Redacción
En el marco de la semana de sensibilización del consumo de sodio (15 al 21 de mayo) miembros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Alianza por la Salud Alimentaria presentaron la situación actual del consumo de sodio en México y la región, los daños asociados a su consumo excesivo, así como los beneficios de reducir el contenido de este en los productos ultraprocesados a través de la reformulación.
Durante el lanzamiento de la campaña Salva tu corazón, reduce tu consumo de sodio, de la Alianza por la Salud Alimentaria, se explicó que, en los últimos años, la principal causa de muerte en México han sido las enfermedades cardiovasculares (ECV), incluyendo infartos al corazón. Estas enfermedades son consecuencia de diferentes factores, sin embargo, la hipertensión arterial (HTA) es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de dichas enfermedades. En México se estima que dos de cada cuatro adultos padecen esta condición, cifra que podría ser mayor. Cerca de 3 de cada 4 adultos desconocen tener la enfermedad, debido a que no han sido diagnosticados o no presentan ningún síntoma.
Jorge Vargas, investigador de El Poder del Consumidor mencionó que “actualmente México se encuentra con grandes problemas en salud cardiovascular. De hecho, desde antes de la pandemia las enfermedades al corazón se encuentran dentro de las principales causas de muerte. Además, la prevalencia de hipertensión ha aumentado en los últimos años, los hombres, las personas mayores de 40 años y quienes tienen sobrepeso, obesidad y diabetes tienen las prevalencias más altas en el país”.
Uno de los principales factores de riesgo para HTA y ECV es el alto consumo de sodio. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que su ingesta no supere los 2 g de sodio o 5 g de sal (una cucharadita) al día. Sin embargo, el consumo de sodio en la población mexicana está por encima de esta recomendación. Se estima que los escolares (5-12 años) consumen alrededor de 2.8 g de sodio diariamente (7.1 g de sal); los adolescentes (12-18 años) consumen 3.7 g de sodio al día (9.4 g de sal) y los adultos (>18 años) consumen 3.1 g de sodio al día (7.8 g de sal).
Asimismo, la ingesta elevada de sodio está relacionada con otras enfermedades, entre ellas la infección por Helicobacter pylori, uno de los principales factores de cáncer de estómago; el aumento de la absorción de calcio que conduce a la presencia de cálculos; y el consumo de bebidas azucaradas o el consumo total de energía, que se relaciona con el sobrepeso y la obesidad. Por lo tanto, un consumo elevado de sodio puede contribuir a una mala salud en general.
Del total de las 738 mil 424 defunciones en México durante 2019, 23 por ciento se debieron a enfermedades cardiovasculares, de las cuales 5.4 por ciento fueron debido al alto consumo de sodio. Además, el nueve por ciento del total de muertes por enfermedad hipertensiva, el siete por ciento de cáncer de estómago, el 5.5 por ciento de cardiopatías isquémicas, así como el 5.1 por ciento de infartos de miocardio se atribuyen al elevado consumo de sodio.
Los productos procesados y ultraprocesados contribuyen con cerca del 45 por ciento del total de sodio que se consume en México. Entre las intervenciones que han mostrado tener un mayor impacto para reducir el consumo de sodio a nivel poblacional, se encuentra la reformulación obligatoria de los productos, el etiquetado frontal de alimentos, los impuestos a alimentos de baja calidad nutrimental y las campañas para reducir el consumo de productos procesados y el uso de sal.
“La mayor parte de países reporta consumos elevados de sodio. No es casualidad que la mortalidad por enfermedades cardiovasculares también ocupe los primeros lugares. Disminuir el consumo de productos empaquetados o ultraprocesados podría tener un impacto en el consumo de sodio en la dieta diaria. De acuerdo con datos de la Ciudad México, las principales fuentes de sodio son: cereales de caja, carnes rojas, y carnes procesadas. Si los mexicanos siguiéramos una dieta saludable y sostenible basada en guías alimentarias podríamos disminuir el consumo de sodio o sal, lo cual, tendría un impacto positivo en la salud” señaló Claudia Nieto investigadora del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.