La jornada electoral del 9 de noviembre para elegir gobernador, congreso local y ayuntamientos en Tabasco se realizó bajo el tradicional manual electoral de partido de Estado que implementaba el PRI con el objetivo de llevarse “el carro completo”, instrumentando todas las modalidades del fraude tradicional, y conocido desde entonces como “el fraudecedario”, con prácticas como “el carrusel” (llevar grupos de votantes de casilla en casilla para votar una y otra vez), “operación tamal” (entregar tamales o desayunos a cambio del voto), “urnas embarazadas” (rellenar las urnas a favor del candidato oficial con las boletas no utilizadas durante la jornada), “los votos del más allá” (se entregaban credenciales de elector de votantes fallecidos) entre otras artimañas, además que no había credencial con fotografía (una misma persona podía votar una y otra vez), no había un padrón confiable, y las urnas no eran transparentes.
Para prevenir la mapachería electoral, Andrés Manuel López Obrador orientó sus baterías a conformar un ejército ciudadano de defensa del voto, pero el sello distintivo de aquel fraude fue no permitir representantes de la oposición en las casillas, era inédito que hubiera ciudadanos dispuestos a cuidar el voto, entonces el régimen leyó la estrategia y se anticipó impunemente a contrarrestarla.
“De última hora: la autoridad electoral le pide al Frente Democrático de Tabasco que sus representantes hayan vivido durante mínimo dos años en los alrededores. Es un requisito que impide acreditar cuidadores del voto” (Mejía Madrid, 2018).
Llega el día de las elecciones. Previo a la jornada electoral, el comandante de la 13 Zona Militar, general Francisco Fernández Solís advirtió “el ejército garantizará que el proceso electoral sea pacífico.” Más que ayudar a la paz y la democracia fue una amenaza velada para los opositores. En los comicios el gobierno dejó correr la acción de grupos violentos que rondaban las casillas para amedrentar e inhibir el voto masivo.
Jaime Avilés ilustra el primer gran fraude en perjuicio del movimiento encabezado por AMLO con un texto del gran cronista, escritor y periodista Carlos Monsiváis, quien en el contexto del proceso local analizó el fenómeno de Tabasco para recopilar los sucesos que conmovían a un país embravecido por la consumación del fraude salinista. El testimonio de Monsiváis había sido mostrado por el propio AMLO en su tercer libro Tabasco, víctima de un fraude (1990).
Conviene citar por extenso, escribe Avilés:
“Andrés Manuel incluyó un extenso reportaje de Carlos Monsiváis, que compendia las marrullerías utilizadas por el PRI, y por el gobierno de Miguel de la Madrid, para imponer como gobernador a Salvador Neme Castillo, quien sólo durará tres años en el cargo y será reemplazado, en 1992, por Manuel Gurría Ordóñez, un pelele de Carlos Hank González y Roberto Madrazo, mientras los tabasqueños observan estupefactos cómo se multiplican los negocios de Cabal Peniche. Lo que sigue es un extracto de ese espléndido reportaje de Monsiváis.
“Tres semanas antes de las elecciones presidenciales del 6 de julio de 1988, durante una gira por el estado de Zacatecas, Miguel de la Madrid declara solemnemente: “El gobierno no tolerará violaciones de minorías que conspiran contra México, aunque, inclusive, no se den cuenta”. Después del fraude electoral en favor de Salinas, y ante las protestas de quienes exigen que se reconozca como vencedor a Cárdenas, De la Madrid amenaza: “No permitiremos la destrucción del sistema de la Revolución Mexicana”.
“Al salir en defensa de su propia imposición como presidente electo, Salinas concede: “La existencia de la oposición es una muestra de que las opciones en México existen, como lo exige la democracia, pero no son aceptables para la mayoría de los mexicanos”. Manuel Camacho Solís, secretario general del PRI, dice a la prensa poco antes de las elecciones del 9 de noviembre de 1988 en Tabasco: “En las condiciones actuales, no hay distinción entre el partido mayoritario y las oposiciones”.
