Vemos con estupor y vergüenza la creciente ola de ataques en contra de las mujeres, sin que surjan medidas drásticas que lo eviten. Aplicar sanciones más severas, endurecer condiciones carcelarias, establecer la pena capital, o inclusive crear “ejércitos de la muerte” para castigar selectivamente a violadores y feminicidas, parecen ser insuficientes para contrarrestar viejas “costumbres” arraigadas en el hombre a través de los tiempos.

En mis estudios de medicina ortomolecular, pude concluir y compartir que, por ejemplo, los fármacos NO curan, sólo quitan síntomas, pues el “cuerpo se cura solo”, antes  que regresen los padecimientos. La medicina naturopática  busca siempre encontrar la raíz del problema. Lo mismo sucede en el mundo de la psiquiatría, su función no deberá terminar con la prescripción de un antidepresivo, estarán obligados a encontrar las causas que dan origen al problema.

Hace algunos años, una prima nacida en los Estados Unidos me escribía un 5 de Mayo para felicitarme por la independencia de México. En otra ocasión, un amigo me invitaba a festejar en su casa “el día de acción de gracias” como si fuera un “sagrado” evento internacional. Y así,  mujeres que con euforia se felicitan por ser el día internacional de la mujer, sin saber que el ocho de marzo sólo recuerda una terrible tragedia.

El ser humano, en su racionalidad, tiene la obligación de preguntarse con seriedad porqué pasan las cosas y más aún, cual es el origen de la preponderancia injusta que en TODAS las culturas tiene el hombre sobre la mujer.

Hay motivos –hasta filosóficos- para que una parte esencial de las culturas sean ocupadas por las religiones, y éstas a su vez, sean representadas en su jerarquía sólo por hombres. Por ello tenemos que aceptar TODAS las religiones son machistas e inductivas. Nadie puede negar su amplia influencia en distintos órdenes de la vida ni sustraerse  a sus efectos (inclusive los que profesamos el ateísimo).

“Ninguna religión es feminista, porque en ninguna de ellas a la mujer se le ha reconocido su libertad individual, y por tanto no ha tenido un papel prevalente”. Todas son sometidas en el nombre de dios.

Las religiones han sido el instrumento para perpetuar una desigualdad entre hombres y mujeres creando roles restrictivos para ellas que les hacen dependientes  en todos los sentidos.

“Machismo ancestral y religión van unidos, juntos hasta morir, son absolutamente inseparables, forman las dos caras de una moneda, y la inmensa mayoría de prácticas y fenómenos aberrantes que sufren las mujeres en el mundo, no podrían explicarse sin un trasfondo RELIGIOSO”.

Como podemos inferir, una marcha se limita en alcances, a la protesta y al desahogo, necesarios ante escenarios hostiles imperdonables. Estas prácticas, logran la simpatía y la solidaridad. Cuando se tolera y alienta la violencia se pierden los objetivos básicos polarizando sus percepciones.

El “paro” podría tener un sentido similar al de éste domingo, pero no es así. El PAN y “México Libre”, con una “vocación política” y rencores similares, saben que la “circunstancia” de que sea en un día laborable afectará la economía del país, y eso les impele y emociona en su directriz y “apoyo moral”.

Quiero reiterar con pesimismo, mi convicción de que las mujeres no lograrán absolutamente nada tangible si antes no se hace una profunda revisión del derecho canónico, leyes, libros,  normas, usos y costumbres específicas en la religión católica que consideren –para su existencia-  una igualdad absoluta y puedan permear a toda la machista sociedad mexicana integrada por hombres y mujeres.

¡Podríamos iniciar con la primer mujer papa, ah, y mexicana!

 

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