El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador es un hombre de Estado. El planteamiento de la 4ª Transformación de México implica la definición de un proceso histórico desde, por y para la colectividad, donde la fuerza de los cambios resida no en la voluntad de una minoría vanguardista (como ha ocurrido en la mayoría de las revoluciones armadas), sino en la participación masiva y pacífica del pueblo organizado.
Se apuesta a una “Revolución de las Conciencias”, que construya un cambio cultural y social profundo, un cambio en las mentalidades, a través la descolonización cultural, la recuperación de valores milenarios de nuestro pueblo, de la ética en la política, del civismo y la economía moral. Nuevos caminos del quehacer cotidiano. Una vanguardia puede ser derrotada en la siguiente etapa político-electoral, si los cambios no son asumidos desde una nueva concepción integral de la vida pública.
Este ideario toma plena vigencia en función de la crisis del sistema-mundo capitalista o neoliberal ante una Pandemia que ha desnudado sus límites y contradicciones. Se requieren nuevos paradigmas para México y el mundo. El proyecto de la 4ª T surge desde los anhelos del pueblo mexicano, pero tiene presente los desafíos globales.
El quiebre del neoliberalismo es evidente, como ha expresado el economista Claudio Katz en su artículo La pandemia que estremece al capitalismo (2020) y del cual reseñamos aquí -en extenso por su importancia- algunos puntos:
- El demoledor impacto económico de la pandemia está a la vista, pero el coronavirus no generó esa eclosión. Sólo detonó tensiones previas de las finanzas y la producción.
- Es evidente que la globalización aceleró la tradicional transmisión de enfermedades a través de las rutas comerciales. La expansión de la aviación incrementó en forma exponencial el número de viajeros y la consiguiente multiplicación de los contagios. La pandemia se traslada siguiendo los circuitos del capital. Hay 51.000 empresas de todo el mundo con proveedores en Wuhan y la infección ha transitado por un mapa de concentraciones fabriles y centros de almacenamiento. En el Medioevo la Peste Negra tardó una década en propagarse y en 1918-19 la Gripe Española se difundió al cabo de varios meses. En cambio, en la era del just in time, el coronavirus contaminó a 72 países en muy pocos días.
3. Se observa una globalización sin correlato sanitario. El cataclismo actual tiene determinantes inmediatos (financiarización y sobreproducción) y estructurales (globalización, urbanización y agro-negocio). Pero su causa subyacente es la ausencia de correlato sanitario, al avance registrado en la globalización de la producción y el consumo. Se fabrica y consume con patrones mundiales, en un marco de estructuras de salud invariablemente nacionales. Esa contradicción salta a la vista en la monumental expansión -sin resguardo sanitario- que tuvieron la aviación, los hoteles o el turismo. Se internacionalizaron actividades lucrativas, preservando las fronteras en un ámbito como la salud, que involucra mayores riesgos e inciertas ganancias.
4. La existencia de una economía mundializada gestionada por múltiples estados nacionales es una disfuncionalidad del capitalismo contemporáneo, que los neoliberales ignoran por completo. Sus exponentes presentan el coronavirus como una desgracia de la naturaleza que afectó a un sistema próspero y saludable. A lo sumo, estiman que hubo “errores”, “falta de previsión” o “irresponsabilidad” de los “políticos populistas”. Ahora presentan a la economía como otro paciente más afectado por la infección.
5. La crisis acrecienta en lo inmediato la desigualdad. El coronavirus no es un virus democrático que afecta a todos por igual, con distinciones meramente etarias. Son evidentes las brechas sociales de cobertura y recursos para enfrentar la desgracia. Esa diferenciación quedó enmascarada al comienzo de la Pandemia por la gran contaminación de viajeros y por su incidencia en la clase media, las elites y hasta los presidentes y sus ministros.
6. La desigualdad salta a la vista en el tratamiento de los afectados. En Estados Unidos se propaga entre 30 millones de personas que carecen de seguro médico, afectando duramente a los empobrecidos. Los afroamericanos representan un tercio de la población, pero cargan con el grueso de los fallecimientos relacionados con la Covid-19. Es probable que nunca se conozca la verdadera cifra de muertos por el alto número víctimas indocumentadas. Las fosas comunes en Nueva York son el símbolo de esa extrema crueldad.