“Para documentar ese “igualitarismo” pregonado por Camacho, Monsiváis levanta el siguiente inventario de los atropellos que el PRI, De la Madrid y el gobierno tabasqueño llevaron a cabo contra los candidatos del FDN, encabezados por López Obrador. Citamos:
- Se les negó cualquier acceso a los medios de comunicación. La radio, la televisión y la prensa estuvieron, casi sin excepción, al servicio incondicional del PRI.
- Se puso en marcha una campaña anticomunista, tal vez propia de 1949 o 1952, que alertó a la población sobre la perversidad intrínseca del comunismo cardenista, que expropiaría tierras, casas, ganado y costumbres piadosas.
- “Respetamos a la oposición cuando es digna, pero una oposición como la que está queriendo agitar Tabasco no merece nada, mucho menos respeto… Tabasco es tierra de hombres que sabemos responder en cualquier terreno”: Arcadio León Estrada, presidente de la Unión Regional Ganadera de Tabasco.
- Se dilapidaron incontables millones de pesos en recursos federales y estatales para que el candidato del PRI, Salvador Neme Castillo, pudiera decir que “entabló contacto directo con aproximadamente 150 mil personas de mil 116 comunidades” a las que se les repartieron reglas, bolígrafos, abanicos, morrales, banderolas, calcomanías, cubetas, camisetas, gallardetes y mantas “con leyendas institucionales” estampadas ad hoc para cada municipio.
- El derroche cubrió también sueldos de funcionarios y promotores del voto, boletos de avión, gastos de hospedaje, alimentos y bebidas, equipos de cine y de fotografía, uso irrestricto de vehículos oficiales, etcétera.
- A la campaña anticomunista, se agregaron pronunciamientos de funcionarios públicos, para asociar a Andrés Manuel y sus compañeros de lucha con la violencia. “Como tabasqueño, pega en mi conciencia escuchar que con tanta impunidad un veracruzano [Heberto Castillo, presidente del Partido Mexicano de los Trabajadores] reitera calificativos sobre fraudes, manipulación, arbitrariedad. Los tabasqueños no son una cosa y Tabasco otra. Estos calificativos hieren a toda la ciudadanía”, afirmó un representante del PRI, a quien Monsiváis no identificó, durante una sesión de la Comisión Estatal Electoral.
- “Gente de fuera intentará provocar violencia para manchar las votaciones. El cardenismo importa provocadores profesionales. Vienen agitadores de la UNAM y el CEU [Consejo Estudiantil Universitario], son 150 elementos de la Brigada Nacional de Primera Fuerza del FDN”, inventó, en una rueda de prensa, el delegado del PRI, Fernando del Villar.
- Para contrarrestar las deserciones de priístas que se pasaron al FDN, el gobierno se dedicó a comprar candidatos del Partido Popular Socialista (PPS) y del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (FCRN), de Rafael Aguilar Talamantes (RAT).
- “Condeno la actitud engañosa y oportunista de los comunistas socialistas que quieren ampliar sus latifundios, ahora soñando con el poder”, declaró el ex candidato del FCRN a regidor por el municipio de Paraíso, Victorio Pérez.
- El día de las elecciones, las autoridades impidieron la acreditación de los miembros del FDN como representantes de casilla (se les exigió constancia de residencia en la localidad, misma que debía ser expedida por el gobierno municipal correspondiente, que al estar en manos del PRI, se negó por supuesto a extenderla).
- Se anularon muchas boletas electorales marcadas a favor de dos o tres partidos del FDN.
- Aunque no se actualizó el padrón electoral, hubo 50 mil nuevos votantes, muchos de ellos menores de edad.
- No existió el voto secreto: los promotores del PRI obligaban a sus acarreados a mostrar la boleta tachada sobre el escudo tricolor antes de depositarla en la urna.
