El desafuero del Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador ocupó un lugar central en la vida pública nacional prácticamente todo un año, entre mayo de 2004 y mayo de 2005.

En el camino legal ocurrió lo siguiente:

El 18 de mayo de 2004 se presentó la solicitud de juicio de procedencia del desafuero por parte de la Procuraduría General de la República ante la Cámara de Diputados. Seis días después, la mesa directiva la turnó a la Sección Instructora.

El 3 de junio se le notificó al Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Del 7 de julio al 6 de agosto de 2004 se realizó el ofrecimiento de pruebas por ambas partes. Del 22 de septiembre de 2004 al 1° de febrero de 2005, transcurrió el tiempo legal para el desahogo de pruebas presentadas tanto por la PGR como por el gobernante capitalino.

El 1° de abril de 2005 legisladores de PRI y PAN aprobaron iniciar el proceso de desafuero y constituyeron ese órgano legislativo como escenario del juicio de procedencia.

El 7 de abril la mayoría del PRI y del PAN en la Cámara de Diputados aprobó el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal y con ello permitió que el Ministerio Público Federal solicitara a un juez el inicio de un proceso penal contra AMLO. Con 360 votos en favor, 127 en contra y dos abstenciones se concretó la inhabilitación de López Obrador.

La PGR consignó el 20 de abril ante el juzgado 12 de distrito el expediente (34/2005) por el caso del predio El Encino, y solicitó que se le iniciara proceso penal a López Obrador como probable responsable del delito de abuso de autoridad.

En el movimiento democrático ocurrió a la par un nuevo despertar. Desde el 7 de abril llegamos al Zócalo iluminados tibiamente por el alba decenas de miles de mexicanos para apoyar a Andrés Manuel López Obrador ante la inminente consumación del desafuero. Se calcularon 500 mil personas que de manera espontánea se fueron congregando.

Algunos dirigentes sociales proponían acompañar en una gran marcha al Jefe de Gobierno al Palacio de San Lázaro. Sin embargo, el propio AMLO marcó lo que sería el devenir de la lucha, en honor a su propia historia personal: la no violencia, el no caer en provocaciones y apostar a la resistencia civil pacífica y activa. En las condiciones de impotencia que sentían los presentes por el golpe de estado técnico, asistir a la Cámara de Diputados masivamente hubiera significado caer en la provocación que esperaban Fox, Salinas, Fernández de Cevallos y el resto los operadores de la destitución de un gobernante constitucional, legal y legítimamente electo.

Ante un Zócalo colmado desde el amanecer, AMLO dijo:

“Hoy les voy a informar, pero también les voy a pedir algunas cosas; en esta plaza hay católicos, adventistas de las distintas denominaciones, hay también agnósticos y libres pensadores, pero a todos les pido, por respeto, por los funerales de Juan Pablo II, dirigente de la iglesia católica y dirigente religioso mundial. Desde mi punto de vista, un hombre bueno y, sin duda, un defensor de la paz, por eso les pido que con mucho respeto guardemos un minuto de silencio”.

El homenaje al recién fallecido Juan Pablo II fue también una invitación a la reflexión, y un llamado a mantener la serenidad, que impactó de manera instantánea en el pueblo a ras de tierra, y sirvió para mantener el corazón caliente pero la cabeza fría ante el agravio de la aplanadora legislativa del PRIAN al pueblo de México.

Además, ante la posibilidad real de ser encarcelado una vez que le fuera retirado el fuero, AMLO propuso una dirección concreta del movimiento. Sobre ello expresó:

“En concreto, quiero proponerles que, si no estoy presente, por las razones que explicaré más adelante, confiemos esa dirección nacional en cinco personas. Propongo una coordinación nacional integrada por dos militantes del PRD y tres ciudadanos independientes. Para ello, pido respetuosamente a los dirigentes de mi partido, que propongan a un representante del Comité Ejecutivo Nacional y a un representante del Comité del Distrito Federal. También les informo que han aceptado participar como ciudadanos independientes, en esta coordinación, José Agustín Ortiz Pinchetti, Bertha “Chaneca” Maldonado y Elenita Poniatowska. ¿Están de acuerdo?”

Se levantaron cientos de miles de manos en aprobación y un contundente sí. Luego AMLO continuó:

“También quiero proponerles un plan de acción que voy a resumir:

“Meditar, reflexionar y hablar en corto con familiares y amigos, sobre lo que está sucediendo y lo que debemos hacer para fortalecer el movimiento.
Portar el distintivo tricolor y colocar carteles en autos y casas.
Llevar a cabo una Marcha del Silencio del Museo de Antropología al Zócalo, el domingo 24 de abril.

“Hacer reuniones informativas todos los domingos en las plazas públicas del país.
Argumentar en medios de comunicación, hacer uso del derecho de réplica y hablar o escribir a la radio, la televisión y los periódicos. Utilizar también, sistemas alternativos de información, como volantes o internet.

