El presidente Andrés Manuel López Obrador ha puesto en práctica tres premisas surgidas de la concepción del servicio público emanadas del México profundo, y de la voluntad de los pueblos originarios: rendición de cuentas, mandar obedeciendo o revocación del mandato.
A diferencia de sus antecesores, los informes de gobierno no son ejercicios de culto al poder, ni eventos cargados de suntuosidad y parafernalia; son en cambio, actos republicanos, austeros y sobrios, corresponden a la suma -ya no anual de rituales absurdos detrás de vallas y besamanos-, sino trimestral de la obra de gobierno que se ejecuta e informa todos los días, incluso con derecho de réplica.
El presidente informa cotidianamente, pues la rendición de cuentas y el mandar obedeciendo son signos de la 4ª Transformación.
En la perspectiva que la política es en esencia “la voluntad de vivir”, el Dr. Enrique Dussel ha desarrollado las 20 tesis de política para la liberación, donde la ética en la política se halla indisolublemente ligada al concepto ancestral de “poder obediencial”. Según esta concepción de fundamento indígena, los que mandan, mandan obedeciendo. En consecuencia, la relación entre quienes gobiernan o conducen y sus representados implica una simetría entre los valores que motivaron su representación y el ejercicio práctico del poder.
Quizá por ello, acostumbrados al poder como forma de dominación los conservadores no han comprendido los alcances en materia de cultura política del nuevo régimen que apuesta al mandar obedeciendo, para transitar de la democracia solo representativa a la democracia directa y representativa.
Por ello las nuevas obras del actual gobierno, han implicado procesos de consulta y consenso comunitario, así se hizo con el Proyecto Transístmico, el Tren Maya, y actualmente con el acompañamiento a la eliminación de fuero a expresidentes y la posibilidad de que sean juzgados quienes -con la inmunidad de la investidura-, fueron cómplices de corrupción.
Así, durante su 2do informe dirigido al Congreso de la Unión, respecto a la Consulta Popular para el juicio a ex presidentes de México, en sintonía con el mandar obedeciendo, el presidente AMLO ha dicho:
“En los casos en los que se está implicando a expresidentes de la República, he propuesto, que las autoridades responsables desahoguen el asunto con absoluta libertad, y que de ser necesario se celebre una consulta para conocer la opinión del pueblo. He dicho, y reitero, que yo votaría por no someterlos a proceso pues mantengo la postura que sostuve en mi toma de posesión, según la cual, “en el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir. De realizarse la consulta, respetaré el fallo popular, sea cual sea, porque en la democracia el pueblo decide y por convicción me he propuesto mandar obedeciendo”.
Bajo esta perspectiva, El País México publicó el 31 de agosto una encuesta donde el 95.5 por ciento de los mexicanos está de acuerdo en que los expresidentes deben ser juzgados; el 58.3 por ciento considera que es necesaria la consulta, y en caso de llevarse a cabo, el 74.4 por ciento votaría a favor de que los mandatarios sean juzgados. Estos datos confirman otro estudio de opinión efectuado por El Universal donde 9 de cada 10 mexicanos está por un juicio a los expresidentes. Lo cual implica datos esclarecedores sobre la demanda de la mayoría del pueblo de terminar con la impunidad y la corrupción que caracterizó al régimen neoliberal (1988-2018).
En esta etapa de pandemia, que ha sido un complejo e inédito problema mundial, que en nuestro país lleva ya seis meses de ser la cuestión principal a atender por gobierno y sociedad, y más aún tras un embate brutal de los voceros del antiguo régimen político, no es menor que el presidente tenga la confianza del pueblo para abrirle camino a la madre de todas las batallas contra la corrupción, pues El País México también refiere que 65.7 por ciento de los mexicanos aprueba la gestión de AMLO, quien mantiene un amplio apoyo nacional, según también la mayoría de los sondeos sobre su gestión, que lo colocan en el peor de los casos arriba del 55 por ciento.
En el 2do informe de gobierno, el presidente ha sido concreto: se han cumplido 95 de los 100 compromisos realizados durante su campaña, y el objetivo es llegar con la meta al 100% a los dos años de gobierno en diciembre.
Por ello la legitima, legal y constitucional demanda del pueblo organizado para una Consulta Popular que implique un juicio con el debido proceso a los ex presidentes que hayan delinquido o solapado actos ilícitos, es una apuesta genuina para que lo viejo acabe de morir y lo nuevo termine de nacer.
Al final del día, el anhelo de justicia está muy claro en la voz del pueblo. En el caso del papel del presidente AMLO quedará en la historia que el titular del poder ejecutivo actúo conforme a la voluntad popular y la legalidad aplicable, como juramentó ante la Constitución. Insistimos no por venganza, si por justicia.
El mandar obedeciendo significará la semilla de una nueva cultura política. Como ha cerrado el presidente en su mensaje: “Estoy convencido que la mejor manera de evitar retrocesos en el futuro depende mucho de continuar con la revolución de las conciencias para lograr a plenitud un cambio de mentalidad que, cuando sea necesario, se convierta en voluntad colectiva, dispuesta a defender lo alcanzado en beneficio del interés público y de la nación”.