LA TRIBUNA

Por JHAD

El número de muertes que ha causado el COVID-19 en el país, está cerca de las 20 mil y por lo que se ve, la cifra seguirá creciendo, porque en esta ocasión los pronósticos sobre el comportamiento del virus, por desgracia han sido fallidos, y lejos de observar una disminución gradual en las cifras de contagios y decesos, la situación está descontrolada.

Y para darle un toque más dramático, esta semana inició la etapa llamada nueva normalidad, con un riesgo epidemiológico aún muy alto, porque la gente reanuda sus actividades con información distorsionada y contradictoria, lo que puede provocar una mayor cantidad de afectados y damnificados por el peligroso virus.

Aunado a eso, las actitudes, declaraciones y contradicciones de los responsables de la salud pública, incluido el presidente, hacen un coctel peligroso de ideas difusas ante la opinión pública,  que seguramente traerán consecuencias muy dolorosas.

De acuerdo a lo expresado por el doctor Hugo López Gatell se esperaba que la curva de contagios estaría controlada a principios del mes de mayo pero, cada tarde después de las siete de la noche, los pronósticos quedan rebasados por mucho.

La Jornada de Sana Distancia fue el polémico programa de confinamiento que tenía por objetivo frenar la cantidad de contagios, que por los números que presenta el subsecretario, no parece haber funcionado del todo.

Al inicio de la pandemia en nuestro país, mucha gente aplaudió el excelso trabajo de López Gatell. Su  impecable retórica y presencia mediática lo convirtieron en la nueva figura de la cuarta transformación.

Sin embargo, sus inconsistencias le comenzaron a cobrar facturas y su distinguido brillo se comenzó a eclipsar. Actualmente, su presencia ya no es sinónimo de certeza y verdad. Los números reales lo han vuelto a la cruel realidad y la cantidad de personas que ya no le creen, crece considerablemente cada día más.

Su famoso método centinela ha sido criticado por no tener la consistencia científica que se requiere y se especula que la cantidad de muertos por el COVID-19,  es mayor a la que cada tarde anuncia López Gattel.

Y mientras el subsecretario deambula entre el número de muertos, el fin de los contagios, su frase de “quédate en casa” y la enésima ocasión en que doma la curva epidémica, otros aprovechan la oportunidad para exhibirlo con declaraciones fuertes y actitudes retadoras que lo único que logran es desestabilizar y confundir a la población.

El poderoso empresario Ricardo Salinas Pliego, utiliza sus medios de comunicación para ningunearlo y ponerlo en contra de la gente. Sus grandes diferencias con la jefa de gobierno de la ciudad de México, Claudia Scheibaum por el uso del cubrebocas, donde el médico dice que no es necesario y la funcionaria dice que sí lo es.

El premio Nobel de Química, Mario Molina  también recomienda el uso del cubrebocas y el doctor-funcionario rechaza la noción, sin importar la calidad moral del científico.  Las evidencias de otros no son válidas para el doctor López Gatell.

En todos los casos, lamentablemente nadie puede evitar que el número de decesos siga creciendo. Las señales y los discursos son distintos. La población es la más afectada de estás terribles contradicciones. Es decir, seguimos caminando entre los muertos.

Y si esto es grave, lo es más la actitud del presidente López Obrador, quien no solo desestima la recomendación del subsecretario de quedarse en casa, sino que declara-casi por decreto- que lo más grave de la pandemia ha quedado atrás y que es momento de volver a las calles, justo cuando el número de contagios y muertes crece exponencialmente.

Este mensaje confunde. No hay coherencia entre los dos personajes más importantes en el manejo de la pandemia en el país. El luto en casi 20 mil familias merecería más empatía y respeto.

Entre el espanto y la locura, el país sufre por la falta de entendimiento y coherencia entre los personajes más importantes en el manejo de la pandemia. El “sálvese quien pueda” es la nueva frase que habremos de adoptar los mexicanos. Sin importar el dolor, el miedo y el luto de 20 mil familias, las actividades seguirán como si nada pasara.

Paralelamente a esta pesadilla causada por el COVID-19, la sociedad tendrá que encontrar fórmulas propias para salir adelante de todas las crisis que ahogan al país. Sin rumbo claro y con actitudes soberbias y poco empáticas, no tendremos otra opción que seguir caminando sobre los muertos…

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