A pesar del difamatorio discurso de Claudio X González y sus empleados, Marko, alito y el otro, queriendo asociar a Movimiento Ciudadano con Morena y el presidente de la República. Basta echar una ojeada a la participación del partido de Dante en el Congreso, para confirmar la estrecha alianza que ha mantenido con el PRIANRD a lo largo de este gobierno diferente. Varias fueron las reformas desechadas, con los votos definitorios de ese partido, que hicieran un daño irreparable, al presente y futuro de México.
Espero, lo anterior, sirva de contexto, para entender la furia de quien se siente dueño de la derecha mexicana contra un cómplice temporal, que ahora busca, por diversas razones, su independencia. De ahí el tajante epíteto de esquiroles.
Yo le diría al PRIANRD, no se angustien, les quitarán un grueso de los sufragios en la derecha, pero seguirán votando en las cámaras con ustedes.
Para muchos resulta sorprendente, que en nueve días de precampaña. Un individuo mediocre, advenedizo y afortunado por las circunstancias políticas de su estado, hubiera superado en encuestas formales, a la candidata, ahora inevitable, de la derecha recalcitrante en este país. Sin embargo, a riesgo de ser blanco de críticas por parte de sus seguidores, le quitaré con impunidad sus “méritos”.
La simpatía y convicción de aquellos que -en 2024- votarán por Morena y sus aliados es muy fuerte, podemos afirmar, será un altísimo porcentaje de “voto duro” derivado de la gran labor del presidente de la República, y el deseo imperativo, de una continuidad con cambio que se espera le imprima la inteligencia, honestidad y trabajo creativo de Claudia Sheinbaum Pardo.
La oposición, conformada por PRI, PAN, PRD y MC (mejor conocida como el McPRIANRD) se divide en dos bandos: Uno, que se asume incapaz de dar cumplimiento a sus propias declaraciones de principios individuales, sacrificando a la militancia y a su propia historia (PRI, PAN, PRD). Y otro, que busca capitalizar el desprestigio y bancarrota de sus socios (MC)
El primer bando, cuya denominación momentánea es ahora “Fuerza y Corazón por México” (antes “Va por México”) y quizá pronto se abroguen el derecho de llamarse “Somos México”, no es otra cosa que el llamado PRIANRD, que a partir de la llegada del presidente López Obrador han perdido “hasta la risa”. Ellos, en un acto impulsivo de sus nuevos amos, eligieron como candidata a Xóchitl Gálvez, un errático y grotesco personaje, que ha logrado la animadversión en los antiguos simpatizantes de los tres partidos, y, algo inaudito, un rechazo sin disfraz en los medios de comunicación tradicionales, qué, a pesar de haber sido contratados para impulsar esos esfuerzos, les traiciona un ápice de dignidad muy escondida.
La candidata, además de luchar contra su historia de corrupción y un presente de insolvencia intelectual atroz, carga con el descrédito de los partidos que la postulan. Los mexicanos se rehúsan en un 70% a votar por el PRI y el 50% por el PAN. El PRD, ya no figura en las expectativas de la gente.
El segundo bando de la oposición, Movimiento Ciudadano, cuya propiedad indiscutible corresponde a Dante Delgado, entiende la política mexicana. Sabe que su única posibilidad de crecimiento está relacionada con la caída de “Fuerza y Corazón por México”, cuyos votos son volátiles y fáciles de capturar, y difícilmente irán a las arcas del progresismo representado por Morena y sus aliados. Esto explica, cómo, hasta Samuel García y sus limitaciones, estaban ganando el segundo sitio en los sondeos.
Este día, el “PAN naranja”, llamado así por sus conductas legislativas, tendrá una “sesión extraordinaria” y seguramente revisarán el proceso que ha vivido “uno de los gobernadores actuales de Nuevo León”, rescatando la experiencia de competir ventajosamente contra el PRIANRD.
En mi opinión, pierde relevancia el nombre de quien vaya a sustituirlo, tienen un techo, y es este alrededor de un 25 % de la votación total destinado a toda la oposición.
Creo también, Movimiento Ciudadano, desplazará al PAN como segunda fuerza política.
“Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír” (George Orwell)