Por: Jhad

Su nombre es poco conocido. No tiene los reflectores encima, pero en las entrañas oscuras del poder, sin duda alguna es un hombre harto conocido.

Doctor en Economía por la UNAM, ha logrado colocarse en la preferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, después de haber trabajado con él durante los últimos 18 años.

Fue director de adquisiciones en la Oficialía Mayor del gobierno capitalino en 2006, desde donde emprendió una estrategia muy completa para evitar el desvió de recursos en toda la administración pública. Su trabajo resultó muy eficaz y sus bonos con López Obrador, subieron como la espuma.

Seis años más tarde, se convirtió en el operador financiero del actual presidente en su campaña para la presidencia 2012. Nuevamente su trabajo resultó impecable, aunque el fraude electoral impidió que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder.

Durante la campaña fue acusado por el PRI de operar un esquema de aportaciones y donaciones que provenían de trabajadores del gobierno capitalino del PRD, del cual salió airoso y sin rasguños.

Hábil supo encontrar acomodo en otras instancias y la entonces delegación Miguel Hidalgo le abrió sus puertas donde coincidió y trabajó con personajes tan siniestros, oscuros y acomodaticios que le permitieron seguir haciendo lo que estaba acostumbrado a hacer: manejar dinero y buscar beneficios personales.

Victor Hugo Romo, David Razú, Alejandro Serrano entre otros, son miembros de esa camarilla que salta por todos los lugares en busca de satisfacer sus intereses propios, cobijados por el emblema del PRD.

En 2016 y ya como miembro de MORENA, pudo manejar la estructura electoral desde la secretaria de organización, donde llevó la imagen del entonces candidato López Obrador a los todos los rincones del país para promover el voto a su favor.

Dos años después, el trabajo rindió frutos con el triunfo en las elecciones de 2018.

Con el prestigio ganado a pulso, fue nombrado coordinador general de Programas Integrales de Desarrollo del gobierno federal, donde actualmente, funge como único enlace con los 32 coordinadores de los estados que manejan el presupuesto para obras y programas sociales.

Dentro de esa coordinación, hay un grupo conocido como Servidores de la Nación, que se dedica a realizar censos y conciliar todos los apoyos gubernamentales.

Son 18 mil 299 personas desplegadas en todo el país y están en la nómina de la secretaría del Bienestar. Y reportan directamente con el coordinador. Sus deseos son prácticamente órdenes. Así es de poderoso.

Sin critica alguna sobre su brillante estrategia en su cargo, surgen de pronto algunas dudas sobre su actuar como integrante de MORENA. Es desde ahí, donde ha demostrado que ese poder excesivo puede dañar la imagen del movimiento y la del mismo presidente Andrés Manuel López Obrador.

Mientras el presidente ha señalado que la participación de funcionarios en temas electorales es un delito grave, y quien lo haga puede terminar en la cárcel, para algunos lo dicho por el primer mandatario parece no importarles mucho.

El próximo domingo 12 de octubre, MORENA tendrá su primera disputa interna donde se realizará la elección de su nuevo dirigente nacional, mediante asambleas distritales.  En la lucha por presidir al partido están Bertha Luján, Mario Delgado, Alejandro Rojas y Yeidckol Polevnsky.

Y es aquí donde el hombre de bajo perfil, ha tomado partido por uno de los candidatos, lo que ensucia por completo el ejercicio democrático del partido en el poder.

Polevnsky y Alejandro Rojas Díaz Durán, han acusado a Gabriel García Hernández de usar a los Servidores de la Nación para respaldar la candidatura de Bertha Luján y a algunos gobernadores morenistas de respaldar a Mario Delgado en su intento por dirigir al partido.

Algo que, desde luego viola la competencia y viola la elección interna, además pone en entredicho la palabra del propio presidente, quien ha señalado que el voto del 1 de julio de 2018, fue un voto contra la simulación, manipulación y el uso electorero de la política social.

Hoy, más que nunca se requiere transparencia en todos los procesos de un partido nuevo como MORENA. Es tiempo de ofrecerle credibilidad a una base de electores que confían en el presidente. Son tiempos nuevos, son tiempos de cambios.

Por el bien de México, el partido en el poder debe predicar con el ejemplo. Basta de darle poder a hombres que dividen, que manipulan, que usan el poder para su bienestar.

Ojalá Gabriel García Hernández lo entienda, para que deje de tener ese bajo perfil que resulta muy peligroso para todos.

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