La capacidad que tienen los insectos de adaptarse y sobrevivir a diferentes entornos y circunstancias ha permitido su permanencia en el planeta Tierra por más de 350 millones de años

Redacción

Diminutas y escurridizas, las cucarachas han habitado el planeta Tierra por más de 350 millones de años; aunque su presencia se ha resignificado con el paso del tiempo adjudicándoles características negativas, la función de estos insectos en el mundo, va más allá de provocar asco y disgusto en los seres humanos.

Son muchos mitos los que rodean a las cucarachas, pues incluso se ha llegado a decir que son capaces de sobrevivir a la radiación; aunque dicha información se ha difundido con poco sustento científico, lo certero de estos pequeños insectos es que durante el tiempo que han habitado la Tierra han sido capaces de desarrollar vías evolutivas que les ha permitido adaptarse a todos los fenómenos ocurridos en las distintas eras geológicas por las que ha atravesado el planeta que habitamos.

Pese a que se suele creer que las cucarachas habitan únicamente entornos sucios, estos pequeños insectos se han colado hasta en los entornos más elegantes, no obstante, estudios han revelado que prefieren sitios cálidos, repletos de desechos de comida. Bajo esa premisa, no es difícil imaginar que gracias a su adaptabilidad y resistencia, los refrigeradores sean un sitio de su agrado y de ese modo, un  estudio realizado por la universidad nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que las cucarachas pueden permanecer hasta 15 días al interior de estos electrodomésticos.

De acuerdo con Julieta Ramos Elorduy, investigadora del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la permanencia de las cucarachas en el mundo se deriva de algunos factores característicos de los insectos empezando por su estructura biológica que les da la característica de ser pequeños fósiles vivientes.

A dicha característica se suma su capacidad omnívora, puesto que para sobrevivir necesitan poco alimento y pueden comer todo lo que encuentran a su paso, incluyendo polvo de concreto, pegamento, restos de fierro, entre otros. Conforme a lo explicado por la investigadora Julieta Ramos, las cucarachas solo tienen dos necesidades: comer y reproducirse, e incluso en ello tienen ventaja pues el saco en donde almacenan sus huevecillos es una estructura dura, que además de contar con un tamaño ideal para no ser devorada por depredadores, también contiene feromonas de repulsión.

Cabe mencionar que la increíble capacidad de adaptación que tienen también les permite permanecer sin comer de dos a tres meses, sin agua pueden permanecer un mes y por si fuera poco, también pueden mantenerse vivas dos semanas sin cabeza.

Pese a que las cucarachas citadinas de color marrón son las más populares, el estudio realizado por la bióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalla que el en planeta Tierra existen alrededor de 4 mil 500 especies de este insecto de distintos tamaños y colores. Sin embargo, al menos 12 tipos de cucarachas están catalogadas como plagas nocivas por el ambiente insalubre que suelen habitar, en donde deambulan entre desechos putrefactos.

No obstante, dichas especies representan únicamente el 0.5% del total de todas las cucarachas en el mundo, aún así son capaces de transmitir enfermedades como disentería, abscesos, infecciones entéricas, inoculación urogenitales, lepra y peste. Algunas cucarachas también fungen como hospederos intermediarios de ciertos gusanos y de huevecillos de estos parásitos.

Es a través de sus patas que estos pequeños y escurridizos insectos pueden transportar todo tipo de bacterias a entornos en los que transitan, pues así como es posible encontrarlas en el refrigerador de una casa, es común verlas recorriendo basureros y desechos putrefactos de todo tipo. Además, tienen la costumbre de regurgitar la comida parcialmente digerida, o de secretar sustancias por medio de glándulas odoríferas. No obstante, para ser consideradas dañinas deben habitar en grupos grandes, de acuerdo a lo establecido por la investigadora Julieta Ramos.

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