Redacción

Existen pocos análisis a profundidad sobre el fenómeno de la desigualdad de oportunidades en México y su relación con la baja movilidad social. En la presentación del libro Por una cancha pareja. Igualdad de oportunidades para lograr un México más justo, sus autores, Roberto Vélez Grajales y Luis Monroy-Gómez-Franco expusieron que esta obra busca transmitir una idea mucho más completa de lo que significa vivir en condiciones de igualdad de oportunidades, así como la necesidad de construir una cancha pareja de competencia que haga de México un país más justo.

“Entre las motivaciones para escribir este libro está presentar y contrastar los argumentos por los que se cree que la igualdad de oportunidades debe ser el principio rector para restablecer el pacto social de México, y mostrar que el país se encuentra lejos de ser una sociedad en la cual las circunstancias de las personas no determinan su trayectoria de vida”, coincidieron los autores.

En una librería al sur de la Ciudad de México, Vélez Grajales y Monroy-Gómez-Franco explicaron que en la obra también analizan argumentos a favor de una real igualdad de oportunidades que asegure una competencia justa, y lo contrastan con la idea de la meritocracia, ya que a menudo se confunden la una con la otra.

La trampa del ‘echaleganismo’

Vélez Grajales y Monroy-Gómez-Franco explican: “El ‘echaleganismo’ —el cual se refiere a que si una persona no ‘la hace’ en la vida es porque no se esforzó lo suficiente y, por consiguiente, tiene lo que se merece— es un argumento ingenuo, reduccionista y hasta perverso ya que no contempla historia, corresponsabilidad, solidaridad o contrato social de ningún tipo”.

Los autores consideran que dicha situación se asume, de manera equivocada, como una falla moral al establecer que “las recompensas que recibe una persona están determinadas sólo por sus acciones virtuosas”. Lo anterior omite el hecho de que en México, las circunstancias, que es todo aquello sobre lo que las personas no tienen control, resultan determinantes de sus logros de vida.

Vélez Grajales y Monroy-Gómez-Franco precisan que la evidencia apunta que no basta sólo con ‘echarle ganas’: “Al menos 50 % de la desigualdad económica observada en México está asociada a las diferencias en factores fuera del control de las personas”, sostienen.

México, la tierra de las oportunidades desiguales

Por medio de evidencia empírica de diversos estudios elaborados con base en la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, en el libro se analiza cuál es el impacto de las circunstancias en la movilidad social que pueden alcanzar los mexicanos. El resultado es contundente: existen muchas diferencias de logro de vida de las personas según su origen socioeconómico, características personales y territoriales.

La evidencia de movilidad social muestra que a escala nacional se observa que 74 de cada 100 personas que nacieron en la parte más baja de la escalera de recursos económicos no lograron salir de la pobreza. En el caso de la región sur, la cifra sube a 86 de cada 100 personas; en cambio, en el caso del norte este número se reduce drásticamente a 54 de cada 100.

Aunado a lo anterior, para las mujeres con tono de piel más oscuro es más difícil salir de la pobreza. Incluso, para las mujeres que nacieron en la parte más alta de la escalera económica es más probable que pierdan esta posición: 63 de cada 100 mujeres con tono de piel más oscuro caen del escalón más alto; en contraste, 46 de cada 100 hombres con el mismo tono de piel caen de posición y sólo 32 de cada 100 hombres con tono de piel más claro caen del peldaño más alto.

El origen educativo de los padres también muestra una influencia importante en el nivel de escolaridad de sus hijos y sus opciones de movilidad social, ya que sólo 5 de cada 100 personas con padres sin formación educativa lograron alcanzar estudios profesionales, mientras que 64 de cada 100 personas con padres con estudios profesionales lograron hacerlo.