Andrés Manuel López Obrador concluyó su labor como Presidente del PRD, y en su libro La mafia nos robó la presidencia, sobre aquella etapa narra que:

“En 1999 regresé a Tabasco y comencé a recorrerlo de nuevo. Tenía el propósito de volver a participar como candidato al gobierno del estado, cuando surgió el planteamiento de ser candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal. La propuesta la hicieron el ingeniero Cárdenas y otros dirigentes del PRD, me parece que con base en encuestas. Consideraron que conmigo se podía ganar en la Ciudad de México”. (López Obrador, 2007).

No obstante, AMLO venía de un nuevo proceso de consulta a ras de tierra en todas las comunidades de Tabasco para decidir de la mano del pueblo si buscaba por tercera vez la candidatura al gobierno del edén tropical. Con la idea de ser candidato pero en la ciudad, AMLO volvió a preguntar a las comunidades de base de Tabasco su opinión y con ello tomó la decisión de competir por la jefatura de Gobierno.

El 21 de octubre de 1999, AMLO se reunió con dirigentes políticos y sociales del DF en el emblemático Salón Covadonga, ahí pidió cerrar filas desde la izquierda y lanzó el proyecto de un programa social denominado “Por el bien de todos, primero los pobres”. Que desde entonces fundó su programa de gobierno anclado ideológicamente a la izquierda y con la prioridad de atender a los sectores desprotegidos.

En noviembre ganó la elección interna para definir candidato a jefe de Gobierno con 77% de los votos, venció a Demetrio Sodi, Pablo Gómez y Marco Rascón; en uno de los debates internos un sector muy minoritario de perredistas cuestionaron su origen tabasqueño, a su vez la oposición comenzó a difundir el argumento que AMLO no contaba con cinco años de residencia en la capital, para exorcizar ese argumento chovinista y absurdo AMLO demostró su residencia urbana ante el IEDF; y además se organizó otra nueva consulta popular donde el propio pueblo chilango demostró el reconocimiento del derecho de López Obrador de participar en el proceso local, más allá de su origen tabasqueño. Finalmente la Ciudad de México es la capital y se ha nutrido cultural e históricamente de la población del resto del país, que aquí tiene su principal casa. En la disputa perredista AMLO logró 264 mil 565 votos.

En la precampaña se da un parteaguas ante las cámaras de TV. Contó Jaime Avilés: “Joaquín López-Dóriga, que está de regreso en el Canal de las Estrellas, conecta un batazo de cuatro esquinas cuando en su noticiero matutino organiza un debate entre el ogro retórico, el feroz hombre blanco y barbado con aspecto de conquistador español del siglo XVI, Diego Fernández de Cevallos, y un joven de pelo entrecano, sonrisa encantadora y lengua que titubea con frecuencia al declarar para los medios. Uno de los aspectos que más le critican a Andrés Manuel, en aquellos tiempos, es la lentitud con que habla ante las cámaras, un truco deliberado para ganar más segundos y a veces minutos de los que los medios desean concederle al aire. El debate, por lo mismo, no augura nada bueno para él.

“Nadie olvida que el 13 de mayo de 1994, Fernández de Cevallos vapuleó sin clemencia a Cárdenas, y, por los aires que se da cuando López-Dóriga lo presenta en su show, todo indica que Andrés Manuel no saldrá mejor librado. Pero, oh sorpresa. Desde su primera intervención, el tabasqueño vuela como mariposa y pica como abeja, su lengua es un estilete que desarma al campeón de la prosopopeya, se mofa de sus retruécanos, lo acusa de las incontables tropelías que ha cometido a la sombra de la impunidad y la corrupción, y lo obliga a tirar la toalla. Fernández de Cevallos, ridiculizado por AMLO, informan los periódicos de la tarde”. (Avilés, 2012)

Tres variables políticas estuvieron presentes en el contexto de la campaña de AMLO para la Jefatura de Gobierno del DF entre 1999 y 2000: El ascenso de la derecha con Vicente Fox que ante la decadencia del PRI logró penetrar en la población en general con un discurso populachero; la huelga estudiantil de la UNAM que se conjugó no sin tensiones con el neozapatismo para cuestionar desde la izquierda no electoral al régimen; y el desgaste de gobierno cardenista en el DF que aderezado con la pugna interna ponía otra vez el perredismo contra las cuerdas.

Vicente Fox, un ex gerente de la Coca Cola inauguró la forma de hacer política donde la forma y la imagen importaron más que el fondo y el contenido. La oligarquía vio con buenos ojos que uno de sus empleados terminara por consolidar el amasiato diseñado por Carlos Salinas entre el poder político y el poder económico; en una jugada de varias bandas, se desharían del PRI y los grupos de presión tricolores que aunque corrompidos y situados en el modelo corporativo mantenían una idea nacionalista, y que significaban desde lo interno del sistema un lastre para el neoliberalismo; por otro lado podrían llevar las reformas estructurales a buen puerto acompañadas de un presidente vendedor de ilusiones que prometió al pueblo “computación, inglés, vocho y changarro” para todos, y también cerrarían el paso a la izquierda democrática y nacionalista identificada con la opción de Cárdenas.

