En México ha existido una añeja tradición de personajes y grupos inspirados en la ideología conservadora, cuyo germen se encuentra en un sector de la oligarquía con pretensiones aristocráticas, que emplea el fanatismo religioso y un discurso extremista para acuerpar sectores medios y otros segmentos descontentos con los cambios sociales.
Las tres grandes trasformaciones (Independencia, Reforma y Revolución) enfrentaron la reacción de quienes pretendieron por todos los medios posibles restaurar el régimen de privilegios precedente en cada caso.
Antecedentes en el Siglo XIX
En el siglo XIX -ante los avances de la Reforma-, Guillermo Prieto narra en Memorias de mis tiempos que la reacción a los cambios provino de: “Monjas, frailes, sacristanes, devotos, mayordomos de monjas, cantores y dependientes de las catedrales y oficinas con rezos y preces, con triduos y lloros, desataron odios y anatemas, rompiendo los vínculos más sagrados de la familia y presentando la misma traición a la patria, como pruebas de amor a Dios y méritos para alcanzar la gloria… el clero lanzaba excomuniones, hacia rogativas que parecían alaridos de venganza, y convertía cada púlpito en punto avanzado, que aclamaba alerta contra los enemigos de Dios”.
El discurso de la Iglesia caracterizó la Reforma como un atentado al poder de Dios. La gran premisa de los liberales fue la separación del poder político del llamado poder temporal del clero, poder que además de su connotación religiosa suponía una serie de privilegios como el fuero, la adquisición, administración y acumulación de bienes raíces para unos cuantos.
En respuesta a los liberales, la fundación del partido conservador por Lucas Alamán (1792-1853) estableció un programa que antecedió lo que posteriores proyectos conservadores hilvanaron como fundamento ideológico: la Iglesia católica como principal aliada, la premisa del poder de la plutocracia, y la perpetuación de prebendas económicas para una elite imperecedera.
La reacción al cardenismo
Durante la 3er transformación, en el periodo cardenista los grupos reaccionarios retomaron las ideas de los conservadores del siglo XIX, después de la guerra cristera las expresiones de fanatismo religioso se reagruparon en diversas vertientes que añoraban la restauración del poder temporal, y negaban la consolidación de un Estado laico y benefactor.
Las aportaciones historiográficas de Martha B. Loyo y Héctor Gómez Peralta son fuentes precisas para visitar los rasgos de esta vertiente político-ideológica desarrollada con virulencia en el momento cúspide de la Revolución Mexicana (ciclo histórico de tres décadas que confluyó en el periodo cardenista 1934-1940).
Los logros sociales del cardenismo en la perspectiva del Estado laico y benefactor, tales como la distribución de Haciendas entre peones, el reparto agrario en La Laguna y el Valle del Yaqui, la expropiación petrolera, la apertura a los asilados de la guerra civil española, la fundación del IPN y el INAH, la educación socialista, y todas las vertientes que caracterizaron la obra del Gral. Lázaro Cárdenas como nacionalista, industrializadora, agrarista, indigenista, y obrerista, significaron la síntesis de la revolución social anhelada por Francisco Villa y Emiliano Zapata, pero a su vez concitaron la respuesta visceral de un heterogéneo cúmulo de actores que en lo individual o colectivo habían sido desplazados económica, política o ideológicamente; eran ex revolucionarios disidentes, grupos católicos o religiosos, empresarios e industriales y organizaciones con ideología conservadora, que se reorganizaron para responder al nuevo régimen en diversos terrenos de la vida pública.
En el artículo Las oposiciones al cardenismo Martha B. Loyo nos refiere: “El general Lázaro Cárdenas, durante su campaña presidencial, había recorrido 30,000 kilómetros visitando pueblos, rancherías, ciudades, comunidades indígenas remotas y fábricas; el conocimiento más amplio de las condiciones que prevalecían en el país contribuyó a radicalizarlo”. (Loyo, 2010) Ante los cambios sociales implementados por Cárdenas algunos grupos minoritarios pero muy activos lo identificaron como un gobierno comunista.
