Por Armando González – Columna Invitada
En un mundo cada vez más interconectado, el comercio exterior desempeña un papel fundamental en el crecimiento económico y la prosperidad de los países. En este contexto, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) representa un hito importante en la promoción del comercio y la inversión en América del Norte. Sin embargo, más allá de los aspectos comerciales y económicos, la clave del éxito del T-MEC radica en el establecimiento y mantenimiento de buenas relaciones entre los países miembros.
El T-MEC, que entró en vigor en julio de 2020, reemplazó al antiguo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y estableció un marco actualizado y modernizado para la cooperación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Si bien el acuerdo aborda una amplia gama de temas, desde el acceso al mercado hasta la protección de la propiedad intelectual, su éxito a largo plazo dependerá en gran medida de la fortaleza de las relaciones entre los países signatarios.
En primer lugar, las buenas relaciones entre los países miembros del T-MEC son esenciales para garantizar la implementación efectiva del acuerdo y el cumplimiento de sus disposiciones. Esto requiere un compromiso mutuo con los principios del libre comercio, la transparencia y la cooperación, así como la voluntad de abordar de manera constructiva cualquier problema o desafío que pueda surgir.
Además, las buenas relaciones en el T-MEC son fundamentales para fomentar un clima de confianza y estabilidad que sea propicio para la inversión y el crecimiento económico en la región. Cuando los países miembros confían en que se respetarán sus derechos y se cumplirán sus compromisos, están más dispuestos a realizar inversiones a largo plazo y a explorar nuevas oportunidades comerciales en el mercado.
Asimismo, las buenas relaciones en el T-MEC son importantes para promover la cooperación en áreas de interés mutuo, como la protección del medio ambiente, los derechos laborales y la seguridad fronteriza. Al trabajar juntos en estos temas, los países pueden abordar de manera más efectiva los desafíos comunes y crear un entorno más favorable para el comercio y la inversión en la región.
Por último, pero no menos importante, las buenas relaciones en el T-MEC son fundamentales para construir una comunidad económica y política más sólida y unida en América del Norte. Cuando los países miembros se comprometen a trabajar juntos en beneficio mutuo, pueden superar las diferencias y los obstáculos para lograr objetivos comunes y avanzar hacia un futuro de prosperidad compartida.
En resumen, las buenas relaciones en el T-MEC son esenciales para garantizar el éxito a largo plazo del acuerdo y promover el comercio y la inversión en América del Norte. Al establecer una base sólida de confianza, cooperación y compromiso mutuo, los países miembros pueden trabajar juntos para construir un futuro más próspero y seguro para todos los ciudadanos de la región.