Morena, el joven partido en el poder, nació adulto. Su fundador, Andrés Manuel López Obrador, había hecho recorridos por todos los municipios del país, recibiendo una poderosa retroalimentación en su comparecencia cara a cara con la ciudadanía. Cada día, el líder social y político, daba cuenta de las injusticias y desigualdades que veía, fortaleciendo su voluntad y pensamiento para forzar los cambios en el futuro. Para nadie es una novedad  la tenacidad inquebrantable de un hombre que llegó a la presidencia llevando con él a todo un pueblo, y un proyecto de nación (2018-2024) que en sus cuatrocientas sesenta y un hojas integraba  propuestas en materia económica, política, social y educativa.

Votar por el candidato López Obrador, por Morena, o por la alianza “Juntos Haremos Historia”, sugería previamente asumir el compromiso de conocer y respaldar sus propuestas.

Pero no sucedió así en todos los casos, por ejemplo, Alfonso Ramírez Cuéllar, un militante sin participación política apreciable en Morena, era elegido presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la Cámara de diputados, desde donde buscó  entorpecer la aprobación del presupuesto enviado por el presidente de la república proponiendo aumentos de impuestos y “federalizar” el cobro de la tenencia vehicular en todo el país. Más tarde, ya impuesto por Bertha Luján como “presidente interino” del CEN por 120 días, que terminara en julio pasado. Ramírez, ya desde el partido, quiso afectar al presidente sugiriendo que el INEGI ingresara a los hogares de los mexicanos y verificara la riqueza de cada familia. También afirmó que la austeridad no sólo no alcanzaría, y que ya se había convertido en un problema, insistiendo que el gobierno recurriera a préstamos. En todos los casos, sus “iniciativas” fueron desechadas por improcedentes desde el ejecutivo.

Es evidente, Ramírez Cuéllar no respetaba el proyecto de nación  simplemente porque obedecía a una agenda diferente.

En unos días más, se hará una encuesta abierta a la militancia y simpatizantes de Morena, para elegir al presidente(a) y secretario(a) general del Comité Ejecutivo Nacional. Este método (al no existir un padrón confiable) fue propuesto hace un año por el presidente López Obrador, sin embargo, no se hizo nada por la oposición abierta de Bertha Luján, inmovilizando al partido por ese mismo periodo. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ante las violaciones a los derechos político-electorales a la militancia de Morena, dio un plazo al INE de 45 días naturales para que se realizara el proceso electivo de esos dos importantes cargos, ante el beneplácito del propio presidente de la república que encuentra en esta decisión un acto racional inmerso en la cordura.

Entre los posibles candidatos, encontramos a uno que representa un proyecto transexenal pensando en el 2024 (Mario Delgado) y otra, que decidió hace veinte años marchar junto al presidente hasta el final (Yeidckol Polevnsky).

Mario Delgado Carrillo, es presidente de la Junta de Coordinación Política y Coordinador de la bancada mayoritaria de Morena en la cámara de diputados.

Sus antecedentes han creado una enorme confusión en Morena, cuyos afiliados, cuestionan acremente su pasado. Mario, desde el PRD en el senado, fue factor determinante en la aprobación del nefasto  “Pacto por México”, en especial, la reforma energética y la educativa, que paradójicamente el Movimiento de Regeneración Nacional combatía. Una vez en Morena, votaba contradictoriamente a favor del aeropuerto en Texcoco ratificando una condición opositora. Su desempeño en la Cámara de Diputados ha vivido momentos excelsos y otros deplorables. En el partido, nunca ha tenido un cargo que le permita ofrecer experiencia alguna.

Yeidckol, por su parte, representa al López Obradorismo más puro en una observancia rígida de su actuación. Los triunfos de 2018 y 2019 no le son ajenos pues todos llevan una parte de su lucha y de su esfuerzo. Polevnsky, la ganadora consuetudinaria, ha pasado por múltiples intentos de linchamiento cuya base perversa ha sido la calumnia y la mentira, sin embargo, para desilusión de sus detractores, siempre ha salido fortalecida.

Hace unas horas, Bertha Luján, la poderosa Presidenta Del Consejo Nacional de Morena, en un acto de pragmatismo, declinaba su participación en esa temida encuesta, que sabía jamás podría ganar.

¡Como un acto de reconocimiento y unidad, sugiero a Yeidckol Polevnsky como candidata única a la presidencia!