Explica Loyo sobre las reacciones ante el cardenismo: “Esta política produjo descontento en aquellos grupos que se sintieron amenazados ante la perspectiva de perder el poder o fueron excluidos, o a quienes dichas reformas afectaron directamente: clases altas y medias; de igual manera campesinos y obreros, que si bien pertenecían a los grupos sociales beneficiados, no habían logrado mejoras o ser vieron afectados por el aparato burocrático que en ocasiones retardó la aplicación de las reformas. Por otro lado, pequeños y medianos propietarios rurales por motivos distintos, y latifundistas, comerciantes, burócratas, profesionistas, antiguos políticos, estudiantes y militares desplazados, emprendieron acciones en las que manifestaron su desacuerdo”. (Loyo, 2010).
Los más connotados referentes de la reacción conservadora durante la transformación cardenista fueron:
“Los industriales”.
Un sector de los empresarios denominado “los industriales” se rebeló a la política laboral del cardenismo, a la que acusó abiertamente de comunista. “El 5 de febrero de 1936, en Monterrey se realizó una manifestación anticomunista de industriales, comerciantes, ganaderos, agricultores, en la que participaron comerciantes e industriales de Coahuila; dos días después se cerró el comercio como protesta por el avance comunista”. (Loyo, 2010).
Este grupo de empresarios se unieron también contra la ley de expropiación, cuestionaron la supuesta falta de garantías para los expropiados, y esto los animó a activarse contra la postura del gobierno como árbitro imparcial en las huelgas obreras, e incluso desde su percepción como promotor de las mismas.
Así, “grupos de empresarios e industriales habrían de aglutinarse al final del cardenismo en un esfuerzo por frenar el desarrollo de la política económica y laboral, aun cuando la industria tuvo un crecimiento considerable gracias a la ampliación del mercado interno, la restricción de la libre competencia, la protección arancelaria y los estímulos fiscales”. (Loyo, 2010).
La Confederación de la Clase Media (CCM)
En junio de 1936 se fundó la CCM, por Enrique y Gustavo Sáenz de Sicilia, para “unificar a toda la clase media mexicana y para contrarrestar la actual tendencia comunista y nivelar la actual situación económica y social por la que está pasando esta clase” (Pérez Monfort, 1982).
En un contexto donde el régimen revolucionario organizaba en grandes centrales a obreros y campesinos, este fue un planteamiento que aspiró a articular un polo de profesionistas, empleados, comerciantes, y pequeño burgueses, que no compartían el acenso de los derechos de las clases populares.
El Comité Pro Raza
Contra la supuesta invasión de extranjeros y la propagación de sus ideas, surgió el Comité Pro Raza de corte fascista, agrupado bajo el lema “Por la Patria y por la raza” y el escudo de su bandera con un águila roja de alas encendidas, en un triángulo que decía “Por México”.
Sus integrantes boicoteaban productos chinos y judíos “por comunistas”, en su organización se reservaban el derecho de admisión solo para mexicanos por nacimiento sin líneas sanguíneas inmediatas con extranjeros; agrupaban a comerciantes, obreros, empleados industriales o agrícolas.
La Acción Revolucionaria Mexicana (ARM) o los “Camisas Doradas”
Esta organización fue creada en 1934 para luchar “en contra de los comunistas y judíos”, era abiertamente fascista e inspirada en los Camisas Negras de Mussolini, fue dirigida por un ex general revolucionario Nicolás Rodríguez, su objetivo era detener a los extranjeros que se apropiaban del país.
“La ARM muy pronto tuvo filiales en el país entre la clase media urbana, inconforme con los gobiernos de la Revolución, antiguos políticos y militares fracasados, y estaban organizados en grupos de choque. Al fundarse contaba con 500 hombres que fueron en aumento e irrumpían en toda ocasión donde acudían judíos y bolcheviques. Aparecían con su clásico grito de ¡Muerte al comunismo! y ¡México para los mexicanos! cuando grupos obreros de izquierda realizaban marchas” (Loyo, 2010).
