José María Morelos y Pavón nació el 30 de septiembre de 1765, fue un sacerdote, guerrillero, militar insurgente y patriota mexicano, que organizó la segunda etapa de la guerra de Independencia. La primera gran transformación de México, de la cual es llamado “Siervo de la Nación”. Su habilidad en el campo de batalla se conjuntó con la de ser portador de una pluma ilustrada que le favoreció para dar contenido a la causa libertaria.

Morelos escribió los Sentimientos de la Nación, publicados en Chilpancingo el 14 septiembre 1813. Uno de los documentos fundacionales del Estado- Nación mexicano, donde a la luz de la historia señaló: “Que como la buena Ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.”

A propósito del aniversario de su natalicio, compartimos una curiosa historia recuperada y publicada por el Archivo General de la Nación, de su “Fondo Infidencias, volumen 115, expedientes 4 al 8”, misma que narra que cuando fue capturado José María Morelos por los españoles, un hombre anónimo se entregó “voluntariamente” a las fuerzas realistas para “acompañar” hasta sus últimos días al Generalísimo. Ese hombre era casi un homónimo del icono insurgente, llamado José María Morales.

De esta forma: “La tarde del 22 de diciembre de 1815, en San Cristóbal Ecatepec, atravesado por las balas del ejército realista, cayó muerto el prócer de la patria José María Morelos y Pavón. Cinco años después, su compañero de combate, José María Morales, fue desterrado de la Nueva España con destino a Ceuta (África). La historia de ambos personajes, con nombres casi homónimos, se inició con la guerra de Independencia; no obstante, terminarían sus vidas en sitios totalmente distintos”.

Resulta entonces que en el ocaso de la vida del generalísimo se encontró con este personaje que era su antítesis y a su vez su compañero solidario, José María Morelos se cruzó en el camino independentista con José María Morales: “José María Morelos es una figura icónica de nuestra historia; su destacada habilidad como estratega militar combinada con su visión de estadista le hicieron ganarse un lugar en el altar patrio. Por el contrario, José María Morales no sobresalió, al contrario, fue tachado de irresponsable, inútil y borracho”.

Ambos coincidieron al borde del patíbulo: “El 5 de noviembre de 1815, Morelos y Morales fueron capturados por los realistas durante la batalla de Temalaca, en el actual estado de Puebla. El saldo de la derrota fue de 300 insurgentes muertos y la ejecución de 30 personas ese mismo día; días después se fusilaron a 200 presos más y se enviaron otros 50 hacia Manila, Filipinas, como esclavos. Pero sin duda, la derrota más grande fue que Morelos cayó en manos de los realistas después de una acción heroica, pues decidió combatir, en amplia desventaja, contra el ejército español para que el Congreso de Anáhuac escapara. Morales, al contrario, optó por entregarse, lo que generó varias interrogantes entre sus captores, pues no se supo si se entregó por sus diferencias con los insurgentes o para salvar su vida”.

Morelos y Morales también estuvieron presos juntos:

“Tanto Morales como Morelos fueron trasladados a la Ciudad de México; y se les encerró en las prisiones secretas de la Inquisición. Durante los días siguientes se les interrogó sobre la insurgencia, sus acciones y los contactos con potencias extranjeras. El virrey Félix María Calleja ordenó que a los dos se les hiciera cuanto antes “sumaria y degradación” para que en cuatro días fueran ejecutados. No obstante, Pedro de Fonte, arzobispo de México, intercedió por Morales, que así salvó su vida”.

Después se conoció más de ese personaje: “Morales confesó ser “presbítero domiciliado de este arzobispado, natural de Huauchinango (Puebla), de treinta y cuatro años de edad” que “por febrero del año doce, en que se propagaron las especies de que la España estaba perdida, que Napoleón se había apoderado de toda ella y que estas provincias estaban a riesgo de que les sucediese lo mismo, se le calentó la cabeza y se resolvió a pasarse a los rebeldes, no porque estuviese decidido a seguir su partido, sino por informarse del estado en que se hallaban”.

Por su parte, Morelos señaló que a Morales se le quitó la capellanía “por habérsele notado que solía embriagarse”. Además, consideró a Morales como “un inútil para la insurrección, y que era incapaz de hacer cosa de provecho. Y en cuanto al corazón, no lo tiene tampoco por muy acérrimo, por no haber dado pruebas de ello, como otros las dan ayudando con las obras o con las exhortaciones, como ínfimo grado de insurgente”.

Al final de la historia Morelos murió por la Patria, y Morales logró salvar de momento su vida. “Morelos murió excomulgado y como un enemigo de Dios y del rey, Morales, por su parte, en el Colegio Apostólico de Misioneros de Pachuca, después del cual el virrey Juan Ruiz de Apodaca decidió que a Morales se le expatriara a las islas de Ceuta, en “donde permanecería recluso hasta que a juicio del obispo de esa ciudad el reo mostrara pruebas inequívocas de sincero arrepentimiento”. (Fuente AGN).

El 22 de diciembre de 1815, a la edad de 50 años después de haber luchado por la Independencia, Morelos se encontraba prácticamente solo, ya se había despedido de Morales. En esa hora final escribió una carta a su hijo Juan Nepomuceno Almonte, en la que acuñó la frase célebre “Morir es nada, cuando por la patria se debe, y yo he cumplido como debo con mi conciencia como americano”. Después de firmar la carta de despedida para su descendiente, al que le pidió que contribuyera a terminar la obra de Miguel Hidalgo y Costilla, se dispuso a rezar.

A las tres de la tarde las campanadas de una iglesia sonaron y el custodio de José María Morelos, entró por él. Morelos salió del cuarto y caminó al paredón de fusilamiento. Ahí puso su simple pecho a las balas.

Como Morales hay otros personajes que aun con sus limitaciones y contradicciones lucharon por la Independencia de México, su historia está en espera de ser contada; en el caso de José María Morelos se ha erigido como una figura central de la historia y liberación de México, por su congruencia y convicciones.