Por JHAD
Hace poco tiempo, en este mismo espacio advertíamos que se estaba gestando un golpe blando contra la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Fue evidente que su triunfo en 2018, caló hondo entre sus opositores, quienes a partir de ese momento, hasta la fecha, comenzaron a tejer una red de complicidades encaminadas a desacreditar las acciones que el gobierno obradorista ha puesto en marcha.
Lamentablemente con la llegada del COVID-19 a nuestro país, estas organizaciones han emprendido a través de sus voceros, una incesante campaña de desprestigio en contra de López Obrador y todo lo que huela a la 4T, tratando de culparlo de la pandemia, en particular y de paso enmendarle la responsabilidad absoluta de todos los males que padece México.
Sus ataques son constantes y contundentes. Nada los detiene. Soberbios e insensibles, de pronto se han convertido en los defensores de las causas justas, cuando en anteriores regímenes callaron los miles de atropellos que se cometían diariamente en este país.
Sin duda, el actual gobierno ha cometido muchos errores que tarde o temprano tendrán consecuencias y si no hay una reacción seria y sin ocurrencias puede costar muy caro. De esto sí, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es responsable.
Y es justo esa carencia de estrategias contundentes y firmes las que permiten que los grupos opositores se subleven rabiosamente en busca del poder perdido para volver a controlarlo todo.
Es evidente observar como los comunicadores de los grupos opositores utilizan sus medios para atacar al presidente, a su equipo y a sus acciones, buscando cualquier error para exhibirlo.
Hay un grupo bien identificado de opinadores, quienes diariamente atacan sin cesar al presidente, y están a la espera de más muertes por la pandemia para publicarlo en sus medios y responsabilizar a López Obrador de esos decesos.
Curiosamente son aquellos que gozaron de muchos privilegios con los gobiernos anteriores, y muy pocas veces criticaron sus excesos. Cheque los apellidos y todo tendrá sentido.
Alemán, Hiriart, Riva Palacio, Loret, Ferriz, López, Marín…
No se puede negar que el mandatario tabasqueño no le cae bien a ese grupo, ni a los poderosos que lo respaldan, pero dejar la objetividad para atacarlo, no es profesional ni responsable. Eso es mala leche.
Nadie puede sentirse satisfecho de que a México le vaya mal. No es normal, no es lo correcto. Eso también es mala leche.
Es deseable que en una democracia se cuestione al poder, se le critique y se le pidan cuentas. Eso sería lo sano, pero lamentablemente aun no es así. Los aplaudidores no le sirven a ningún gobierno.
Con el pico de la pandemia encima, la inseguridad creciendo exponencialmente y un panorama económico poco favorable, México requiere unidad. Los medios tendrían que asumir su verdadero papel de informadores y no de calumniadores. El presidente por su parte, tiene encima la gran responsabilidad de sacar al país del atolladero y no fallarle a los miles de simpatizantes que confiaron en él.
No se vale que esta etapa de crisis generalizada, existan grupos que no quieren cambiar y quieran dividir a un pueblo que está cansado de tanto abuso. ¿No quieren a su país? ¿No aman a su tierra ni a sus raíces? Entonces qué pasa. ¿Por qué tanta mala leche?…