Durante la campaña presidencial pasada,  el presidente López Obrador decía una y otra vez “Las escaleras, se barren de arriba para abajo”, y tenía razón…

Acción Nacional en Querétaro siempre fue un tibio, sumiso y permisivo contendiente del PRI local. Las relaciones cupulares entre los dos organismos facilitaban acuerdos fáciles. A veces se lograban, sin salir de la misma casa paterna. La política, era privativa  de las “familias bien”, las de fingido abolengo, que, eso sí,  no podían invocar ascendencias ilustres. De vez en cuando, el Revolucionario Institucional, soltaba pequeñas recompensas que recogía con gratitud su medio hermano.

Hasta 1997, el estado de Querétaro había sido un bastión priista, nadie se hubiera atrevido a soñar con ganarle el gobierno del estado, y menos con un candidato de relleno como era Ignacio Loyola Vera, desconocido neopanista. El candidato elegido por el PRI era Fernando Ortiz Arana, un dirigente nacional que hubiera “competido” antes por la presidencia de la república. Todos, esperaban un “paseo” para don Fernando, pero no fue así. Zedillo, desde la Secretaria de Gobernación, había ordenado la destrucción de su correligionario por una afrenta que se mantenía pendiente.

Si, la alternancia en Querétaro se dio por un capricho personal, no por las capacidades del partido “opositor”, y menos por las de su candidato.

El gobierno panista de Loyola Vera estuvo inmerso en la corrupción, la ineficiencia y el servilismo. Ignacio Loyola será recordado como el “firulais” por una anécdota que le persigue y otra historia que lo demanda.

Ignacio Loyola

Querétaro, hasta ahora, era considerado como uno de los últimos reductos panistas en el país. Su fortaleza residía, entre otras cosas, en la capacidad de diálogo y acuerdo que tuvieran Ricardo Anaya Cortés (expresidente nacional del PAN y autodesignado candidato a la presidencia) y Francisco Domínguez Servién (gobernador del estado) en su calidad de líderes indiscutibles del partido en esta entidad.

El pragmatismo de ambos personajes permitió entender el poder especifico de cada bando y en función de ello hacer el reparto de candidaturas diversas. La fuerza del gobernador se hizo sentir al imponer a la mayoría de los diputados locales y todavía le alcanzó para reservar la presidencia del partido a su diputado leal, Agustín Dorantes Lambarri, dejando la secretaría general y representación ante el IEEQ al “anayista” Martín Arango.

Pero no todo ha sido “miel sobre hojuelas”. Ricardo Anaya, tuvo una caída más rápida que su vertiginoso ascenso. En términos electorales tuvo el peor comportamiento de un candidato en Acción Nacional. Manuel Gómez Morín, nieto del fundador le llamó “muchacho estúpido” que deshonró al PAN y a sus fundadores al construir su candidatura desde la dirigencia nacional del blanquiazul. Ricardo, ha sido acusado de traición por todas las personas que lo encumbraron: el gobernador Francisco Garrido Patrón, Gustavo Madero y Felipe Calderón. También fue acusado por múltiples delitos de fraude y usar recursos del erario en Querétaro. Nunca prosperaron las querellas pues los gobiernos prianistas las desestimaban. Hace unos días Emilio Lozoya Austin, ex director de PEMEX declaró que pagó sobornos por 52 millones 380 mil pesos a legisladores del PAN para que aprobaran las reformas del “pacto por México”. Ricardo Anaya recibió 6.8 millones de pesos.

Francisco Domínguez Servién, si, el actual gobernador de Querétaro, también fue señalado.

La Fiscalía General de la República, está recibiendo las pruebas documentales para iniciar procesos en contra de los señalados sin ignorar las enormes huellas del dinero. Se acabó la protección que se daban indistintamente los gobiernos del PRI y el PAN. Habrá culpables, imputados y sentenciados.

Surge la orfandad en el panismo queretano a unos meses del inicio en el proceso electoral 2020-2021.

La potencial candidatura de Santiago Nieto Castillo, paladín de la lucha anticorrupción en México, se engrandece ante la deshonra pública del PAN.

¡La probidad, un ejemplo devastador para la inmoralidad!