Norman F. Pearl

“Este fin de semana los presidentes de la CNHJ (Héctor Díaz Polanco), del CEN (Alfonso Ramírez Cuéllar) y la presidenta del Consejo Nacional de Morena (Bertha Luján Uranga) al haber tomado partido dieron un mensaje claro: creen que el partido les pertenece y se sienten con el derecho a despedazarlo vulnerando la institucionalidad. Motivo suficiente para que haya renovación y por salud democrática del partido, no queden ellos (como grupo) al frente del comité” (Eder Guevara, asesor de Mario Delgado, empleado del INFP y un mal redactor)

Recordamos en agosto de 2019 la reacción virulenta de Bertha Luján y su grupo ante la sugerencia del presidente López Obrador para que la dirigencia fuese elegida por encuesta. La propuesta, que fuera recibida con beneplácito por Yeidckol Polenvsnky y el resto del Comité Ejecutivo Nacional, encontró un rechazo casi enfermizo por parte de la controvertida presidenta del Consejo Nacional.

La conducta desafiante de Bertha ante el presidente era inédita, nunca antes de manera pública, se le había enfrentado con tal desparpajo. Ella había acariciado la posibilidad de llegar a la presidencia del CEN de Morena, pero no con cualquier método. Una encuesta, inclusive dentro de la militancia, la perdería. Tenían meses trabajando de la mano de Gabriel García, coordinador de los delegados del bienestar en los estados, quienes en  muchos casos, operaban para ganar consejeros como se demostró en las fatídicas asambleas distritales. El acarreo y la compra de voluntades se hizo presente con toda impunidad. A esas linduras le apostó siempre doña Bertha.

El congreso “patito”, precedido por sesiones de consejo accidentadas, por decir lo menos, resultó en  una culminación de atropellos a la militancia, incluida la imposición de Ramírez Cuéllar, y la designación de personas -uno sin afiliación-  para cubrir “vacantes” del CEN que no estaban disponibles.

La felicidad de Bertha se ensombreció cuando se enteró que el mismo TEPJF que le había favorecido, también ordenaba una encuesta abierta, que después aclararían, sería aplicada a militantes y simpatizantes.

La desilusión, el rencor y el desencanto, han llevado a Luján y a su equipo más cercano (Díaz Polanco y Ramírez Cuéllar), a despotricar y proferir amenazas en contra de los magistrados del Tribunal Electoral, buscando encontrar un eco polarizante que se apaga ante la inteligencia y sentido común en los protagonistas del cambio verdadero.

Bertha, como era de esperarse por su incapacidad para competir con lealtad, declinó públicamente su participación en la encuesta, con el gastado argumento de la intromisión del TEPJF en Morena, partido que, por alguna razón, pensó que le pertenecía.

Sin embargo, y a pesar de su oposición delirante ante la encuesta, doña Bertha finalmente decidió intervenir por interpósitas personas. Primero eligió para la presidencia a la juvenil senadora Citlalli Hernández, confiable escudera de su equipo. Más tarde, envuelta en sus emociones, decide relevarla mandándola a competir por la Secretaría General. La candidatura a la presidencia la había reservado para la fama pública agridulce de Porfirio Muñoz Ledo que después de una semana -lo confiesa- les daba el ansiado sí.

“…el TEPJF ordena hacer encuestas hasta por teléfono en las elecciones internas de Morena. La ley prohíbe intervenir en la vida de los partidos, salvo a petición de éstos” (Decía en un tweet Porfirio, pasando por alto  las miles de impugnaciones provenían justamente del partido en voz de sus militantes).

Porfirio Muñoz Ledo, cuya inteligencia y sabiduría ha sido entregada sin reservas a gobiernos de izquierda, centro, derecha y ultraderecha, ha decidido ofrecer sus servicios a la patria y a su egolatría, para salvar a Morena del caos.

El único inconveniente para que el partido se pueda favorecer con su llegada es que Porfirio es un diputado plurinominal EXTERNO sin registro en el padrón del INE, ni en ningún otro, pues jamás fue militante.

 

¡El “triunvirato oficial de Morena” deberá elegir a un candidato que cuente entre sus virtudes un trabajo excelso dentro del partido!

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