Televisa le abrió las puertas de par en par a Fox, en programas no políticos como el de Adal Ramones era un asiduo visitante y todos celebraban sus frases, como aquella de “resolveré el conflicto de Chiapas en 15 minutos”.

Zedillo respetó lo que Salinas pactó con el PAN, “cuando el Congreso eliminó, del artículo 82 de la Constitución, el inciso que prohibía a los mexicanos hijos de padre extranjero aspirar a la presidencia. Aquella fue una reforma expresamente dedicada a Vicente Fox. Dado el desgaste del PRI al cabo de 70 años en el poder, Salinas vislumbra, y Zedillo comparte, la necesidad de fingir un cambio para que todo siga igual”. (Avilés, 2012)

Con su experiencia genuina en el entramado del movimiento social, que lo distinguía de los políticos tradicionales del DF y del país, AMLO se deslindó del enredó con el que la dirigencia del PRD y el Gobierno del DF habían caracterizado al movimiento estudiantil del CGH (a lo largo del conflicto Rosario Robles fue primero secretaria de Gobierno y luego Jefa de Gobierno interina); pues en una mezcla de intereses un sector de los perredistas que eran columna vertebral del gobierno cardenista provenían de ser grupo político en la UNAM, esto les llevó a cometer algunos errores, entre pretender dirigir a control remoto el movimiento, favorecer las posturas de algunas autoridades universitarias y con ello validar la represión.

En un acto celebrado en el Monumento a la Revolución AMLO dio un discurso memorable y dijo “es preferible perder electoralmente la capital que reprimir a los estudiantes, el movimiento nunca debe mancharse con la sangre de los jóvenes, de una elección nos reponemos en la siguiente, de ser parte de la represión jamás…”

Como candidato al gobierno capitalino López Obrador recorrió todas las colonias, pueblos y barrios del DF, o Unidades Territoriales (más de 1000 puntos, 4 en promedio por día), además abrevó de los 10 de tomos de Historia de la Ciudad de México de Fernando Benítez; en su concepción la participación ciudadana sería fundamental para lograr un cambio democrático en el DF, que se expresaría en el cuarto poder, el poder vecinal o ciudadano. Ello tendría gran trascendencia para tomar decisiones ante poderes fácticos. En sus actos, en cada colonia AMLO escuchaba infatigable a los vecinos, el cantante Martel abría sus eventos, la gente se sabía escuchada y el rumor de la esperanza verdadera inundaba todos los barrios.

En la jornada electoral del 2 de julio del 2000 Vicente Fox por la Alianza por el Cambio (PAN, PVEM) obtuvo el 42.52% de los votos (15,989,636); Francisco Labastida (PRI) el 36.11% (13,579,718), Cuauhtémoc Cárdenas por la Alianza por México (PRD, PT, Convergencia, PAS y PSN) el 16.64%; Gilberto Rincón Gallardo el 1.58%; Manuel Camacho Solis (PCD) el 0.55%; y Porfirio Muñoz Ledo (PARM) que terminó declinando por Fox el 0.42%.

En el proceso electoral para Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador (Alianza por México- PRD) obtuvo el 37.75% de los votos, Santiago Creel el 34.29% (Alianza por el Cambio- PAN)  y Jesús Silva Herzog (PRI) logró el 23.43%. Marcelo Ebrard había declinado por AMLO y fue un factor importante en un escenario donde la elección se cerró por la ola foxista. Aun así, López Obrador logró 1 millón 530 mil 693 votos.

El 5 de diciembre AMLO arribó en un taxi a su toma de posesión como Jefe de Gobierno del DF acompañado de uno de sus colaboradores más cercanos en esa época José Zamarripa (QEPD), pues su auto compacto se había averiado; después de su asunción de inmediato se puso a trabajar en el cumplimiento de cada uno de sus compromisos de campaña e inició una etapa de intensa gestión administrativa en la ciudad que en el lapso de 2000 a 2003 lo refrendó como una figura política nacional, y tan solo en tres años como el puntero en todas las encuestas de cara a la sucesión presidencial de 2006.

Pero AMLO era ajeno al futurismo, ubicó estratégicamente su papel de figura contrastante ante el gobierno foxista. En la llamada cohabitación política democrática el jefe de Gobierno marcó la agenda de la ciudad y del país con su estilo de iniciar labores a las 6 de la mañana, revisar la principal preocupación del pueblo que era la seguridad pública con su gabinete, y dar una conferencia de prensa todos los días a las 7:00 am.

En su primer trienio al frente de la ciudad ofreció someterse a un plebiscito para que la gente opinara si debía seguir al frente del gobierno o hacerse a un lado; no confrontó directamente a Fox, se rebajó el sueldo, desapareció lujos y prebendas, implementó medidas concretas de austeridad y con ello logró echar a andar la punta de lanza de su política social: la pensión universal para los adultos mayores.

*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.

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