Redacción

Aunque 86 millones de adultos en Estados Unidos tienen niveles altos de colesterol, un tercio de los estadounidenses afirma no haberse sometido a una revisión en los últimos cinco años. Para prevenir las cardiopatías y otros problemas graves de salud, es fundamental medirse y controlar el colesterol.

Pero saber cuándo hay que hacerse la prueba y qué indican los resultados puede ser algo abrumador. ¿Hasta qué punto es perjudicial para la salud el “colesterol malo”? ¿Deberías preocuparte si tu colesterol total está a punto de ser demasiado alto? ¿Y qué tanto puedes reducir tus niveles cambiando tu dieta o tus hábitos de ejercicio? Les preguntamos a los expertos qué hay que saber sobre las pruebas y el control del colesterol.

¿Qué es el colesterol?

El colesterol es una sustancia grasa (también llamada lípido) producida en el hígado. Es esencial para producir membranas celulares, hormonas y otros elementos. Normalmente, el hígado produce todo el colesterol que necesitas.

Pero algunos alimentos, como la carne y los productos lácteos, pueden aumentar el colesterol que circula por la sangre, por lo que es posible que te pidan que ayunes antes de hacerte una prueba de colesterol. El colesterol tiene mala fama porque hay pruebas fehacientes que relacionan unos niveles elevados con la acumulación de placa en las arterias y el endurecimiento de las paredes de los vasos sanguíneos con el paso del tiempo; en términos médicos, esto se denomina aterosclerosis.

Con el tiempo, la acumulación puede bloquear el flujo sanguíneo que va hacia al corazón y provocar un infarto. Los trozos de placa también pueden romperse y desplazarse a otras partes del cuerpo, provocando un derrame cerebral.

La mayoría de las personas no presentan síntomas hasta que sus arterias están gravemente obstruidas. Por eso los médicos se fijan en los niveles de colesterol para detectar y tratar con anticipación los problemas cardiovasculares, señaló John Wilkins, profesor asociado de cardiología y epidemiología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.

¿Cuándo necesitas medirte los niveles de colesterol?

Según la Asociación Estadounidense del Corazón, todos los adultos de 20 años o más deben chequear el colesterol cada cuatro o seis años. Es posible que necesites revisiones más frecuentes si tienes ciertos factores de riesgo, como hipertensión, diabetes o antecedentes familiares de cardiopatías. Pero las cardiopatías también son cada vez más frecuentes entre los jóvenes.

El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre recomienda empezar a medir el colesterol entre los 9 y los 11 años o a partir de los 2 años si hay antecedentes familiares de colesterol alto y cardiopatías. Tu médico puede ayudarte a decidir cuándo es el momento de hacerte la prueba.

¿Qué es lo que muestran las pruebas de colesterol?

El médico puede medir el colesterol mediante un análisis de sangre denominado lipidograma o perfil lipoproteico. Este mide el colesterol total, el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL), el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y los triglicéridos, otro tipo de grasa que endurece las arterias y procede principalmente de los alimentos. Todos estos valores se expresan en miligramos por decilitro (mg/dl).

A veces, la prueba incluye la lipoproteína de muy baja densidad (VLDL), que transporta los triglicéridos a distintas partes del organismo. Para algunas personas, el médico podría solicitar también una prueba de apolipoproteína B, o ApoB, que es la partícula que en realidad transporta el colesterol en la sangre.

Según Stephen Kopecky, cardiólogo preventivo de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, esta prueba se considera un indicador más preciso del riesgo de infarto, sobre todo si las cifras de LDL son moderadas o ligeramente elevadas.

¿Cuáles son los niveles normales de colesterol?

Lo que se considera “normal” depende de varios factores. Los niveles de colesterol suelen aumentar con la edad. Los hombres por lo general tienen niveles más altos a lo largo de su vida, mientras que las mujeres suelen experimentar un aumento durante el embarazo o la menopausia. Ciertos genes también pueden influir en la cantidad de colesterol que produce el organismo.

