Los días de la primavera de 2004 fueron turbulentos. Las imágenes multi difundidas -sacadas de contexto- de René Bejarano recibiendo el dinero de Carlos Ahumada, se repetían una y otra vez por televisión. En los noticieros nunca se mencionaba a Rosario Robles, principal interesada en minar a AMLO desde dentro del propio PRD, y quien tenía una relación sentimental y de intereses con Ahumada, un “empresario progresista” argentino que repartía moches para lograr contratos de obra pública.
La mentira mil veces repetida era puntillosa, los locutores en cada noticiero refrendaban la calumnia: “no es posible que López Obrador no supiera lo que hacía su secretario”; aunque en la fecha en que se dieron a conocer los videos con la colaboración de Brozo alias Víctor Trujillo (un personaje colorido por fuera pero negro por dentro y en verdad proveniente de las tenebrosas sombras del poder), Bejarano ya no colaboraba con AMLO sino era el coordinador de los diputados locales perredistas de la ALDF.
Sobre el contexto de los video escándalos el politólogo Luis Javier Garrido señaló: “En el modelo neoliberal los medios parecen ser el mercado donde se compra y se vende, sin mediar éticas o riesgos en lo político, la información convertida más en dichos que en realidades sustentadas en la investigación periodística.” Y reflexionó:
“Los pueblos son mucho más inteligentes de lo que los dueños de los medios suponen. La discusión sobre si la televisión puede ganar una elección presidencial o controlar a un pueblo tiene enfrente los acontecimientos que se dan en muchas partes del mundo, desde las respuestas del pueblo de Venezuela hasta las movilizaciones sociales que ocurren en Estados Unidos, que son un signo de la falta de credibilidad que tienen los medios. Pero regresando a lo de los videos, éstos también son una evidencia de que en México no hay instituciones democráticas que puedan impedir esta manipulación de la opinión de los mexicanos.”
Andrés Manuel López Obrador de inmediato leyó el trasfondo de la embestida de las élites de poder, como hombre de lucha se sumergió en un barrio popular del oriente de la capital, desde Iztapalapa rodeado de ciudadanos entusiasmados por los hechos de su gobierno, de aquellos capitalinos que habían dejado de ser invisibles para el gobierno, quien lo acuerparon con calidez, y desde ahí lanzó la certeza que él jamás aparecería en ningún video, que ningún complot, ni calumnia terminarían con la congruencia y honestidad de su gobierno.
AMLO dijo “hay mano oficial tras la operación video”, después gracias a los diversos testimonios de la gente, se supo que en efecto hubo un complot orquestado por Fox, Salinas y Fernández de Cevallos, y entonces vino la respuesta popular.
El domingo 14 de marzo de 2004, en el marco de su informe trimestral, se dio el primer Zócalo lleno a convocatoria directa de AMLO (en las otras apariciones estuvo involucrado directa o indirectamente el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas como candidato o “líder moral” del PRD como se le decía en la época); lejos de haber desazón por la embestida de los videos, había una digna rabia, pero cierta esperanza e incluso alegría, pues si el régimen era capaz de eso para intentar detener a AMLO significaba que el movimiento democrático en realidad esta vez tenía posibilidades reales de victoria. Ese día quizá en el Zócalo nació el obradorismo como una fuerza popular nacional emergente, emparentada en la historia con el juarismo y el cardenismo. No era ya una expresión del PRD, que no existió como tal en ese mitin. Eran escasas las banderas amarillas del sol azteca y en cambio aparecieron playeras caseras o “made in Tepito” con mensajes como “peje el toro es inocente”, “yo amo al peje”, “con el peje hasta la muerte”.
Quizá esa mañana la gente arribó al Zócalo con dudas, la guerra sucia de los videos había aparecido diario desde el primer día de marzo en TV, radio y las portadas de todos los diarios y revistas todos los días… Pero volvernos a encontrar los rostros de estudiantes (algunos ex compañeros del movimiento del CGH), de dirigentes sociales (del Movimiento Urbano Popular, de Asamblea de Barrios), de militantes de antaño, pero sobre todo miles y miles de jóvenes, mujeres y adultos mayores nos devolvió la certeza: vendrían muchas batallas, muchas más de las que en ese momento imaginamos, pero estábamos más cerca que otras generaciones de que el pueblo por fin pudiera decidir su destino.
El complot puso al descubierto la disputa de proyectos de Nación en ciernes. Ante un Zócalo colmado, AMLO dijo: “Estoy consciente que represento, junto con muchos mexicanos, hombres y mujeres, un rayo de esperanza; la posibilidad de una sociedad mejor, con menos desigualdad social y más justicia y dignidad”, y advirtió que “quienes urdieron el complot contra su gobierno sólo buscan demostrar que no hay alternativa de cambio y sembrar desconfianza para que la gente no participe”.
Lo más impactante de esa movilización que irrumpió ante el asombro de propios y extraños, fue que el Jefe de Gobierno rompió el esquema de seguridad y al finalizar el acto camino entre la multitud saludando quizá decenas de miles de manos, y voces que cimbraban el corazón de la Nación con el “no estás solo”, todavía llegó al Palacio del Ayuntamiento y tuvo que salir varias veces al balcón, a despedirse de la gente con el puño izquierda en alto. Ahí, como bien dijo Jaime Avilés nació también la pejemanía:
“Si algo produjo entre los pobres de la ciudad de México la campaña desestabilizadora, con aroma de pequeño golpe de Estado, encabezada visiblemente por Diego Fernández de Cevallos contra Andrés Manuel López Obrador, fue la detonación de un fenómeno de masas que a partir de ayer puede ser descrito, sin originalidad, pero con justicia, como la pejemanía.” Dijo Avilés en su crónica publicada en La Jornada del día siguiente.
Y por primera vez, el Zócalo retumbo con una idea que se hacía aún más nítida y certera en la multitud. Al “no estás solo” siguió el grito de “pre- si – den- te, pre- si- den- te”. Que se inauguraba como reto popular a la ofensiva del poder.
*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.