La Convención Nacional Democrática del 16 de septiembre de 2006 significó la expresión política más honda y elevada de la fuerza social y política emergente condensada en el movimiento obradorista. La presencia de más de un millón de delegados electos por el mismo pueblo en cada rincón del país, equivalía a una nueva representación del México profundo, aquel que desde al menos 1968 ya no estaba incluido en el itinerario del anquilosado régimen, y que en el subterráneo de la historia encontraba tras la lucha contra el desafuero y el fraude electoral nuevos retos y caminos.
La CND emulaba el punto culminante de la revolución social de Emiliano Zapata y Francisco Villa, con la entrada a Palacio Nacional del Ejército Libertador del Sur y la División del Norte a Palacio Nacional en 1914 tras la Convención Revolucionaria de Aguascalientes, para ofrendar un proyecto de Nación a las masas que se habían comprometido con el proceso revolucionario iniciado por Francisco I. Madero en 1910; a su vez, también la CND de 2006 retomaba el llamado realizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el célebre navío de velas simbólicas llamado “Aguascalientes” (en remembranza a 1914), que desde el interior de la selva Lacandona propuso a la sociedad civil deponer las armas de las fuerzas insurgentes a cambio de una lucha conjunta de largo alcance desde el México social.
Aquella CND de 1994 tras la guerra de exterminio del salinismo, declaró que la lucha por la democracia, la libertad y la justicia no tiene un solo camino, pero sí debe ser confluyente. El EZLN cedió el mando de su lucha a la sociedad civil para que se demuestre que “no son necesarias las armas para alcanzar la paz con dignidad” y para certificarlo el subcomandante Marcos hizo entrega de la bandera nacional a la CND personificada en Rosario Ibarra de Piedra, quien presidió la Convención. Además, definió la “Resistencia civil contra el fraude electoral”, como el principal acuerdo en el preámbulo de las elecciones presidenciales de 1994.
Entonces, la CND convocada por AMLO era la continuidad de aquellas lecciones de las luchas del pueblo de México por su liberación. En el ambiente de los trabajos pesaba la disyuntiva si esta nueva Convención habría de trazar una ruta de acción más allá o dentro de los desgastados y facciosos moldes institucionales, cuyo marco legal era obsoleto, y un instrumento de la camarilla neoliberal para someter a las mayorías empobrecidas de la población.
Se optó si por la ruptura con el “gobierno” emanado del fraude electoral, a su vez se refrendó la vía pacífica, y se contrapuso un Gobierno Legítimo de México al del presidente espurio; en clara referencia a la resistencia juarista ante la invasión extranjera; lo que implicó la convocatoria a nombrar a Andrés Manuel López Obrador, Presidente Legítimo de México el 20 de noviembre de 2006. Esto se tradujo en una moción popular a la imposición y el fraude.
La CND hizo crujir las estructuras hacia afuera y también hacia dentro. Adolfo Gilly cuestionó: “Los cuatro gobernadores del PRD (Baja California Sur, Guerrero, Michoacán y Zacatecas), al mismo tiempo que saludan la realización de la Convención Nacional Democrática, apoyan expresamente la decisión de los legisladores de la coalición Por el Bien de Todos de asumir sus cargos y “no renunciar a ninguno de los espacios institucionales”. Por su parte, mientras el dirigente de la coalición, Andrés Manuel López Obrador, manda al diablo a esas instituciones, los gobernadores insisten en que “no sería prudente abandonarlas”, incluida la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), lo cual no les impide apoyar a la CND y a su gobierno en rebeldía. ¿Dónde está la congruencia?” Esta tensión entre la vieja izquierda y el movimiento obradorista se mantendría hacia los siguientes años, no obstante, AMLO tuvo la capacidad de conducir las dos aguas, hasta que la vertiente de las elites del PRD terminó de pasarse del lado del viejo régimen tiempo después. Pero la CND de 2006 gestionó las medidas que al alcance de la época eran las más idóneas para no claudicar y tampoco caer en las trampas de la violencia.