7. En Europa la crisis del coronavirus asume proporciones mayúsculas. La Unión ha quedado prácticamente licuada por el torbellino. Mientras se cierran las fronteras dentro de la propia comunidad, los miembros no logran concertar acuerdos mínimos. Los líderes proclaman que el virus no tiene pasaporte, pero lidian con la pandemia por su propia cuenta. En la disputa por los medicamentos han quedado sepultados todos los principios de colaboración. Alemania niega hospitales a varios socios y ninguno vende remedios al otro. En los dos casos se verifican las terribles consecuencias de los recortes de presupuesto que impuso la política sanitaria neoliberal. La escasez de reactivos y mascarillas es consecuencia de un manejo hospitalario basado en principios de rentabilidad y reducción de costos. Por dónde se le mire el coronavirus ha reforzado la erosión de la Unión Europea.
Hoy, también cobra vigencia cuando José ‘Pepe’ Mujica ex Presidente de Uruguay regañó al mundo en julio de 2012:
¿El mundo tiene los elementos hoy, materiales, como para hacer posible que 7.000, 8.000 millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será posible? ¿O tendremos que dar algún día otro tipo de discusión? Porque hemos creado una civilización, en la que estamos, hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero lo que fue economía de mercado ha creado sociedades de mercado, y nos ha deparado esta globalización. ¿Y estamos gobernando a la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
“Un político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones”, frase que se atribuye dijo Winston Churchill.
Ante el escenario de Pandemia y globalización, nuestro Presidente en labor conjunta con el Canciller Marcelo Ebrard y el Embajador de México ante la ONU, Dr. Juan Ramón de la Fuente, ha retomado el liderazgo de nuestro país para las esperanzas de los pueblos de Latinoamérica, y lo que alguna vez se ha caracterizado como países en vías de desarrollo, o “no alineados”, de la periferia, etc.
México presentó el 26 de marzo ante la Cumbre Extraordinaria de Líderes de G20, una propuesta para evitar la especulación de insumos médicos ante la epidemia de Covid-19. La iniciativa convocó a los integrantes de la ONU a que prevengan la especulación “y todas aquellas disposiciones que escondan o limiten el acceso a los productos necesarios para contener la Pandemia”.
El proyecto se basa en la premisa de que “los países más pobres son los más afectados y subraya que el acceso equitativo a los productos sanitarios es una prioridad mundial. Por ello, la Pandemia exige una respuesta global basada en la unidad, la solidaridad y una cooperación multilateral renovada.”
El 21 de abril con la adhesión de 179 países miembros, la ONU aprobó la resolución de México para garantizar acceso mundial igualitario a medicamentos, vacunas y equipo médico contra el Covid-19 ha sido inédito que el 93 por ciento de las naciones que integran el organismo apoyaran la iniciativa mexicana.
La resolución constituye un mandato al secretario general, António Guterres, para que intervenga la ONU para garantizar el acceso justo y equitativo a medicamentos y equipo médico en todo el mundo.
Desde una mirada de estadista, Andrés Manuel López Obrador presentó el 3 de mayo el texto Algunas de las lecciones de la Pandemia Covid-19, que precisa las lecciones básicas a aprender de la crisis de salud global:
- Fortalecimiento de los servicios de salud y concebir a esta como un derecho humano.
- Atención de la diabetes, hipertensión y obesidad desde un enfoque preventivo.
- Regulación del monopolio y el lucro en el abastecimiento mundial de alimentos, medicamentos y equipos hospitalarios.
- Convocatoria de la OMS y la ONU para la creación de vacunas contra COVID-19.
- Responsabilidad del Estado para atemperar las desigualdades sociales y garantizar derechos básicos y universales.
- Fortalecimiento de la familia y valores culturales, morales y espirituales.
- Reconversión de organismos financieros y económicos internacionales en verdaderos promotores de la cooperación para el desarrollo y el bienestar de los pueblos y naciones.
- Principios humanitarios, de paz, justicia, igualdad, libertad, democracia y libertad como principios que guíen las acciones de los gobiernos de los países.
Este documento ya se ha traducido en varios países y circula en varios medios de EU. Lo principal es que los medicamentos y la salud se planteen en el mundo como un asunto de derechos humanos, no como un asunto mercantil. Que deben atenderse las enfermedades crónicas, como la obesidad y diabetes, que han causado más muertes en el mundo, por lo que existe la necesidad de un movimiento de educación para la salud y orientación nutricional.
El 8 de mayo el Presidente de México ha referido: Tenemos que “reconstruir el mundo. Hago votos porque se logre sobre bases nuevas y propuestas que nos permitan aprovechar ‘lo bueno’ que nos ha dejado esta crisis. Si aplicamos el ‘sálvese quien pueda’ no se salva nadie.” La 4ª T está ante una oportunidad histórica de proponer nuevos paradigmas para una alternativa global, eso se logra con la autoridad ética de la comunión entre pueblo y gobierno.