La noticia de la aprobación para uso de emergencia de la primera vacuna latinoamericana en contra del virus SARS-CoV-2, la cubana Abdala con más del 92% de efectividad es cuestionada por las grandes cadenas de información, las mismas que nunca intentan ocultar su aire de superioridad ante todo lo que provenga de la isla revolucionaria, como hicieron en su momento, con las vacunas chinas y rusas; por lo que una vacuna cubana, argentina o mexicana es algo que no pueden aceptar como posible en países “subdesarrollados”, por lo tanto, su mero anunció es descalificado a priori tan solo por su origen, y lejos está de ser festejada como una posibilidad de alivio para nuestro continente en medio de la pandemia. Uno empieza a sospechar del “humanismo” de estos defensores de todas las “causas humanitarias” cuando solo se preocupan por hurgar en países no alineados a los intereses de las potencias occidentales.

Así, en menos de tres días, hemos sido testigos como el foco de atención político-mediático sobre la vacuna lograda en Cuba ha sido desplazado por la agenda intervencionista y golpista de la derecha global.

El más reciente voto en la Asamblea de la ONU de 184 países en contra de bloqueo económico que se mantiene ilegalmente sobre la isla, ha pasado a convertirse en las redes sociales, en una campaña impulsada por “artistas” extranjeros para abrir un “corredor humanitario” y la petición de que intervengan “ONG´s” internacionales para paliar el hambre mediante las ya conocidas “intervenciones humanitarias” encabezadas por los mismos Estados Unidos, país que cínicamente sostiene el bloqueo; por ello uno no puede más que sospechar del “humanismo” selectivo de esas figuras mediáticas.

Si en Venezuela falló estrepitosamente la estrategia intervencionista impulsada por los mismos personajes y grupos de poder, y avalada desde esas mismas potencias occidentales, nada mejor como una fuga hacia adelante en contra de la máxima obsesión de todo apologista del libre mercado neoliberal y de los militantes del anticomunismo más recalcitrante.

Como en el resto del mundo, las hospitalizaciones por COVID-19 están aumentando en Cuba, pero las expresiones legitimas de descontento o desesperación social provocadas por la crisis económica y el agravamiento de pandemia, como se siguen dando en todo el mundo; ahí se convirtieron en cuestión de horas, en una “revuelta en contra de la dictadura cubana” de acuerdo a esos medios de comunicación de filiación empresarial que dan cobertura al descontento “espontaneo” y repiten una misma matriz de opinión que han sostenido por décadas en contra de la revolución socialista.

Son los mismos medios que callan frente a las también expresiones legitimas de descontento en países como Chile o Colombia, ahí en contra de gobiernos de derecha, quienes sí han provocado con su represión decenas de muertos, detenidos y desaparecidos, documentados hasta por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, y que solo atinan a cambiar de tema en sus coberturas sobre esos países, que son presentados como ejemplos de democracia y libertad por Washington.

Desde el pasado domingo 11 de julio estamos siendo testigos de una campaña sincronizada de editoriales, opiniones y reportajes escritos por exiliados “voluntarios”, que desde Madrid, Bogotá o Miami intentan pintar una masiva revuelta popular que el registro gráfico apenas puede justificar. Incluso usando fotos de protestas de Egipto, y falsamente decir que se trata del “despertar en el Malecón de La Habana”. Desde las redacciones que acogen y financian cualquier muestra de disidencia cubana, se intentan vaticinar la caída del comunismo mundial a manos del pueblo cubano que por primera vez “probó la libertad” en un domingo de disturbios.

Estos opositores de élite, que se asumen rivales del Régimen castrista, autonombrados como luchadores por la libertad han sido financiados y premiados por agencias del gobierno de Estados Unidos (y algunos países de la Unión Europea), desde los tiempos en que se organizaba invasiones y atentados en contra del gobierno y la población cubana desde Florida; son ahora los ciberactivistas que azuzan a sus compatriotas a salir a las calles para enfrentarse a los agentes del Estado, al mismo tiempo que atribuyen la convocatoria que realizó el presidente Díaz-Canel a los cubanos para movilizarse en contra de la desestabilización y el intervencionismo, como un “llamado a la guerra” entre cubanos.

Pero si del exilio cubano no podemos esperar congruencia o un análisis político serio sobre la situación económica de su país cuando comienzan por omitir la existencia del bloqueo norteamericano del que ellos se benefician, o pasan a justificarlo como único medio en que sus compatriotas se darán cuenta de la “tiranía en que viven”; menos hay que esperar de todo el coro twittero que vocifera desde sus delirios en contra de las “dictaduras castrochavistas”.

La derecha latinoamericana cada vez es menos recatada en sus abiertos llamados a la abierta intervención militar norteamericana para preservar “la paz” y en sus justificaciones a golpes de Estado militares para defender “la democracia”. La congruencia no es lo suyo, menos en lugares como Brasil, Argentina, Bolivia o Perú, donde se vuelve a invocar a las dictaduras militares que padecieron como solución para detener a cualquier expresión de izquierda, a la que se le pueda achacar el mote de “comunista”. La lucidez, así como la congruencia, tampoco son requisitos para recibir los financiamientos de la USAID.

En nuestro país, un llamado sensato por parte del presidente de México para que sean los propios cubanos quienes resuelvan sus diferencias políticas, y el recordatorio que la causa de la crisis económica que ya padecían antes de la pandemia, es el criminal bloqueo que pesa sobre la isla desde hace más de 60 años, serán motivos suficientes para que nuestra derecha local, se quite la máscara de imparcialidad para seguir clamando en voz de sus empleados en los medios y en las redes, por la intervención norteamericana para defender lo que consideran amenazas a sus intereses de grupo o de clase.

Al mirar la cobertura mediática sobre la realidad cubana es doblemente necesario la vacuna del pensamiento crítico en contra de las maniobras de manipulación e intoxicación que promueven los medios y sus agentes que se autonombran como “libres”. Frente a una nueva campaña en contra de Cuba, estamos frente a otra oportunidad de constatar que es en las calles y con la movilización popular organizada, como se sigue escribiendo la historia.

El movimiento transformador en México cerrará filas con el pueblo cubano por su derecho a la libre auto determinación, contra el golpismo y el intervencionismo disfrazado, porque aquella nación libre y soberana que hizo una revolución a contrapelo del capitalismo mundial fue solidaria con nuestra patria enviando médicos especialistas en plena pandemia, y entre nuestros pueblos: “amor con amor se paga”.

*Con la colaboración de David Toriz

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