Por René González

Suman 44 años sin José Revueltas. En 1976, el 14 de abril murió a los 62 años el escritor, dramaturgo y militante comunista. Los lentes literarios y cinematográficos de Revueltas ya no miraron los sucesos que a manera de utopía quizá soñó:

-Los sismos de 1985 y el despertar de la sociedad civil que se organizó para remontar la negligencia criminal del régimen corrupto.

-El movimiento estudiantil del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en 1986-1987 que logró el anhelado diálogo público para derrotar con la fuerza de la razón a las autoridades universitarias priistas, como anhelaron sus alumnos masacrados en 1968.

-La ruptura del sistema político en 1988 que amparó la revolución democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas.

-La caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin del “socialismo real” que confirmó sus críticas al estalinismo.

-El surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 que despertó y colocó en el centro de la vida pública nacional el mundo indígena.

-La larga huelga antineoliberal del Consejo General de Huelga (CGH) en 1999- 2000 que defendió la gratuidad de la UNAM.

-Los fraudes electorales de 2006 y 2012 que al concretarse significaron la consolidación de un Narco-Estado, colofón de una era de degradación moral.

-Y finalmente, el histórico triunfo del pueblo organizado en 2018, proceso colectivo que aspira hoy día a convertirse en la 4ª transformación de México.

José Revueltas ya no fue participe de estos acontecimientos que cimbraron la Patria, pero debe considerársele uno de los autores intelectuales de sus componentes esenciales: la disidencia al status quo, la búsqueda de democracia real y el amor a las causas del México profundo, pero, sobre todo, la construcción del pensamiento crítico desde la literatura y la militancia política activa.

En la pluma de Carlos Monsiváis -quien reseñó con maestría las luchas populares y la fundación de la sociedad civil tras el desastre natural del 85-, está presente la influencia de Revueltas, en la sátira para describir la mediocridad de quienes detentaban el poder y fueron ampliamente superados por la emergencia y en la esperanza interiorizada de voluntades anónimas -que hurgando entre escombros-, reivindicaban un atisbo de luz para el porvenir.

En el movimiento de los estudiantes de 1986 y 1987 Revueltas es faro de ideales libertarios (luchamos el 68, para hacer el 69) y del actuar racional de la juventud -que se impuso al autoritarismo con el arte de la palabra-. Con mayor determinación quizá, su legado estuvo presente en la huelga del CGH de 1999-2000, como referente de la perseverancia y la decisión de mantener la lucha hasta las últimas consecuencias. Revueltas fue preso político del 68, tampoco hubiera claudicado, transado o negociado, Revueltas era un necio de sus principios.

De la tradición de la izquierda partidista José Revueltas fue fundador y protagonista, pero nunca fue autocomplaciente ni se regodeó en la pertenencia a cúpulas o élites dirigentes, por el contrario, fue un crítico implacable, al grado de ser excluido una y otra vez de sus propios proyectos políticos (Partido Comunista Mexicano, Liga Espartaquista, Partido Popular Socialista).

En sus letras, se denunciaron las desviaciones y excesos del Partido Comunista Mexicano, dan cuenta de ello su obra Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, 1962 y su novela Los errores, 1964. Revueltas condenó el dogma, -profetizó-, por así decirlo, el fin de un paradigma que él visualizó como farsa, el socialismo realmente existente, que concluyó con la desintegración de la URSS y el desmoronamiento de la “cortina de hierro” del Este europeo.

José Revueltas inspiró con su obra los grandes cambios del siglo XXI mexicano. Es el eslabón ideológico entre la Revolución Mexicana, su crisis de 1968, y los postulados del nacionalismo revolucionario del movimiento democrático -que inició en 1988 y que ha tenido su punto culminante 30 años después-, con en el triunfo electoral en 2018.

No se podría aspirar y explicar la 4ª transformación de México, sin la obstinación y contribución de un personaje como Revueltas, de su militancia como forma de vida, las de sus letras, novelas, y poemas: “Todo acto de creación es un acto de amor”, sentenció.

Revueltas fue muchas Revueltas y muchos Revueltas. No solo fue preso político del Palacio Negro de Lecumberri en 1968. En 1929, a los 14 años fue detenido por primera vez, es llevado a la “Correccional” por distribuir un periódico llamado “El Mauser” del proscrito Partido Comunista. En 1932, cae en las Islas Marías por organizar una huelga de una cigarrera, ahí reafirma sus convicciones literarias (el agua es un elemento presente en su literatura) y políticas (conoce al alma gemela de Lázaro Cárdenas, entonces director del Penal, el general revolucionario Francisco J. Mújica).

Escribe una vasta obra (novela, cuento, teatro, ensayo, guion de cine) entre su ir y venir a cárceles con rejas o sin ellas, pues era frecuentemente expulsado de los partidos en que militó, lo que acrecentó su infinita soledad e impregnó su interminable don de la ubicuidad.

Eduardo Galeano lo describe así, como a todos aquellos compañeros librepensadores que son incómodos para el camino del conservadurismo:

“Los policías lo odian por revolucionario y los dogmáticos por libre; los beatos de izquierda no le perdonan su tendencia a las cantinas. Hace un tiempo, sus camaradas le pusieron un ángel de la guardia, para que salvara a Revueltas de toda tentación, pero el ángel terminó empeñando las alas para pagar las juergas que se corrían juntos.”

Los años sin Revueltas, son los años que imaginó Revueltas, no habrá verdadera transformación nacional sin honrar su obra, fruto de un espíritu libertino, libertador y libertario.

 

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