Quizá la cifra más importante sea el LDL, considerado el “colesterol malo” que se acumula en las paredes de las arterias. Para la mayoría de las personas, el LDL debe estar por debajo de 100 mg/dl, y cuanto más bajo, mejor. Según Douglas Jacoby, director médico del Centro de Cardiología Preventiva y Control de Lípidos de Penn Medicine, las personas con diabetes, placa acumulada u otros factores de riesgo de cardiopatía deben mantener el LDL por debajo de 70 mg/dl.

Los niveles elevados de triglicéridos también se asocian a un mayor riesgo de cardiopatías. Lo ideal es que estos niveles se mantengan por debajo de 150 mg/dl. El HDL, también conocido como “colesterol bueno”, recoge el colesterol sobrante de las arterias y lo devuelve al hígado para que pueda ser eliminado del organismo. Por eso, los niveles más altos de HDL suelen considerarse mejores.

Procura mantener el HDL por encima de 40 mg/dl, pero superior a 60 se considera óptimo. Sin embargo, cuando el HDL supera los 80 mg/dl en los hombres o los 100 mg/dl en las mujeres, es posible que pierda su función protectora y acelere la aterosclerosis, según sugieren algunos estudios.

Cuando los niveles de LDL o triglicéridos se sitúan en una categoría “límite alto”, es más complicado evaluar el riesgo de enfermedad cardiaca. En estos casos, el médico revisará algunas cifras adicionales incluidas en el informe de la prueba, como el colesterol total, que se calcula sumando el HDL, el LDL y el 20 por ciento del nivel de triglicéridos. Una medición aún más útil a veces es la cifra de colesterol no HDL, que sirve para indicar qué porcentaje del colesterol total está formado por LDL y otras partículas que obstruyen las arterias. Esta cifra no incluye los triglicéridos, por lo que refleja con mayor exactitud tu colesterol al comer con normalidad, en lugar de en ayunas para un análisis de sangre.

Otra opción es fijarse en el índice de colesterol, que es el colesterol total dividido por el HDL. Cuanto mayor sea este cociente, mayor será el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca.

¿Qué puedo hacer para bajar mi colesterol?

Comer más fibra soluble como legumbres, cereales integrales, semillas, fruta y verdura ayuda a fijar el colesterol en el tubo digestivo y a eliminarlo del organismo.

Algunos alimentos, como los frutos secos, el aguacate y los pescados grasos, también contienen grasas poliinsaturadas, que reducen el colesterol LDL en sangre. Intenta limitar los alimentos ricos en grasas saturadas, grasas trans y colesterol, como la carne roja, la mantequilla y el queso, y elige mejor proteínas vegetales como la soya y alimentos mínimamente procesados.

Hacer ejercicio unos días a la semana puede reducir aún más los niveles de LDL y triglicéridos, al tiempo que aumenta el colesterol HDL, según Kopecky. Y estos cambios en el estilo de vida pueden beneficiar sustancialmente incluso a quienes necesitan medicamentos para reducir el colesterol.

¿Y los medicamentos?

El médico puede recomendarte medicamentos para reducir el colesterol si ya has sufrido un infarto al miocardio o un derrame cerebral, o si una ecografía o angiografía muestra obstrucciones importantes en las arterias. El médico también podría considerar medicarte si tu colesterol LDL es igual o superior a 190. Para la mayoría de las demás personas, los médicos tienen en cuenta los niveles de colesterol junto con la edad, los antecedentes familiares de cardiopatías, el hábito de fumar y otros factores antes de decidir si recetan un fármaco, señaló Wilkins.

Los medicamentos para el colesterol más recetados son las estatinas, que reducen el colesterol LDL. Tal vez haya que probar varias medicinas para encontrar la indicado y la dosis justa, añadió Wilkins, y la mayoría de las personas que las necesitan deben tomar estatinas de por vida. Suspender el tratamiento puede hacer que vuelvan a subir los niveles de colesterol y el riesgo de padecer una cardiopatía.

“Nadie tiene riesgo cero, pero se puede hacer mucho para mitigarlo”, comentó.