras de pescado seco (charales) corresponden al poliéster, poliestireno, viscosa y nailon. Esto indica que provienen de fibras sintéticas utilizadas en la industria textil, las cuales se desprenden de la ropa durante el lavado y llegan al ambiente a través de las aguas residuales.
La mayoría de los productos analizados contenían alrededor de 15 piezas de microplásticos por gramo, siendo las formas más frecuentes: la fibra, seguida del fragmento, película y esfera. En cuanto al color, agregó Venkata Chari, predominaron los incoloros o trasparentes, mientras que los de tamaños inferiores a 500 micras (cada una corresponde a una milésima parte de un milímetro) fueron los más predominantes.
La relevancia de identificar la cantidad, tamaño, forma y color de los microplásticos, se debe a que estas características brindan información acerca de cuáles son los más abundantes en el ambiente de los peces analizados o cuánto tiempo tienen ahí, entre otros aspectos.
Urgen estudios toxicológicos
De acuerdo con Gurusamy Kutralam Muniasamy, posdoctorante en el Cinvestav y primer autor del artículo, los resultados del trabajo indican que los plásticos encontrados llevan mucho tiempo en el ambiente y se han degrado hasta ser microscópicos. “En este sentido, el tamaño de dichos contaminantes es un factor relevante para determinar el potencial de toxicidad en los organismos, pues al ser tan pequeños pueden afectar diversos organelos celulares”, dijo.
Nuestros hallazgos sobre la existencia de microplásticos en el pescado seco, añadió, sugieren la necesidad de llevar a cabo estudios toxicológicos acerca de los posibles riesgos para la salud humana derivados de la ingesta de este alimento.
La investigación consistió en evaluar la cantidad de microplásticos que reciben quienes consumen este tipo de pescado seco; por ello se simuló el proceso de digestión de los alimentos. Es decir, las y los investigadores degradaron las moléculas orgánicas (los tejidos y órganos de los charales, por ejemplo), a partir de varias sustancias químicas, y recuperaron las partículas restantes, las cuales fueron filtradas y observadas en el microscopio a fin de determinar si correspondían a plástico, de qué tipo, en qué cantidad estaban, así como su forma y color.
“Es de destacar que los estudios en el ámbito de microplásticos en alimentos ha ido avanzando, así como las técnicas para detectarlos, si bien hasta hace algunos años no se tenía idea de la magnitud de la presencia de estos contaminantes, nuestro grupo de investigación ha ido trabajando en documentar esta problemática proponiendo metodologías y haciendo adaptaciones a las ya existentes”, resaltó Fermín Pérez Guevara.
En el artículo, además de las y los investigadores de este Centro, participaron Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, e Ignacio Elizalde Martínez, del Instituto Politécnico Nacional.