Sin importar que el país está inmerso en una grave crisis sanitaria y muchos de los problemas sociales y económicos que agobian a la sociedad crecen sin freno, la visión del presidente Andrés Manuel López Obrador está ocupada en las elecciones del próximo año.

No han sido casuales las acciones que ha emprendido el mandatario en los últimos días. Desde sus giras a inaugurar sus magnas obras en el sureste, hasta sus declaraciones de guerra entre liberales y conservadores, donde vuelve a dividir y arengar a sus huestes. Olvidando por completo la investidura presidencial, para comportarse de nuevo como candidato.

Acostumbrado a las plazas, a los aplausos y al calor de su gente, López Obrador ha dejado flancos muy grandes en su manera de ejercer el poder. No logra acomodarse y el país lo nota. Las promesas de campaña siguen siendo promesas, porque muy pocas cosas han cambiado.

Sin admitirlo, el primer mandatario ha iniciado la campaña para las elecciones de julio de 2021, donde estarán en juego 15 gubernaturas y cientos de cargos públicos, descuidando su importante tarea de ser el presidente de todos los mexicanos.

El martes pasado, el jefe del ejecutivo aprovechó la tribuna mañanera para exhibir un documento donde señala la existencia de un frente opositor, que tiene por objetivo evitar que MORENA afiance su crecimiento y de paso lograr la dimisión del mandatario.

En su exposición, el tabasqueño explicó que de acuerdo con el documento-que no tiene remitente-, el Bloque Opositor Amplío (BOA) está constituido por los adversarios de siempre, además de algunos gobernadores inconformes con las políticas del gobierno actual.

Hábil y dueño del escenario mañanero, López Obrador utilizó su poder de comunicación y elevó ese tema a la agenda nacional, opacando los números aterradores de muertos que ha dejado el COVID-19 y las cifras escalofriantes de daño que ha causado la inseguridad en el México.

Y así, mientras el país requiere de solidaridad y acciones para solventar la crisis generalizada, el presidente, ve al futuro, en búsqueda de conservar su movimiento político y pasar a la historia como el autor de la cuarta transformación de México, sin importar las formas.

Mostrar a sus adversarios como enemigos del régimen y de su propia persona, le suma simpatizantes y aprovecha cualquier momento para hacerlo. Para Andrés Manuel López Obrador, las campañas para renovar gubernaturas y cargos públicos han iniciado y él es el principal promotor de los candidatos de su movimiento.

Su popularidad continúa fuerte y no se ve que alguien pueda frenarla. Utilizará cualquier foro para hacer campaña y sus fieles seguidores le seguirán brindando su apoyo.

Ese es el terreno que mejor maneja López Obrador. Tiene una vasta experiencia. Es un verdadero genio. El único gran problema es que ahora es el presidente de todos los mexicanos y ya no es candidato.

Repitiendo lo que hicieron los antiguos mandatarios, AMLO, hace política para sí mismo y sus propios intereses. No hay grandes cambios a pesar de que fue la principal promesa de provocarlos en caso de llegar al poder.

Hace falta un golpe de timón en la forma de gobernar. Aún es tiempo, pero falta que el presidente lo quiera realizar. Está en su conciencia e inteligencia.

En tanto, conviviendo con la muerte y las crisis, los mexicanos tendremos que aprender a vivir con las guerras mediáticas que se aproximan para tener o retener el poder, sin pensar en el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Si no hay alguna reacción positiva, el bien común seguirá ausente. Sin esperanza de cambio, seguiremos defendiéndonos con nuestras propias uñas, al fin y al cabo ya estamos acostumbrados…

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