- Fueron robadas muchas urnas, y luego el PRI acusó de ello a los partidarios de López Obrador.
- El PRI movilizó “brigadas volantes” que votaron más de una vez en distintos lugares de Tabasco.
- La Comisión Estatal Electoral entregó menos boletas de las que señalaba la ley en los sitios donde López Obrador tenía más simpatizantes.
- Muchas casillas fueron cerradas antes de tiempo, algunas a mediodía.
- Muchos paquetes electorales fueron llevados a los comités del PRI, donde recibieron adecuado maquillaje.
- Los presidentes de casilla desaparecieron las actas de la contienda, “por tener órdenes de llevarlas a los distritales” y no informaron de los resultados.
- En todas las casillas, los directivos (presidente, secretario y escrutadores) fueron exclusivamente del PRI.
- Éstos permitieron votar sin credencial de elector a quienes mostraban credencial del PRI o acta de nacimiento.
- Hubo muchas casillas donde la oposición no obtuvo un solo voto.” (Avilés, 2012).
No obstante los atropellos e irregularidades, López Obrador logró abrir un enorme boquete al régimen priista en su tradicional bastión del sureste. El trópico se pintaba de insurgencia cívica. En esas condiciones haber obtenido el reconocimiento oficial del 20.9% de la votación, fue una gesta heroica. El 12 de noviembre AMLO pidió la anulación de las elecciones, e inicio una intensa ruta de resistencia pacífica.
El dirigente del movimiento democrático nacional, Cuauhtémoc Cárdenas sentenció: “En Tabasco se dieron violaciones muy graves; se impidieron las candidaturas comunes, los registros de los candidatos del FDN se alteraron y revolvieron y finalmente la delincuencia desatada por el gobierno arrebató por la fuerza bruta la elección. Se repitieron, agudizadas por la violencia, las elecciones de la elección federal de julio. En la conciencia popular existe la certeza de que Andrés Manuel López Obrador y los candidatos democráticos a los ayuntamientos y al congreso obtuvieron las votaciones mayoritarias. (Cárdenas, 1990)
También en esa etapa, AMLO padece las primeras traiciones, que eran extensión en tierras tabasqueñas del papel del PFCRN a nivel nacional, que del discurso “radical” en defensa del triunfo del Ingeniero Cárdenas se fue trasladando a instrumento del salinismo para minar al frente. Los cuadros del PFCRN en Tabasco se pasaron del otro lado de la mesa, y acordaron se les otorgaran las diputaciones plurinominales a cambio de abandonar en los consejos electorales la defensa del voto de la elección estatal.
“Difícil y escasa fue la defensa de la voluntad ciudadana en los organismos electorales. El gobierno desechaba impugnaciones o impedía el uso de la palabra a los representantes de los partidos que demandaban rectitud; donde pudo intimidó y compró voluntades –fue clara la negociación de las diputaciones plurinominales que adjudicó al PFCRN en Tabasco- donde consideró necesario, desató la violencia y la represión.” (Cárdenas, 1990).
Sintetiza Martí Batres en Las claves de AMLO: “De 1988 a 1995, AMLO sería el líder regional más importante de Tabasco. Después de 1988 volvió a recorrer el estado una y otra vez. Fundó el PRD en la entidad en 1989, logró tener una dirección unificada, alejada de grupos y corrientes, y una estructura territorial muy organizada desde la base, con comités en cada pueblo y colonia, y direcciones intermedias en todos los municipios.” (Batres, 2008).
Noviembre del ´88 cimbró al trópico, las cosas no volverían a ser monolíticas políticamente; Andrés Manuel López Obrador emprendió un tenaz esfuerzo de organización y resistencia, primero para fundar el PRD en el estado, a su vez construir un movimiento popular que mantuviera la defensa de las causas del pueblo en tiempos no electorales, y llegar como partido- movimiento al proceso de 1991 en mejores condiciones.