Aproximadamente cien “Camisas Doradas” a caballo irrumpieron a inicios de 1935 en un mitin del Partido Comunista que dirigía Hernán Laborde y en marzo atacaron su sede partidaria, en ambos casos causaron destrozos; luego “el 20 de noviembre, durante el desfile de la conmemoración de la Revolución, hubo un enfrentamiento en el Zócalo entre la policía, los obreros y los Camisas Doradas, con resultados de dos muertos y varios heridos. Los Dorados fueron aplastados por los taxistas comunistas llamados los tanques rojos”. (Loyo, 2010). Posteriormente su líder Nicolás Rodríguez, fue expulsado del país por el Gral. Cárdenas en febrero de 1936.
La Unión Nacional Sinarquista (UNS)
La UNS fue constituida el 23 de mayo de 1937, en la ciudad de León y se extendió al Bajío, como un frente común de católicos y otros sectores contra Cárdenas, que “no pretendían desarrollar un movimiento violento tipo nazi- fascista- falangista, sino cimentarlo en la acción pacífica, la protesta- movilización y las enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia” (Loyo, 2010). El Sinarquismo llegó a convertirse en partido político con registro nacional con el PDM en los años ochenta y la Unión Nacional Sinarquista en el 2000; en su etapa inicial no quiso aliarse a otros grupos.
La Base
La Base fue una organización semi-clandestina que significó la semilla del PAN y se originó en el grupo llamado Las Legiones. “En septiembre de 1939, en una junta del congreso supremo de La Base se tomó la decisión de fundar el Partido Acción Nacional (PAN) con el objetivo de crear una organización que se dedicara a la acción política de los católicos y de los empresarios norteños y que asegurara la representación de las fuerzas católicas en las elecciones de 1940” (Loyo, 2010).
Por su parte narra Héctor Gómez Peralta: “La Base reclutó militantes para la causa social-cristiana, adoptando la tradición del sindicalismo católico de años atrás que organizaba círculos de estudio donde a los miembros se les enseñaba el pensamiento social de las encíclicas papales. Estaban animados por una particular idea: “restaurar todo en Cristo” de Pío X, entendida como el “reinado de Cristo sobre la tierra”. (Gómez Peralta, 2012).
“El arzobispo de México, Luis María Martínez Rodríguez, fue el liderazgo real de La Base. No obstante, por la situación de intento de reconciliación por parte de la Iglesia con el Estado posrevolucionario, se optó por mantener oculta la existencia misma de dicha organización. De dientes para afuera, la Iglesia sería bastante cuidadosa al evitar mostrar cualquier conexión con La Base y con las dos organizaciones políticas que se formaron a partir de ella: la Unión Nacional Sinarquista (UNS) (1937) y el Partido Acción Nacional (1939).” (Gómez Peralta, 2012).
La Unión Nacional de Estudiantes Católicos
Se origina en 1931 e intensifica su activismo ante el programa de la educación socialista del cardenismo desde 1935. “La UNEC se posicionó principalmente en el terreno universitario (…) su presencia se daría en varias instituciones universitarias pero principalmente en la UNAM, en donde ocuparían espacios en el consejo académico”. (Hurtado, 2014).
El Partido Acción Nacional (PAN)
De algunos de estos grupos enlistados, en un contexto donde el fascismo cobraba fuerza en el mundo, en México surgió el PAN como principal núcleo opositor a todo lo que edificó el Presidente Cárdenas. Aunque otros núcleos se mantuvieron en el sinarquismo y unos más se volvieron aún más extremistas. La derecha radical mexicana creció de manera significativa y fue muy beligerante en esos años, ha referido Rafael Barajas.
El PAN es formalmente fundado entre el 15 y 17 de septiembre de 1939 en el Frontón México. “Se trata de una reacción a la política revolucionaria asumida desde el principio de su gobierno por el general Lázaro Cárdenas y a sus continuos choques con los grupos empresariales y eclesiásticos; a la transformación del PNR en Partido de la Revolución Mexicana, cuyos principios reconocen ahora la lucha de clases y cuyos objetivos comprenden “la preparación del pueblo para la implantación de una democracia de los trabajadores para llegar al régimen socialista”; así como a la posible continuidad del cardenismo mediante la probable candidatura presidencial del radical general Francisco J. Mújica para las próximas elecciones de 1940.” (Carmona, 2020).
Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Gustavo Molina Font, Manuel Herrera y Lasso, Aquiles Elorduy, Pedro Zuloaga Irigoiti y Luis Calderón Vega, entre otros fundaron el PAN, se trató de personajes que tenían fuertes vínculos políticos e ideológicos con movimientos de ultraderecha nacionales y extranjeros.
Otras organizaciones
En 1937 surgieron: Partido Anti reeleccionista Acción, Vanguardia Nacionalista Mexicana, Juventudes Nacionalistas.
En noviembre de 1938 el Partido Social Demócrata, dirigido por Jorge Prieto Laurents, que agrupó a grupos de clase media de provincia, y el Frente Constitucional Democrático Mexicano formado por pequeños propietarios del Norte y ex militares.
Seminario “La Reacción”
Al final del periodo cardenista, salió a la luz el seminario La Reacción entre 1938 y 1942. Reseña Rafael Barajas: “Esta revista fue pronazi. Los artículos, las columnas y las caricaturas daban por hecho “la naturalísima admiración” que provocan los “fulminantes triunfos alemanes”. Y pormenoriza: “La Reacción era anticardenista, anticomunista, antilombardista y veía en los Camisas Doradas la salvación de la patria”. (Barajas, 2013).
No es casual que las experiencias de derecha y ultraderecha fascistas e incluso de talante neonazi hayan surgido con mayor amplitud e intensidad contra el gobierno cardenista, que transformaba de raíz las condiciones de vida de la mayoría del pueblo de México.
Resuelve Gómez Peralta sobre el anticomunismo como bandera de la reacción en el contexto internacional de los años treinta y cuarenta: “La preocupación –en la mayoría de los casos exagerada por su paranoia anticomunista– de las organizaciones católicas mexicanas sobre el curso de los eventos nacionales, fue además exacerbada por los acontecimientos del escenario internacional. Las organizaciones católicas mexicanas tenían la percepción de que lo ocurrido en México era un reflejo de la lucha que se libraba a nivel internacional.
“En Europa florecieron sistemas políticos que, como el catolicismo, trataban de conservar elementos del mundo tradicional que el liberalismo y el socialismo atacaban con denuedo. El primero ellos fue el fascismo italiano (basado en un modelo corporativo orgánico cuya construcción teórica se inspiraba directamente en el pensamiento neo-tomista.) Otros regímenes –como el de Getulio Vargas en Brasil, el de Antonio Salazar en Portugal y el de Francisco Franco en España–, en cambio, llegaron a contar con el decidido apoyo de las organizaciones católicas mexicanas ya que tendieron a proteger y alentar a una Iglesia católica temerosa de la amenaza comunista, al tiempo que implantaron reformas económicas y laborales inspiradas en la doctrina social de aquélla (al menos en el papel).”
De todo ello abrevó la reacción al gobierno revolucionario cardenista: “Lo anterior hizo que nacieran varios grupos opuestos al régimen de la revolución: aquéllos cuyas propiedades fueron disminuidas o extinguidas por el reparto agrario; pequeños propietarios que temían que su tierra pasara a ser ejido; empresarios temerosos al ver surgir al sindicalismo; clases medias que consideraban el énfasis cardenista en los obreros y campesinos como la exclusión de sus intereses y representación; tradicionalistas que interpretaron al indigenismo y la educación socialista como la destrucción de la herencia hispánica y, por último pero no menos importante, los que pensaban que el sistema era autoritario y le exigían más democracia y una mayor inclusión política. (Gómez Peralta, 2012).
La nueva reacción y la 4ª T.
A la luz de la 4ª transformación de México han resurgido grupos minoritarios con discurso de odio y practica golpista, su andar reaccionario y raíces vienen del anti comunismo y el anti cardenismo; tienen un vínculo construido por el fanatismo cuasi religioso, y por las aspiraciones totalitarias (la razón sin discusión es su patrimonio), y son hijos del el fascismo. Representan en síntesis la nueva ultraderecha.
Sobre el fenómeno, el Presidente AMLO ha dicho: “El gobierno actual ha retomado los ideales democráticos de Madero, con el agregado de poner énfasis en el bienestar del pueblo, no solo por convicción o humanismo, sino también para afianzar los cambios con el respaldo de la gente, evitar retrocesos y resistir ante cualquier reacción conservadora.