Por Francisco Romero

Alfonso Ramírez Cuellar vio la suya y pensó aprovecharla. Se encaramó en el cargo y olvidó el encargo que le confió un sector de dirigentes de Morena, quiso jugarle al vivo, incluso intentó dictar línea al presidente Andrés Manuel, inventando una agenda económica solo existente en su cabeza para decir que encuestaría a los más ricos e investigar la riqueza, entre otras deformaciones del discurso de la 4ª transformación.

En más de una ocasión el presidente no solo ignoró sus ideas grandilocuentes presentadas fuera de contexto y en un momento crítico de pandemia, donde lo que había que hacer era cerrar filas con el mandatario y no tomar roles protagónicos.

Ramírez Cuellar también fue reprendido públicamente en una conferencia mañanera por su falta de liderazgo, las fracciones de Morena en las cámaras no atendieron al llamado de AMLO para priorizar una agenda legislativa adecuada para las necesidades de la pandemia, por el contrario los diputados se interesaron más por la grilla del relevo de consejeros en el INE.

En síntesis, Ramírez Cuellar no llevó a cabo la tarea para la que fue electo, que era realizar en un plazo perentorio la renovación de los órganos de dirección de Morena, en ese terreno intentó estirar la liga para mantenerse hasta después del proceso electoral de 2021, pues ya en la silla de presidente de Morena vio muy cerca lo que ni en su más preciado sueño durante su militancia en el PRD hubiera soñado: el poder incidir en el reparto de candidaturas en la que será la elección más grande numéricamente hablando de la historia reciente. Curules y gobiernos de estados a su alcance.

Tampoco logró como responsable máximo de la vida partidaria operar la disciplina de las bancadas de Morena, sino que acentuó su divisionismo. Decenas de diputados pidieron públicamente que no se avalara el papel de la fracción morenista en el relevo de 4 consejeros del INE.

Lo peor de las intenciones de Ramírez Cuellar al querer alargar su cargo, fue querer lucrar política y personalmente con la pandemia, utilizándola de pretexto para no llevar a cabo la renovación de Morena; viendo en la pandemia la posibilidad de reiniciar en Morena un partido de cuotas, como fue su característica en el PRD.

Hoy Ramírez Cuellar se arropa en una falsa bandera de puritanismo, y radicalismo. Apenas la tarde del 26 de febrero ese mismo Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que hoy invoca a incendiar, con discursos agresivos le había reconocido como presidente interino de Morena.

En febrero la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) validó la elección de Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente interino del partido Morena, luego de considerar legal la convocatoria para la realización del congreso extraordinario de enero pasado y que hubo quórum en la reunión.

En el proyecto avalado con 6 votos favor y uno en contra, se consideraron inoperantes e infundados los agravios de los inconformes, en torno a que fue ilegal la convocatoria a la asamblea, toda vez que esta se apegó a lo señalado por la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia.

Aquella ocasión no había “intromisión”, no había operación facciosa, no había “estatutos pisoteados”. Pero como Ramírez Cuellar quiso engañar a todos y llegar para quedarse, hoy da un giro de incongruencias a su discurso.

En sesión privada, el pleno del  TEPJF  aprobó este 20 de agosto curiosamente también por mayoría de seis votos contra uno, desechar la petición de prórroga solicitada por el presidente interino de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, para posponer las elecciones internas del partido. También avaló que el Instituto Nacional Electoral (INE) sea el órgano que organice la renovación de la dirigencia.

En la sentencia se define que la elección deberá ser abierta a militantes y simpatizantes, pero no se señala la fecha ni el método, pues serán los consejeros del INE quienes deberán determinarlo.

Ramírez Cuellar en su interés personal y de grupo había diseñado una estrategia legaloide  para que la renovación se realizara hasta 90 días después de concluidos los procesos electorales, es decir hasta 2021, lo que implicaba el postergar casi un año en el cumplimiento de la sentencia.

El TEPJF también consideró que es posible que las elecciones se lleven a cabo en el contexto de la pandemia, pues así se hará en Hidalgo y Coahuila.

Al responder el argumento de que Morena no puede llevar a cabo la elección por la emergencia sanitaria del COVID-19, se le recuerda que sí es posible ya que incluso el INE acordó realizar los comicios locales en Hidalgo y Coahuila el próximo 18 de octubre, tomando en cuenta las medidas sanitarias correspondientes, se lee en la sentencia.

Con nula autoridad moral y política, Ramírez Cuellar llama un “atraco” a la sentencia del jueves 20 de agosto del TEPJF. Cuando la sentencia le favoreció no había “atraco” ni robo, ahora que ve alejarse la posibilidad de repartir el queso morenista invoca un discurso radical contra las instituciones. Ramírez Cuellar quiso aprovechar la situación de Morena en su beneficio, hoy se aleja de la legalidad, habla de despojo cuando él quiso despojar mañosamente a los militantes del derecho a decidir su dirigencia, con chicanas y golpes que hoy se le revierten. El abrió la puerta al tribunal que hoy le da un con esa puerta en la cara.