“Intensificar la creación en todo el país, de comités ciudadanos a favor del Proyecto Alternativo de Nación.

“Les informo que, al día de hoy, existen 4 mil 128 comités ciudadanos en los 31 estados y en el Distrito Federal. Hay también comités ciudadanos en el extranjero, en particular, en Estados Unidos, en Canadá, en Francia y en Inglaterra”.

Después pidió tener mucho cuidado en caer en la provocación o en permitir la infiltración del movimiento, y casi para concluir su arenga entre el murmullo de la rabia y la incertidumbre dijo:

“Lo que sí les pido, es que no vayan a la Cámara de Diputados, quiero ir solo para defender mis derechos y no quiero dar pretextos para ninguna provocación. No quiero que utilicen de pretexto el que haya enfrentamientos en la ciudad”.

Ese acto cerró con la frase de López Obrador: “los quiero desaforadamente” que también se convirtió en un lema en pintas, cartulinas y gorras. A su vez el pueblo coreaba “no estás solo, no estás solo, no estás solo”. La multitud ya abarcaba las calles aledañas del perímetro A del centro.

Aunque el mensaje de AMLO fue sobrio y centrado en llamar a la calma, la incertidumbre era un hecho evidente, no se había observado de manera tan abierta y descarada la implementación de una maquinaría aceitada por el propio gobierno federal para bloquear, torpedear y detener a un disidente con argucias leguleyas.

Había rumores sobre represión, caos, violencia de halcones y que la Ciudad iba a entrar en un estado de sitio o de parálisis, no obstante, el Jefe de Gobierno se aseguró de lograr que su equipo de gobierno se mantuviera concentrado en garantizar la gobernabilidad y la continuidad de los servicios básicos de la ciudad.

Es importante para la historia reciente, resaltar que el casi medio millón de ciudadanos que salió a las calles el 7 de abril lo hizo con serenidad y sabiduría, y se corría de voz en voz: “si detienen al licenciado que nos detengan a todos, todos vamos a llenar las cárceles”, o también se decía: “si hace huelga de hambre la hacemos cientos de miles en el Zócalo, aquí nos quedamos sin comer como Gandhi”.

Después de su discurso en el Zócalo, López Obrador se dirigió sin comitivas a San Lázaro, donde el PRIAN había montado un circo mediático que a la postre fue un bumerang contra el régimen. La elite política se desnudaba y sin tapujos acudía a argumentos legaloides y falsos para descarrilar la opción popular que representaba el mandatario capitalino en la víspera de las elecciones presidenciales.

La Jornada reseñó: “Al comparecer en el Palacio Legislativo de San Lázaro, durante el juicio de procedencia en su contra, AMLO sostuvo que Fox actúa de manera facciosa, y mencionó una reunión del pasado 10 de junio, en casa de Rómulo O’Farril, donde un grupo de empresarios le pidió al jefe del Ejecutivo federal no permitir, por ningún motivo, que “ese populista de Andrés Manuel llegue a la Presidencia”.

“Dijo a los diputados que sabía de la decisión mayoritaria de votar por consigna para despojarlo de sus derechos políticos e impedirle contender en el proceso electoral de 2006, y les recordó varias decisiones “indignas” de ese órgano legislativo. Entre otras, la de aceptar las renuncias de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, que equivalió a desaforarlos, o “prestarse a la farsa” de legalizar el nombramiento por 45 minutos de “un tal Pedro Lascuráin”, que luego renunció para que El Chacal Victoriano Huerta se convirtiera en presidente de la República.

“López Obrador recalcó que no violó ninguna ley ni actuó en contra de la justicia, y desmintió la acusación que momentos antes formulara en su contra el subprocurador Carlos Vega Memije, quien sostuvo que en 11 meses el jefe de Gobierno incumplió la sentencia de un juez. “El dolo y la mala fe son de quienes me acusan”, dijo, y preguntó si el estado de derecho que pregonan existe en un México “donde los encargados de impartir la justicia, en vez de proteger al débil, sólo sirven para legalizar los despojos que comete el fuerte”.

“Sereno, se dio tiempo para ironizar, al señalar que no hablaba desde la tribuna más alta de la nación -en referencia a que se le impidió intervenir desde el podio principal-, y advirtió que, en el país de la impunidad, del Fobaproa, del Pemexgate y Amigos de Fox, a él lo van a desaforar “por intentar abrir una calle” para comunicar un hospital.”

Desde el recinto, al finalizar su alocución que era observada con lágrimas de tristeza por la injusticia que perturbó a decenas de miles de personas que seguían el inédito acontecimiento desde las pantallas colocadas en el Zócalo, López Obrador sentenció:

“Repito, ¿de cuándo a acá los más tenaces violadores de la ley, los saqueadores, quieren aparecer como los garantes del estado de derecho? Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia. ¡Viva la dignidad! ¡Viva México!”

*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.

 

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