Por Mathieu Racheter (*)

En términos de la actividad económica, América Latina fue la región más castigada por la pandemia durante 2020. Muchos países implementaron medidas drásticas de confinamiento para frenar el aumento de las infecciones, en un contexto de sistemas de atención sanitaria relativamente subdesarrollados y un elevado grado de informalidad laboral. Si bien la tasa de infecciones se desaceleró hacia fines de 2020, la región enfrenta actualmente una nueva ola de casos.

Brasil, en particular, sigue padeciendo un número de casos sin precedentes, pero también comenzamos a observar cifras crecientes en otros países, como Argentina, Chile y Perú. Esto tiene lugar en un momento difícil para las economías de la región.

El estímulo fiscal en su mayoría se ha agotado y algunos bancos centrales sufren cada vez más presión para aumentar las tasas de interés antes de lo esperado en vista del repunte de la dinámica de la inflación provocado por el aumento de precios de las materias primas. Se suma a ello la «fatiga social» cada vez mayor en la región, producto de los confinamientos prolongados, lo cual torna mucho más difícil implementar con éxito nuevas medidas para contrarrestar el aumento de los nuevos casos de infección.

Según estadísticas oficiales, la tasa de mortalidad de América Latina supera ampliamente la de otras regiones, lo que sugiere que se ha subestimado considerablemente la proporción de la población infectada por el coronavirus. Si asumimos la misma tasa de mortalidad en la región que en el resto del mundo, calculamos que alrededor de un 30% de la población de América Latina ya contrajo el virus.

Con todo, si bien el número de casos estimados es elevado, todavía se sitúa por debajo del umbral de inmunidad colectiva (60% a 70%) en la mayoría de los países de la región. Por lo tanto, implementar una campaña de vacunación eficaz en toda América Latina sigue siendo fundamental.

Por desgracia, a excepción de Chile, la región está rezagada en la carrera de la vacunación mundial. Chile se destaca, pues ya se ha vacunado casi el 9% de la población. Le sigue Brasil, donde casi un 2% de la población ya recibió la vacuna, en tanto que la mayoría del resto de los países apenas comienza a lanzar sus programas de vacunación.

Con el ritmo actual de vacunación, le será difícil a la región lograr sus objetivos de vacunar a la población dentro de plazos razonables (para obtener más información sobre el avance de las campañas de vacunación en la región, consulte el Apéndice).

Un aspecto positivo es que la resistencia del público a las vacunas en América Latina es menor que en la mayoría de otras regiones. Según varias encuestas, un 70% de los encuestados en la región estaría dispuesto a vacunarse tan pronto la vacuna se encuentre disponible. Esto marca un contraste con otras regiones, donde un gran porcentaje de encuestados prefiere esperar a ver más evidencias sobre los posibles efectos secundarios.

Inflación: en aumento

Con excepción de Argentina, la inflación en América Latina se mantuvo controlada en 2020; esto permitió a los bancos centrales reducir las tasas de interés y a los gobiernos anunciar un estímulo fiscal más grande para ayudar a las economías en problemas.

Sin embargo, el aumento de precios de las materias primas ha impulsado la inflación general al alza en muchos países. Además, la recuperación más rápida de lo previsto en Estados Unidos, junto con una nueva ronda importante de estímulo fiscal, ha llevado las expectativas de inflación de ese país a máximos de varios años.

Por ejemplo, las expectativas de inflación implícita a cinco años en Estados Unidos se sitúan en un 2,5%, la medición más alta registrada desde 2011. En consecuencia, el mercado rápidamente volvió a descontar tasas de interés más elevadas. Con el aumento de las expectativas de inflación y los rendimientos más altos surge la preocupación de que las autoridades económicas puedan tener que endurecer la política monetaria antes de lo previsto. En particular, cabe esperar que el banco central de Brasil aumente las tasas de interés en, al menos, 50 puntos básicos en marzo.

Perspectivas: aumenta el riesgo de una «década perdida» para el crecimiento

 El peor escenario para América Latina comienza a materializarse. La recuperación mundial encabezada por Estados Unidos está comenzando a elevar la inflación y las tasas de interés, lo que deriva en un endurecimiento de la política monetaria antes de lo previsto y en una mayor presión hacia la consolidación fiscal en la región.

Al mismo tiempo, América Latina enfrenta una nueva ola de infecciones por Covid-19 y la lentitud de las campañas de vacunación retrasará la inmunidad colectiva hasta fines de 2021. Por lo tanto, seguimos previendo solo una recuperación muy dilatada en la región, que irá a la zaga de otras regiones. No creemos, tampoco, que la región vuelva a los niveles de producción económica anteriores a la crisis hasta 2022 o, incluso, más tarde.

(*) Analista de investigación de estrategias de mercados emergentes en Julius Baer

 

 

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