Ante el desprestigio público y la cada vez más evidente pérdida de apoyo ciudadano, el viejo régimen que se niega a morir diseñó un esquema de operación especial para las elecciones de gobernador en Nuevo León, bajo la premisa de intentar preservar ese territorio como fuente económica de golpeteo contra el proyecto nacional de la Cuarta Transformación de México.

En el arte de la simulación y la politiquería que ha distinguido a los operadores de la “Alianza Va por México”, en tierras regias lanzaron al ruedo tres candidaturas, que son cabezas de la misma hidra. Para ellos “él bueno” en términos de la vieja escuela del “tapado” o el realmente ungido por los poderes fácticos es el priísta Adrián de la Garza, ex procurador de justicia designado por el entonces gobernador Rodrigo Medina de la Cruz; el “malo” que es malo por maleta y malo por su pasado de corrupción es el panista Fernando Larrazábal, de ingrata memoria desde que se exhibieron las extorsiones que operaba desde la presidencia municipal de Monterrey;  y el “feo” o tonto útil, es un “meme” viviente conocido como Samuel García, engendro de Dante Delgado, quién en la lógica de los tres chiflados es el payasito que recibe todos los pastelazos. Los tres representan a la vieja clase política del estado que se ha ido enquistando desde hace décadas en las posiciones y cargos públicos que ellos consideran su herencia.

Esta truculenta estrategia cuenta con un ardid de propaganda al estilo calderonista de 2006, pero ahora con el estribillo de: “Morena, a Nuevo León no entras”. Y comienzan a desplegar la tesis que “llegue cualquiera menos Morena”; con el fin de polarizar a la sociedad regiomontana bajo el petate del muerto de “combatir el populismo”, y el “aquí no es Venezuela”, entre otras bien conocidas recetas del golpismo. Inventar el cuento de un desastre inminente y ellos presentarse como los únicos con posibilidad de evitarlo, es una estrategia de los manuales de desestabilización a partir de implantar el miedo y la zozobra.

Al lanzar un trio de políticos desprestigiados y alfiles del viejo sistema, buscan crear primero confusión y luego declarar la declinación de facto por “él bueno” de los poderes fácticos, en este caso De la Garza, tema que está previsto para el mes de abril. Este personaje sustenta su discurso en la muy vieja e ineficaz tesis de “la mano dura” para combatir la inseguridad, de la que es el mismo fue un exponente fallido durante los peores años en Nuevo León. Al diluir su responsabilidad en aquel desastre, ahora pretende presentar como solución las estrategias de fuerza para implantar el “orden”, más cercana a las ideologías de derecha que aprovechan las preocupaciones de la gente sobre la seguridad para imponer sus intereses.

A esta declinación que no es tal, sino un acuerdo de origen, le seguirán los llamados al “voto útil”, para evitar por todos los medios que el partido del presidente de la Republica, consiga la gubernatura de Nuevo León.  Se trata de la ya conocida estrategia que pretende nulificar cualquier capacidad de discernimiento crítico al buscar una alternativa política, bajo el falso diagnóstico de que las opciones posibles son solo dos: ellos o el desastre.

La 4aT tiene que desenmascarar está vieja estrategia de propaganda y “voto útil”, que por cierto remite a la primera presidencia panista que de útil para el país no tuvo nada, pues con un esquema similar llevaron a la presidencia a Vicente Fox, el más inútil de los últimos presidentes de México. El “voto útil” se convierte en inútil cuando solo sirve como estrategia del gatopardismo para mantener en el poder local a los mismos que han empobrecido, saqueado y endeudado a Nuevo León.

No hay voto más inútil que el voto por el pasado, no hay votación más inútil, ineficaz y vana que solapar los intentos de restauración de los grupos que desviaron el presupuesto federal para enriquecerse. La estrategia del PRIAN y sus satélites -el caricaturesco PRD y el MC-, también está encaminada a preservar y repartirse mutuamente los territorios que el PRI y el PAN siempre han gobernado como son San Nicolás de los Garza para el PAN y Monterrey para el PRI.

Pero ante esta pretensión del conservadurismo regio, tan solo hay que recordar a la gente los saldos de Rodrigo Medina en la gubernatura estatal, quien en un sexenio paso de ser el delfín de Natividad Gonzalez Parás, a llegar a conocer en 2017 el penal de Topo Chico, aunque fuera por unas horas, producto de todos los procesos penales que se abrieron sobre acciones ilegales durante su gestión.

Medina ha sido señalado en distintos procesos por enriquecimiento ilícito, desvío de recursos públicos, lavado de dinero, abuso de poder, peculado, tráfico de influencias y hasta asociación delictuosa.

Un caso emblemático del que apenas pudo salir librado es el escándalo de KIA Motors, compañía coreana a quienes ofrecieron estímulos por encima de la ley, para que optará por instalar una planta en el municipio de Pesquería, justo en terrenos que fueron revendidos al gobierno del estado, por personeros y aliados cercanos a entonces gobernador.

El nuevo candidato del PRI, -a punto de ser del PRIANMC- apela a la desmemoria para no verse vinculado a las acciones de quien lo designó como procurador, pues él ayudó a cubrirlo en casos como el endeudamiento que contrató para Issteleón, el uso de helicópteros para uso personal, la compra de propiedades con valor mayor a sus ingresos y hasta la decisión de cerrar el caso del Casino Royale.

Ante este escenario se necesita acudir a la convocatoria de realmente transformar Nuevo León, tonto es quien piensa que el pueblo es tonto y que el pueblo no tiene memoria, y es evidente que en la mayoría de la población viene creciendo un rumor que se hará movimiento y después voto cívico masivo, para sacar de una vez al PRIAN de uno de los estados capilares para la reconstrucción de México. Para que lo nuevo termine de nacer en Nuevo León, la ruta es Clara.

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