En mi condominio ya es una costumbre que el desbasto del agua sea una constante. Casi tres días por semana nos avisan que apartemos el líquido suficiente para nuestras necesidades básicas.

Eso me enfada y me molesta mucho. No estoy acostumbrada a cargar cubetas y menos a llenar botes y acomodarlos abajo del fregadero. Era tan feliz, abriendo la llave en cualquier momento para utilizar el agua para todo o casi todo.

En mi departamento tenía todo reluciendo de limpio. Debo admitir que utilizaba en exceso el agua, realmente nunca hice consciencia de que podía llegar a acabarse. Por eso ésto me está martirizando enormemente. Jamás imaginé que me tocaría vivir este apocalipsis. 

Nunca me había sentido tan frustrada. Bañarme resulta un lujo, lavar trastes y ropa es un pecado casi mortal.  Con muy poca agua, no es muy gratificante gastarla en esas actividades cotidianas.

Por fortuna, vivo muy cerca de donde viven mis papás y aprovecho para irme a bañar todos los días a su casa. Eso sí, he aprendido a no desperdiciar el agua y ocupo solamente la necesaria. Ahora también acudo a una lavandería y ahí, lavo mi ropa.

Puedo decir que soy privilegiada, porque mis condóminos, no tienen esa ventaja y estoy seguro que no se bañan todos los días. Además, tengo la dicha de recibir la bendición de mis viejos chulos. Una bendición que me ayuda y me brinda protección en todo lo que hago.

Justo cuando pasa todo esto en mi colonia, leo y veo en las noticias que, en muchas partes del país, incluyendo la ciudad de México, la escasez de agua está creciendo considerablemente.

En Monterrey se han tenido que enviar aviones a bombardear nubes para que llueva artificialmente, y así captar agua para que pueda ser enviada a miles de hogares de esa zona que vive una sequía terrible.

Cuando era niña, un maestro nos platicaba que, mientras la mano del hombre siguiera destruyendo la naturaleza, en poco tiempo, el clima se volvería loco y el agua empezaría a terminarse. No se equivocó. Cuánta razón tenía.

Creo que nadie le hizo caso. Hoy todos estamos pagando las consecuencias de nuestras malas acciones y todo parece indicar que la destrucción continuará hasta que no quede nada.

No sé si aún hay tiempo, pero si hacemos conciencia un poquito, podemos poner nuestro granito de arena para intentar salvar a nuestro planeta. Cuidar el agua es muy importante. No malgastarla puede ayudar a reducir el riesgo de más sequías.

En mi condominio, tres días sin agua es el martirio más abrumador que exista. No quiero imaginar lo terrible que es vivir sin agua. Es vital. 

Entiendo que hay miles de seres humanos que sobreviven con unas cuantas gotas de agua para sus necesidades básicas. Otros la compran a precios exorbitantes. Otros, la trafican y la esconden. Una desgracia que el recurso natural más importante del planeta sea motivo de tantos desmadres.

También decía mi maestro que el agua sería el motivo principal para empezar una Tercera Guerra Mundial. Controlarla será una cuestión de seguridad nacional y por lo que se ve, vamos en camino hacia allá.

Ojalá hagamos conciencia. Es muy desagradable no tener agua.

Hay mucho por hacer. No esperemos a quedarnos sin agua para tomar acciones urgentes. Es tiempo de que todos hagamos algo por cuidar el agua.

Mientras espero a que se llene mi garrafón para ir a acomodarlo, a partir de ahora, optimizaré todos mis recursos para cuidar el agua y ojalá todos lo hagan de la misma manera, porque de lo contrario el futuro que nos espera, será muy cabrón.