Sobre los trabajos de la CND, La Jornada reseñó:
“La Convención Nacional Democrática (CND), integrada por un millón 25 mil 724 delegados registrados, nombró ayer a Andrés Manuel López Obrador “presidente legítimo de México“, al “reconocer su triunfo en las elecciones presidenciales” del 2 de julio pasado, y también acordó que tome posesión del cargo el lunes 20 de noviembre, en el Zócalo capitalino.
“Por mayoría de votos, tras consultar uno por uno los resolutivos, fue rechazada “la usurpación y se desconoció a Felipe Calderón como presidente de la República”. Asimismo, los convencionistas repudiaron “la República simulada” y en consecuencia declararon “la abolición del régimen de privilegios” y acordaron organizar un plebiscito hacia un constituyente.
“Una vez declarado “presidente legítimo”, la convención autorizó a López Obrador a integrar un gabinete y establecer en la capital del país la sede de su gobierno, aunque con carácter itinerante, que observe un protocolo republicano y recabe fondos propios.
“Diferida por más de media hora por un aguacero que cayó sobre el Centro Histórico de la ciudad de México, pero que no arredró ni movió a uno solo de los delegados del Zócalo y las calles Pino Suárez, 20 de Noviembre, 16 de Septiembre, Madero y 5 de Mayo, la convención acordó también iniciar un plan de resistencia civil pacífica “contra la usurpación”, que constará de tres etapas y fechas en el corto plazo.
“Iniciará el 27 de septiembre, continuará entre el 2 y el 12 de octubre y tendrá, en este año, su punto nodal el primero de diciembre, con “la concentración de todo el movimiento contra la usurpación a través de acciones a las que convocará” una comisión nacional, aprobada ayer, para impedir la toma de protesta de Calderón Hinojosa.
“El maestro Eduardo García Barrios, director de orquesta, condujo la presentación de los resolutivos al pleno de la CND para su votación, que coordinó a su vez Jesusa Rodríguez.
Todas las propuestas, incluido el plan de resistencia, fueron avaladas por la asamblea; no sólo por los presentes en el abarrotado Zócalo, sino por los convencionistas en las calles -que escucharon la reunión en equipos de sonido-, e inclusive por los que se concentraron en las terrazas de los tres hoteles de la Plaza de la Constitución.
Pero fue más contundente cuando García Barrios planteó que había dos opciones, para escoger una de ellas: “se reconoce a Andrés Manuel López Obrador como el presidente legítimo de México, o se le reconoce como coordinador de la resistencia civil pacífica”.
Antes que Jesusa Rodríguez preguntara por qué figura se decidía la convención, los miles de participantes en la CND iniciaron un coro que creció por todo el Zócalo y más allá: “¡presidente, presidente, presidente!”
Apretujado contra la valla de metal que dividía la plaza del espacio para la prensa, Rafael Pérez Vázquez gritaba con toda la fuerza de sus 84 años: “¡presidente, es el presidente! ¡Desde que se hizo el fraude estamos luchando! ¡El salió electo y debe ser el presidente!”
La Convención Nacional Democrática de 2006 fue, en suma, un ejercicio democrático y fundacional que apeló que “la soberanía reside en el pueblo”.
El doctor y jurista Luis Javier Garrido, reconoció a la Convención Nacional Democrática, convocada por Andrés Manuel López Obrador, como la expresión del pueblo mexicano en rebeldía ante los grupos que pretenden imponerle un gobierno espurio e ilegítimo.
A su vez, La Jornada describió:
“Hermelinda Tiburcio, mujer indígena de visible menudez, y enorme claridad, provocó el respaldo incondicional de los ancianos, mujeres y hombres, y gran cantidad de jóvenes convocados cuando advirtió: “no queremos aguantar seis años más de lo mismo. Por eso estoy aquí alzando mi voz, porque hubo un fraude a los pueblos indígenas y no indígenas. No queremos que nadie nos venga a decir lo que tenemos que hacer. No solamente los hombres tienen derecho a la tierra, hoy las mujeres estamos luchando cada día por la tierra. El problema agrario no se resuelve con dinero”.
*Este texto forma parte de un trabajo más amplio que se denomina: Los años de la resistencia, que será publicado en esta columna por entregas.